#55

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Antes de que Yamaguchi contestara a su mensaje Tsukishima se levantó de su cama prácticamente con un brinco y fue a el cuarto de lavado para tomar unos trapos, el trapeador y demás productos para limpiar la casa como si su vida dependiera de ello.

—Maldita sea el momento en el que decidí que casi toda la casa fuera blanca. Kei del pasado me desprecia, estoy seguro —Se quejó Kei, por milésima vez culpando a "Kei del pasado" por sus acciones, mientras limpiaba la mesa del comedor que, como no, era de cristal. 

Cuando terminó de limpiar la mesa, no sin antes acabársele la fe en la vida al por accidente reposar la mano en la parte donde ya había limpiado, le llegó la respuesta de Tadashi. Sonrió al celular y le mandó su dirección. Ya habían acordado en una hora hace unas semanas, pero Tsukishima igual suponía que el castaño iba a llegar tarde, manejar con las calles como estaba iba a ser tardado.

Estaba pensando en si hubiera sido una mejor idea ir a recoger al castaño que dejarlo venir a él, cuando el alma casi se le sale del cuerpo al escuchar el trueno que se escuchó. Tremendo juego de boliche que se estaban aventando los angelitos, lo agarraron desprevenido. 

El rubio agitó su cabeza y siguió con su tarea de limpiar todo su rancho; misión que después de unos minutos se se convirtió en limpiar el piso de abajo y a la mierda todo. Su casa no era una mansión ni mucho menos, pero igual el cabrón no era humilde, entonces había mucho terreno que cubrir y su instinto maternal aún no le había llegado, entonces no pudo limpiar la casa con la velocidad requerida para dejar orgullosa a la señora del mercadito a la que le compraba las verduras.

—Bueno, al fin y al cabo probablemente estemos abajo todo el rato, aquí tengo la tele grande, sillones, puedo traer más cojines si acaso, hay un baño abajo y ya tengo comida aquí, entonces debería de estar bien— Tsukishima pensó, ahora limpiando el sillón blanco que daba a la televisión colgada en la pared. —Arriba solo está otro baño más grande, el balcón que no vamos a ocupar, mi oficina y mi cuarto- —Tsukishima dejó de sacudir el sillón. Por ninguna razón aparente, fue corriendo a su habitación a limpiarla .

Por si acaso, uno nunca sabía.

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Una hora y media pasó y Tsukishima determinó que la casa estaba lo suficientemente limpia para no dar asco. Prendió unas velitas y encendió el celular para ver la hora. Tadashi debería de llegar dentro de aproximadamente dos horas, tal vez más, Kei no sabía qué tan lejos estaba su casa. Resopló caminando a su cuarto de nuevo. 

En cuanto llegó se  tiró de cabeza a la cama teniendo que usar toda su energía para no cerrar los ojos y quedarse dormido. Quién diría que quedarse despierto hasta las cinco de la mañana teniendo un compromiso por la tarde sería mala idea. 

Pensándolo bien a lo mejor y era la mejor idea tener la cita en casa porque si iban a otro lugar no había garantía de que Tsukishima no se quedara dormido en la mitad de ella. Tsukishima se dio un golpe el el rostro para poder concentrarse, tanto pensar en dormir le estaba dando aún más sueño, ya había tomado más de una taza de café pero aparentemente había llegado al punto en donde su cuerpo ya se había acostumbrado a la absurda cantidad de cafeína que Tsukishima consumía a diario porque ya no le hacía efecto.

Gruñendo se salió de su dulce cama prácticamente arrastrándose y llegó al armario. Lo abrió y lo miró fijamente por al menos cinco minutos antes de hacer algo. En realidad no había mucha elección, casi toda su ropa era prácticamente igual, pero aún así, la ilusión de tener opciones no se la quitaba nadie. 

Al final decidió por algo simple, pero que no pareciera que se acababa de despertar tampoco. Tomó una camiseta negra de su amplia colección de 30 iguales, una camisa manga corta con cuadros amarilla y negra para ponerse encima de la otra y unos pantalones beige y se metió a la ducha para darse un baño.

I love you tooWhere stories live. Discover now