V E I N T I C U A T R O

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Poché nunca había estado tan aliviada en toda su vida. ¡Ella podía sentir sus dedos!

Calle se apresuró al hospital tan pronto como Valentina la llamó, diciéndole a Karla que cancelara el resto de sus citas del día mientras salía a toda prisa. Prácticamente corriendo hacia la recepción, Calle pregunto en el mostrador dónde se encontraba María José Garzón y se dispuso a buscarla.

Cuando entró en la sala, vio a Poché sentada en el borde de una cama de hospital, con las piernas colgando sobre el borde mientras Valentina se sentaba en una de las sillas, hablando con ella.

Poché levantó la vista, casi como si pudiera sentir la presencia de Calle. Su rostro se dividió en una sonrisa, y Calle reflejó su expresión mientras corría hacia la cama.

Calle sollozó mientras tiraba de Poché en un fuerte abrazo, besándola sobre su cabeza. Ella retrocedió, ahuecando la cara de Poché mientras sonreía entre lágrimas.

-Puedo sentir mis dedos de los pies -Poché sonrió ampliamente, sus ojos llenos de lágrimas.

-Puedes sentir tus dedos de los pies -respondió Calle, riendo con incredulidad.

*****

Resultó que los graves moretones y la columna comprimida que Poché había sufrido en la parte baja de la espalda durante el accidente habían causado parálisis temporal mientras luchaba por repararse. Había una posibilidad muy alta de que nunca recuperara la sensación debajo de la cintura, pero por algún milagro, fue una de las pocas afortunadas.

Era como si les hubieran quitado un gran peso de encima. Esto era todo lo que Poché había deseado desde el accidente. Su optimismo regresó con toda su fuerza cuando juró que volvería a caminar, sin importar cuánto tiempo le tomara.

Aumentaron las sesiones de fisioterapia de Poché a tres días a la semana, haciendo un progreso real con la fuerza muscular de Poché y la sensación en sus piernas. Todas las mañanas, Calle la llevaba a la piscina, aliviando la presión sobre las articulaciones de Poché mientras Calle la sostenía a flote.

Pasó otro mes antes de que Poché moviera los dedos de los pies por primera vez.

Era temprano un domingo por la mañana y Calle la estaba ayudando a vestirse. Cuando agarró el pie de Poché para ponerse el calcetín, su dedo tocó la parte inferior del dedo gordo del pie de Kara. Dio la casualidad de que Poché tenía cosquillas y su dedo gordo se crispó en respuesta al toque de Calle.

-¡Oh Dios mío! -Calle jadeó, sonriendo a Poché desde donde estaba agachada frente a ella -¡Acabas de mover el dedo del pie!

-¡¿Qué?! ¡De ninguna manera! -Poché exclamó, empujándose sobre sus codos desde donde estaba acostada en la cama. Podía distinguir sus pies en el regazo de Calle, una mano agarrando su talón mientras la otra sostenía el calcetín olvidado.

-¿Puedes hacerlo de nuevo? -Preguntó Calle, mirando los pies de Poché con asombro.

Frunciendo el ceño en concentración, Poché deseó que sus dedos se movieran. Muy levemente, logró mover a dos de ellos del pie derecho.

-¡Lo hiciste! -Calle aplaudió emocionada, levantándose de sus cuclillas para inclinarse hacia adelante y darle un beso a Poché -¡Tendrás que mostrárselo a todos esta noche! -Calle sonrió, su rostro lleno de alegría.

Estaba tan feliz que sintió que podía estallar, Poché realmente estaba mejorando.

*****

Esta noche estaban en la pizzería favorita de Fran, amontonados alrededor de una mesa mientras devoraban tres pizzas gigantes entre los cinco.

-Hola, ¿Quieren ver algo genial? -Poché preguntó, zumbando de emoción mientras miraba a su alrededor a sus caras. Calle le dedicó una sonrisa de complicidad, llena de su propia felicidad.

S E Ñ A S  [Caché] Where stories live. Discover now