Capítulo Doce.

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Brittany Pov.

Decidí coger el teléfono. Vi que era Rachel.

—Rachel, más vale que sea importante. —Respondí seria. Me había salido de la habitación dejando allí a Santana. Rachel  se había convertido en mi mejor amiga, habíamos quedado varias veces ya.
—Relaja esos humos, Brittany. Y de hecho sí, es importante. Tienes que venir de inmediato a mi casa.- dijo ella.
— ¿Qué ha ocurrido?- pregunte.
—Ya lo verás. Ven, por favor. Así además me puedes decir en qué te he interrumpido. —Colgué de golpe y me preparé para irme.
— ¿Te vas? —Escuché detrás de mí. Santana me miraba apoyada en el marco de la puerta de la habitación. La antigua Brittany se tiraría en sus brazos directamente y empezaría a besarle como una posesa. La nueva Brittany se controla, malamente pero lo hace. ¿Por qué me habían mandado a una ángel tan guapa? Era difícil no confundir la situación. — ¿Brittany?

—Oh sí, Rachel me ha llamado, dice que es importante. ¿Te importa que me vaya? —Ella negó con la cabeza.
—Quedaré con Quinn, estoy segura que no tendrá nada que hacer. Bueno, nosotras tampoco estábamos haciendo nada importante, así que... —Auch, el comentario de Santana dolió. Yo aún así me hice la desinteresada y salí de casa, ignorándole.

Todo el camino hacia la casa de Rachel  me lo pasé pensando en Santana. No podía entender por qué precisamente ella era mi ángel. Ponerme a una ángel de mi edad, tan guapa, tan... todo. Dios, me iba a volver loca. No era la primera vez que pensaba en ella de esta manera. Aunque yo siempre lo intentaba evitar, porque está muerta. Me lo tenía que recordar constantemente. No te puedes enamorar de una persona que ya no vive, Brittany. Métetelo en la cabeza. El problema es que en mi cabeza solo había una serie de cosas: el accidente, puesto que era algo imposible de olvidar, y Santana, tanto metafóricamente como literalmente, cuando me hablaba mentalmente.

Al llegar a la casa de Rachel, llamé al timbre. Al momento me abrió ella, completamente despeinada y con la ropa llena de agujeros.

—Rachel, ¿qué te ha pasado? Parece que has tenido que ir a la guerra o que te haya pasado una apisonadora por encima.
—No pero casi. Me ha tocado hacer limpieza general.- dijo ella.
— ¿Y me llamas por...?- pregunte.
—Porque necesito tu ayuda. No te pido que me ayudes a limpiar, aunque me vendría muy bien. —Yo puse los ojos en blanco. —Te pido que me ayudes a encontrar un collar de mi padre, lo he perdido haciendo la limpieza y es muy valioso, si se entera que lo he perdido me mata.- dijo Rachel.
—Vamos, tampoco será tan mala...- dije
—Una vez me ató a una silla por desobedecerlo, no pude salir hasta que ella lo quiso. —Vaya, parecía serio.
—Está bien, te ayudaré.- dije.
—Genial, gracias. —Dijo abrazándome. Yo respondí malamente al abrazo, aún no estaba acostumbrada al afecto de otras personas. A excepción, claro está de Santana, del que no solo me había acostumbrado, sino que lo necesitaba.

Acompañé a Rachel a su habitación, que parecía más bien una leonera. Cantidad de ropa y trastos estaban tirados por ahí, era un desastre.

— ¿A esto llamas limpieza? —Pregunté irónica.

—Bueno, empecé bien pero al buscar el collar ha acabado así. ¿Buscas conmigo?- pregunto ella

Y de esta manera me vi envuelta en el lío de Rachel, literalmente.

— ¿Por qué estabas con el collar?- decidí preguntar.
—Bueno, quería probármelo para usarlo en una cita...- respondió ella.
—Madre mía, ¿tienes una cita y no me dices nada? ¡Mala amiga! —Grité yo, haciéndome falsamente la ofendida. — ¿Quién es el afortunada? Espera, no me lo digas. Quinn.
— ¿Cómo lo has sabido?- pregunto ella
—Bueno, ciega no estoy, he visto miraditas. Me alegro por vosotras.- respondí.
—Gracias. Pero para que viva y pueda ir a la cita primero necesito recuperar el collar. —Seguimos buscando entre todas sus cosas. —Por cierto... ¿qué estabas haciendo?- dijo Rachel.
— ¿Cuándo? —Pregunté yo haciéndome la desentendida, aunque sabía de sobra lo que me estaba preguntando.
—Oh ya sabes, cuando he llamado. Y no me mientas, Pierce, sé cuando me mienten.- dijo ella.
—Estaba a punto de besarme con... alguien. —Ella abrió los ojos como platos.
— ¿Y luego te quejas de mí? ¡Tú tampoco me cuentas nada! ¿Quién era? Espera, no me lo digas. —Dijo imitándome. Solamente le faltaba acertar. — ¿Santana?
— ¿Qué te hace pensar que es ella?- pregunte.
—Bueno, he notado mucha complicidad. Además,la tía está buenísima y es guapísima, es un partidazo.- dijo Rachel.
— ¡Rachel! —Grité.
—Es la verdad. Si no me gustase Quinn, seguramente me hubiese fijado en Santana. De hecho me parece más guapa Santana, pero la personalidad de Quinn me conquistó. El humor de Santana... no es mi estilo. En cambio el tuyo sí, parecéis tener algún tipo de conexión. —No sabes cuanta. —Como si os entendieseis con la mirada, una conexión en la que no hace falta hablar. —Si tan solo Rachel supiese cuánta razón tenía en este momento...
—Es una forma de verlo. Y sí, Rachel. Era Santana. —Ella empezó a aplaudir, orgullosa de haber acertado. —Pero no ha pasado nada, al final.
—Soy una corta rollos, me siento fatal.- dijo Rachel.
—Rach, creo que he encontrado tu collar. —Dije cogiendo uno. Se lo enseñé y ella asintió.
—Te debo mi vida. ¿Algún modo en que pueda pagártelo? Ya sé, iremos en una cita doble con Santana  y Quinn.- dijo ella.
— ¿Tú te flipas, verdad? —Pregunté irónica. No me veía en una cita, y menos en una doble cita. Nunca fui ese tipo de chicas, de hecho creo que nunca he tenido ninguna cita seria en mi vida.
—Mira, hasta hablas como ella ya. Y no, no lo hago. Vamos será divertido. Podemos ir al cine, a patinar, a jugar a los bolos... Tengo muchísimas ideas. Además, así podrás pasar más tiempo con Santana. —Claro, Rachel no sabía que en realidad Santana vivía en mi casa. Decidí asentir. —Dime, ¿Santana te gusta? —Consideré la pregunta. Santana me atraía muchísimo, pero gustar... no sabría que decirte totalmente segura.
—No lo sé, algo hay. —Respondí sincerándome.
—Pues ya está, os venís a una cita las dos y punto. Si no considéralo como una quedada de amigas... romántica. —Yo intenté aguantarme la risa pero no pude. Menudas ocurrencias tenía.

—Está bien, acepto. Aunque no sé yo si conseguirás convencer a Santana.- dije.
—Créeme, tengo un don para esto. Confía en mí. —Dijo guiñándome el ojo. Al parecer la doble cita estaba en marcha. Yo solo esperaba que no fuese un desastre.

Heaven is a place on Earth. (Adaptación Brittana)Where stories live. Discover now