Capítulo 14: En la lejanía de la vida

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Mobei-Jun era un demonio desalmado, un demonio que solo nació con un propósito. Y ese propósito era matar, destruir y conquistar.

Desde niño, supo lo que era la verdadera traición, la indiferencia y la ausencia.
Las personas más importantes en su vida, eran una confirmación de esas tres cosas, que tanto lo marcaron a lo largo de su infancia, hasta convertirlo en él hombre frío y arrogante que era ahora.

Su Padre, él antiguo Mobei-Jun representaba esa ausencia que tanto peso le coloco en sus jóvenes hombros. Como una sentencia de por vida.

Atrapado en un ciclo vicioso su Madre se convirtió en la indiferencia, aquellos ojos azules que le miraban con frialdad le dejaron marcas permanentes en su corazón y alma, como una sentencia silenciosa.

Y por último... Su tío, representaba la traición. Aquella que casi le quito la vida en más de una ocasión.

No tenía hermanos, amigos o sirvientes en los cuales confiar, tenía que cazar para comer, tuvo que arrastrarse desde lo más profundo de la desesperación para poder tocar con sus dedos la efímera luz.

Y luego apareció la cuarta persona más importante en su vida... Aquella a la cual le seguía llorando en las noches.

—"Mi rey, déjeme servirle por toda mi vida"...

Aquella que representaba las mentiras.

En una habitación, se encontraba un hombre alto, de cabellos largos y negros cual la misma tinta, su piel blanquecina  parecida a la nieve estaba teñida de un suave y casi nulo sonrojo celeste, sus ojos helados estaban empañados en una extraña neblina. Estaba borracho, pero a su vez no lo estaba.

Sus piernas estaban cruzadas, mientras su cuerpo se mantenía acurrucado en una esquina de la cama de Shang Beijing; Mobei-Jun estaba de alguna manera buscando respuestas.

Entre sus manos blancas, se podía observar una pequeña taza de vino, había estado bebiendo desde la mañana...

Había escuchado de su humano, que beber podía relajar las penas, una total y brutal mentira. Ahí estaba, bebiendo desde hace tiempo, pero aun seguía sintiéndose miserable, como él patético ser que era.

Estaba cansado, no físicamente, sino de forma mental. Como un pequeño niño perdido, en busca de un consuelo efímero, atrapado otra vez en esa jaula pequeña y oscura. Se sentía de alguna manera helado—como si corazón hubiera dejado de latir en algún punto—. Estaba asustado, y necesitaba respuestas.

No sabia que había causado la muerte de su Shang QingHua, y realmente no creía que todo fuera causado por una simple desviación de Qi, algo debió de causarle la muerte, algo o alguien. Tenia sus sospechas, pero más que un alivio se había convertido en un recuerdo de su incompetencia.

Shen Qingqiu, aquel que se hacia llamar hermano marcial de su sirviente, era su mayor sospechoso. Por las cartas que había recibido de los estudiantes de Shang QingHua, las cosas entre ambos señores de las cumbres habían estado algo tensas; eran niños, pero eran aprendices de uno de los mejores espías en todo su reino, era normal que tuvieran la capacidad de encontrar un poco de respuestas entre los rumores y acciones.

Una de las muchas cosas que logró aprender a los largo de los años, es que los rumores nacen de una verdad. Y esas verdad se deforma hasta convertirse en una realidad.

Quería venganza, pero sabía que sus habilidades actuales y la poca información que tenía le volvían impotente. Shen Qingqiu no solo era un señor de la cumbre, cubierto a capa y espada por los demás Lords de las cumbres, sino que también era él esposo y actual emperatriz de su señor Luo Binghe.

Estaba jodido sus planes antes de comenzar.

Entre pensamientos, no pudo evitar tomar otro trago de su frío vino, soltando un suspiro entre dientes, tenia que pensar las cosas con claridad, y por extraño que parecía, el vino le estaba tomando a dejar de lado sus instintos, para seguir el camino de la lógica.

Algo que realmente no era su fuerte, Shang QingHua siempre se encargo de hacer los planes, de planificar hasta la más pequeña cosa, él solo se conformaba con seguir órdenes. Era como un peón que creía que tenía el control de un tablero de ajedrez.

Hasta la muerte de QingHua pudo liberarse de la venda que cubría sus ojos. Estaba asustado, pero no podía permitirse fallar. No podía hacerlo...

Todo lo que trabajo QingHua a lo largo de los años, había dados sus frutos, el desierto del norte era un lugar del cual ahora se enorgullece de gobernar. Era el reino en el cual su humano tanto se esforzó en ayudar, en cuidar y guiar.

Sería un ingrato si dejaba que los esfuerzos de su amado quedarán en manos asquerosas como las de su tío, no podía morir, no podía permitiste fallar... No tenía ese derecho, dejó de tenerlo en el momento en el que Shang QingHua falleció.

Y aún así, sabiendo todo eso. En su lengua aún persistía un sabor a óxido, tenia ganas de arrancarle la cabeza a Shen Qingqiu con sus dientes, saborear su sangre, y usar su cuerpo como tributo a los dioses, para que su amado volvería a su lado.

Sus manos picaban por venganza, una venganza que no podía permitírselo. Era una sentencia silenciosa, como veneno que recorría sus venas hasta podrir su corazón y alma.

Estaba encadenado por los sentimientos y por las responsabilidades.

Tragó de golpe su bebida, sabiendo que una vez que tomara su decisión no podría arrepentirse, o escapar de las consecuencias.

"Shang QingHua, espero que estés feliz por mantenerme en la desesperación"...

No le dolía la muerte de su amado tanto como uno podía esperar, la muerte era un ciclo natural, todos tenían que morir en algún punto. Fueron en realidad las mentiras dichas a lo largo de los años que atravesaron su corazón.

Prometió estar a su lado para toda su vida... Y en vez de cumplir su promesa, le dejo un remplazo, como si una imitación pudiera engañarlo.

Ese Shang QingHua, esos ojos no le causaban para nada de confianza.

Pero como dicen algunos. El enemigo de mi enemigo es mi amigo.

Quería sangre, y venganza.

Y como demonio tenía que conseguirlo a toda costa.

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Shang Beijing: ¿No tienes el presentimiento que algo malo va a pasar?-

Luo Bingge: ¿Sabes que estamos luchando ahora mismo verdad?...

Shang Beijing: :(

Avión ya no será parte de esta mierdaWhere stories live. Discover now