#45

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—Maldito debilucho, das asco —Dijo el niño de camisa azul empujándolo al suelo, cayendo de manera que sus brazos definitivamente iban a tener moretones. 

El segundo niño de camisa verde rio. —Por si no fuera suficiente con tu rostro también tenías que ser débil —El niño quitó su mochila de su espalda y antes de que Tadashi pudiera reaccionar sintió todo el peso de la mochila llena de libros en su rostro. Tadashi una vez más se quedó congelado.  El nudo en su estómago cada vez se apretaba más y más. Su visión se estaba nublando, no solo por las lágrimas acumulándose en sus ojos. —A ver si cargando todas nuestras mochilas te haces un poco más fuerte, anormal. 

A esto, los otros dos chicos rieron  y asintieron cruelmente, sacándose sus mochilas y tirándolas a la cara del pecoso.

Su respiración se comenzó a acelerar. Trataba de concentrarse en algo y hacer los ejercicios que su mamá le había recomendado pero era imposible. Su visión se estaba cerrando; le hubiera gustado decir que estaba viendo a la cara a sus abusadores para luego decirle a un adulto, pero a éste punto todos los rostros eran lo mismo. Nadie lo veía a la cara de todos modos, ¿por qué él debería? Todos lo trataban como si fuera basura andante.  

Estaba comenzando a hiperventilarse, su percepción de la realidad perdiéndose poco a poco, su cerebro solo pudiendo concentrarse en una sola cosa: el sentimiento de que no importa cuánto tratara, no importaba lo mucho que lo quería o qué tanto lo intentaba a pesar de los nervios que lo derrumbaban, nunca iba a ser suficiente. Todos lo odiaban sin importar qué y que el mundo estaría mejor sin él.

Ya saben, los pensamientos que un niño de ocho años debería de tener.

Las lágrimas salieron sin restricciones, ya no le importaba nada.

—Ay miren, ya se puso a llorar —Dijo uno de los niños, a éste punto para Yamaguchi solo eran voces, no sabía de quién venía. 

—Ugh, siempre le tienes que quitar la diversión a las cosas —Dijo otro dándole una patada en el estómago. Su amigo tomó la mochila que tenía recostada en las piernas y la dejó caer en su cuerpo a más altura, sacándole a Tadashi el aire de los pulmones.

—Ya acaben con esto, por favor. No importa cómo, solo déjenme en paz. —Yamaguchi pensó, exhausto de que todos los días terminaban con alguien dándole una paliza que le daría aún más problemas en casa. 

Uno de los chicos estaba a punto de darle otra patada, ésta vez en la cara, y Yamaguchi cerró los ojos esperando el impacto, pero éste nunca llegó. Abrió los ojos confundido, buscando el motivo, y se encontró con los tres chicos mirando a un chico que estaba caminando por el parque y se había parado a ver la escena. 

El chico era alto, muy probablemente mayor que él. Tenía puesto un uniforme morado de volleyball y llevaba lentes. Tadashi juraba que lo había visto en un lugar antes. 

Uno de los niños quitó la vista de la dirección del rubio y jaló la camiseta de otro para llamar su atención. —Ey, ¿Qué está haciendo ese niño de sexto aquí? Pensé que dijiste que nadie pasaba por el parque.

El mencionado miró a su amigo. —No es de sexto, es Tsukishima Kei, de nuestro grado, pero está en la clase de los avanzados.

—Tsukishima Kei... por eso me sonaba familiar —Pensó Yamaguchi. Su clase era solo un nivel más bajo que el avanzado, pero estudiaban prácticamente los mismos temas. Ahora recordaba haber visto al rubio en varias ocasiones por los pasillos, pero pensaba que estaba subiendo las escaleras hacia los salones de los mayores así que no le dio importancia. 

I love you tooWhere stories live. Discover now