XIX

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Cuando Jisung fue obligado a elegir un libro de la biblioteca por semana a partir de los ocho años, cuando apenas aprendía a leer y sus únicas preocupaciones eran descubrir el mundo, no tuvo una amplia variedad de géneros o historias.

La cultura era clave en cada hoja, aprenderse las anteriores generaciones, el árbol genealógico y sus alianzas era importante y ni hablar de las reglas de modales, afrontación de problemas e incluso a los diez ya fue sometido a la economía y un buen manejo de números.

Jisung tuvo pesadillas por un año entero donde los números de cuatro cifras lo perseguían dispuestos a aplastarlo.

De alguna manera, la obligación y el deber arruinaron su gusto por la lectura. Temía abrir un libro y ver las reglas básicas de modales en la cena o una guía de manejo del dinero de un pueblo entero. ¿Dónde estaban los dragones que escupían fuego o los fantasmas que deambulan por la casa para asustar a los nuevos dueños? ¿Existía realmente el amor verdadero o era todo un invento de quienes desean sentir algo al escribirlo?

Consiguió retomar la lectura cuando descubrió que Hyunjin si podía leer esas historias, cuando lo obligó a acostarse en su cama a ver el techo y hablarle por horas de un libro con final feliz y amor sincero. La manera en que describió los sentimientos en ese entonces lo hicieron imaginarse junto a una princesa que lo quisiera por quien era bajo la corona.

Lo llevó a soñar con un baile eterno bajo la luna, pero por más que intentó, nadie había logrado tocar las puertas de su corazón y su familia le recordaba en cada ocasión que las horas corren en minutos que parecen segundos.

Jisung perdió la esperanza del amor verdadero cuando pensó que el error era pensar con el corazón en una historia para reinar, pero mientras se sube a un caballo para ir al pueblo de Nedhia a visitar a Lee Know en su primera cita oficial, se da cuenta que el error no era el cuento, era la persona.

El baile bajo la luna ocurrió, pero no fue él quien sujetó la cintura de su pareja y eso fue aún más emocionante. El primer beso también fue un remolino de emociones buscando acentuarse en su corazón, pero no enterró su mano en un cabello largo y peinado o acarició una mejilla de piel perfecta, y eso estaba bien; Jisung lo sintió más que mágico.

Bajó de su caballo con habilidad, su capucha cubría su rostro, pero sus movimientos delicados y la cantidad excesiva de costosos elementos en su cuerpo podía delatarlo sin burla. Dejó los guantes y su cuello de tela abultado que fue obligado a ponerse. Se quedó con el chaleco negro y una simple camisa blanca por debajo.

Miró alrededor buscando algún indicio de un pelinegro, pero cuando iba a dar un paso al frente en busca del chico en cuestión una mano firme envolvió su muñeca y tiró de ella hasta un callejón donde nadie más que ellos hacían presencia. Jisung apoyó su espalda en la pared por el impacto y Minho se acercó a él con una sonrisa ladina y un girasol en su mano.

—¿Así se saluda en tu familia? —preguntó burlón el príncipe, sintiendo un escalofrío cuando Minho llevó su mano a su cintura y la apretó sin vergüenza.

—Hola, niño de oro —saludó—. Lo siento, necesitaba asegurarme de que podía hacerlo sin que nadie nos viera.

—¿Hacer qué?

Jisung cerró los ojos cuando los labios de Minho se apoyaron sobre los suyos sin permiso. Una sonrisa se le escapó cuando Minho pegó sus cuerpos y apoyó su mano en la mejilla ajena con ternura. Cuando se alejó, dejó que el espacio siguiera siendo íntimo y estrecho.

—Podría acostumbrarme a tu falta de respuestas verbales —comentó el príncipe.

—Esto es para ti. —Minho le extendió el girasol con una sonrisa sincera—. Ya no tienes que intentar robarme el mío.

Our Fairytale - [Minsung] [✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora