XI.

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Cementerio Aoyama.

Naruto dio un largo bostezo de cansancio. Prefería haberse quedado sentado viendo las nubes recorrer el cielo, pero algo le decía que estar en Shibuya sería más entretenido.

Su celular vibró ante la llamada de algún chamán con noticias o algo parecido.

- Moshi, Moshi- saludó el rubio.

Naruto escucho aburrido las noticias que le estaban dando. Mientras tanto, se distraía desenvolviendo una nueva paleta, lista para comerla.

A su lado, Itadori trataba de escuchar algo de la conversación. Frente al par de estudiantes, se encontraban otras dos personas. Mei Mei, y su hermano pequeño, Ui Ui.

No eran el grupo que mejor se llevaba, pero eran fuertes individualmente. Aunque Itadori y Naruto en equipo eran un peligro. Tal como lo demostraron contra Hanami.

- Cambiaron nuestro destino- informo Naruto colgando la llamada.

El rubio comenzó a caminar hacía la derecha siendo seguido.

- Pusieron una pantalla idéntica a la de Shibuya en la estación del templo Meiji- dijo Naruto saboreando la paleta.

- Un momento- advirtió Mei Mei deteniendose- La estación queda para el otro lado- exclamó apuntando hacía la izquierda.

- Lo sé- respondió Naruto siguiendo su curso-. Ustedes tres irán hacía allá. Yo iré solo a otro lado, porque soy bábaro-

Itadori negó con la cabeza levemente.

- ¿Seguro que te dieron esas ordenes?- preguntó Mei Mei.

- No, la orden es que vaya con ustedes. Pero no quiero- sentenció Naruto-. Soy libre de mover las cosas que quiera- exclamó siguiendo caminando dándole la espalda a los presentes.

- Naruto, ordenes son ordenes- mencionó Itadori.

Flush.

Todos se quedaron en silencio. Naruto había desaparecido en un parpadeo yéndose de la escena.

- Vamos a la estación Meiji- dijo Mei Mei tomando el mandato del grupo-. Iremos corriendo, ¿podrás seguirme el paso?-

- Seguro- contestó Itadori.

El recipiente de Sukuna volteó su mirada hacia atrás por donde el rubio había desaparecido. Aún para él, Uzumaki Naruto era un misterio.

 Aún para él, Uzumaki Naruto era un misterio

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Varios minutos después. Shibuya.

Una pequeña niña se abrazo al pecho de su madre con miedo. La mujer, temblando, respondió al abrazo de su hija. Frente a ellas se encontraban humanos mutados con apariencias horribles. Todos los no-hechiceros estaban siendo atacados.

- Las tengo-

El humano mutado extendió su brazo en dirección.

¡Vwum!

Hechicero. Where stories live. Discover now