Capítulo 8: Ese no es QingHua

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Sintió que estaba en un sueño...
Pero en un muy hermoso sueño.

Aquel hermoso paisaje no podría ser real. Para Shang Beijing debería estar en un lugar llamado el cielo. Era tan hermoso, tan etéreo como las mismas estrellas que siempre adornaban en cielo oscuro; un hermoso bosque cubierto por una homogénea capa de nieve tiño en su totalidad los árboles y las jóvenes flores que estatubieron no hace mucho tiempo intentando florecer.

En medio de todo ese hermoso lugar, se encontraba él. Como un intruso que entró sin permiso a la guarida de un dragón; él jamás fue alguien codicioso, nunca puso su felicidad sobre los demás, jamás tuvo una retribución por sus buenos actos.

"Sus actos siempre fueron bien intencionados. Pero aún así no pudo lograr tocar la felicidad"...

Aún así, en este hermoso lugar. Él chino no pudo evitar mirar a la única cosa—o mejor dicho, hombre—que le hacía sentir vivo.

Sus ojos castaños no pudieron evitar observar. Con toda la devoción de su corazón a ese hombre de largas túnicas oscuras, cabellos negros como la noche, y ojos azules que solo podrían compararse con los tonos de los atardeceres más bellos. Un tesoro encarnado en carne y hueso.

No sabia quien era ese hombre, no sabía su nombre. Pero su corazón no podía evitar latir al ritmo de las respiraciones ajenas, como si fueran una sola entidad.

"Como si estuvieran destinados a ser uno solo".

—¿Puedo saber su nombre?—él joven no pudo evitar preguntar. Observó con curiosidad a ese hermoso hombre.

La curiosidad sólo le causaba desaliento.
Quería saber, pero no sabia si era lo correcto...

No se conocían.

"¿Pero porque sentía que había olvidado algo importante?".

—¿No dirás nada?...—interrogó una vez más. Con sentimientos atrapados en su garganta, como un nudo que se enredada cual serpiente. No podía respirar.

—Te anhelo tanto, te amo tanto, te adoró tanto...—su corazón no pudo evitar llorar de dolor—Te espere durante tanto tiempo. ¿Soy acaso incapaz de tenerte incluso en mis sueños?...

Realmente era incapaz de recordar, no sabia su nombre, ni su propósito.

"Había vivido, y muerto por aquel hombre, y él realmente no lo sabría jamás".

Lágrimas de cristal cayeron como miles de gotas de lluvia. Dolía tanto y no sabia realmente...

"También quería ser feliz".

¿Porqué estaba llorando?, ¿Cuándo llegó a sentirse tan triste?.

—N-No se tú nombre—susurró en un intento en vano de tener algo, que jamás le llego a pertenecer. Estiro tanto como pudo sus dedos; Sabia que era cuestión de tiempo para despedirse para siempre de aquella ilusion que tenía de tenía de frente. Quiso tocarlo, aferrarse a él una vez más.

Como si fueran una sola carne, no quería olvidar a la persona que tanto llegó a amar y querer.

—¿De donde nos conocemos?... ¿Por qué siento tanto amor al verte?. No quiero olvidarte...—no quería esto, nunca lo quiso—Si existirá un dios, entonces yo...

"Si existiera un dios, entonces yo..."

Shang Beijing, antes conocido como Shang QingHua cerró sus ojos. Aceptando su destinó ya escrito por el árbol del mundo.

"No existe ningún dios en aquella tierra gobernada por el poder absoluto. Su único error fue carecer de esperanza..."

"Era el castigo impuesto por si mismo".

En otro lugar, en otro plano Mobei-Jun no pudo evitar sentir un escalofrío que se formaban en su columna vertebral. La forma en la que era mirado no le gustaba en lo absoluto, sus instintos de demonio estaban sonando en su cabeza como miles de campanas de emergencia.

Era extraño, pero no sentía ningún tipo de sentimiento familiar al observar los ojos castaños de "QingHua". No podía ver la alegría reflejada en esos ojos castaños, ni una pizca de nerviosismo u odio.

"No podía ver nada en lo absoluto".

El cadáver de su sirviente estaba vivo, respiraba e inclusive hablaba.

Pero aun así...

"Sintió genuino rechazo, su sirviente jamás tendría una sonrisa tan aterradora en su rostro. Jamás tendría una mirada tan en blanco".

Mobei-Jun, él soberano y rey del norte, mano derecha del emperador demonio, y uno de los demonios más poderosos del planeta llegó a una simple conclusión.

No era la persona más inteligente, era un rey que se dejaba llevar por los intentos animales. Y sus intentos gritaban peligro.

—Lord Luo—Mobei-Jun observó a Luo Binghe de reojo, su señor no era alguien estúpido. Interactuo lo suficiente con QingHua para notar que algo no estaba bien.

El mausoleos no funcionó como debería  hacerlo. La cosa que resusito no era algo de este mundo, era tan alejado a lo que él conocía, que simplemente no le causaba ningún tipo de confianza.
Vivió e interactuo lo suficiente con su sirviente; no era para nada estúpido.

Por su parte Luo Binghe observó sin parpadear a esa criatura. Él medio demonio era una de las personas más inteligentes en esa sala, su dedo dorado venia con inteligencia incluida, era un guerrero y un gobernante. Podía notar, y darse cuenta cuando existían intrigas o problemas en el medio. Sus labios se apretaron en una línea recta, no sabia que hacer en esta situación.

Necesitaba a su Shishu, ahora. Entre más tiempo se tarde, más peligroso se pondría la situación para su marido.

—"¿Quién es?, ¿Cómo es posible que haya obtenido el cuerpo de mi Shishu?"—más que asustado, estaba intrigado. Sabia de antemano que el mausoleo no funcionaba correctamente desde su batalla con su padre en este lugar. Fue su culpa el haber destruido gran parte de la estructura por su falta de cuidado y tacto.

"Sus errores pasados le cobrarían factura en un futuro no tan lejano".

No pudo evitar tener una siniestra premonición en su sangre, él lo sabía. Todos en ese lugar lo sabían...

"Sin querer llamaron al mismo diablo".

Mu QingFang no pudo evitar tener un extraño sueño.

Se encontraba en un hermoso bosque, teñido de nieve y luz lunar. Como un paisaje onírico, él médico no pudo evitar deleitarse por la imagen tan etéreo y perfecto.

Como si se tratara de un sueño hecho con todo el amor y el cariño del mundo.

Él no pudo evitar sonreír.

Si existiera un paraíso como este en la tierra...
Entonces él...

"Luego Mu QingFang despertó. En un lugar donde no existirá la nieve, ni la persona que tanto empezó a extrañar".

Shang Beijing: ¿Quién soy?

Mu QingFang: Mi esposa, ahora ven y dale un beso a tu esposo :D

Shang Beijing: :D?

Mobei-Jun: >:'/

Avión ya no será parte de esta mierdaWhere stories live. Discover now