2. Malas Decisiones, bar y cocina

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Luego de tremenda pisoteada al orgullo, cualquier persona normal se limitaría a aceptar la derrota con la frente en alto para después marcharse a su casa con el propósito de llorar a gusto con un bote de helado

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Luego de tremenda pisoteada al orgullo, cualquier persona normal se limitaría a aceptar la derrota con la frente en alto para después marcharse a su casa con el propósito de llorar a gusto con un bote de helado.

Pero como no soy normal, acepté la invitación para ir a tomar algo después del trabajo en honor a Liam.

Que puedo decir, vivo sola y me prometieron que habría comida gratis así que lo siento pero hay prioridades.

—Hubiera sido aburrido ir a Shanghái de todos modos. —dijo Mónica agitando su cerveza al hablar— ¿Ver las nubes pasar a tu lado desde el observatorio de los rascacielos Pudong? pff, eso no suena para nada interesante.

Con la mejilla apoyada de la barra me giré para verla con los ojos entrecortados.

El lugar donde estábamos coincidencialmente celebraba su reapertura esa misma noche, le habían cambiado el nombre a "Malas Decisiones, bar y cocina". Era uno de esos bares que tenían una gran terraza decorada con una guirnalda de focos, decoración genérica sacada de Pinterest y servían la comida en platos y vasos con estilo vintage que te hacían sentir especial.

Ya había acabado de devorar cinco tacos y tan solo estaba esperando el postre para irme con mi dignidad en el suelo, pero el estómago lleno.

—Bueno puede que suene divertido... —añadió jugando con uno de sus rizos apretados—. Pero míralo del lado bueno, por lo menos no es Seúl.

Gruñí por la frustración y estruje mi rostro con mis manos de una forma tan descuidada que haría gritar a mi dermatólogo.

—No entiendo cómo él puede ser mejor que yo si soy la que debe hacerle gran parte del trabajo. Soy eficiente, organizada y además de eso tuve que aprenderme sus estúpidos códigos de colores porque el señorito me lo pidió. Sin mí, no sería nada y no es justo que él haya ganado.

La expresión de Mónica decía te compadezco por todas partes. Pero ella como buena amiga que es, decidió ponerme el pico de su botella en la boca para que me bebiera el contenido restante de la cerveza mientras ella me daba palmaditas en la espalda.

Si, esto era deprimente.

—Me gustaría darte la razón y hablar mal de él a sus espaldas el resto de la noche, pero me temo que aquí viene—. Señaló con la barbilla a mis espaldas.

Seguí su mirada y tal como ella había dicho, se acercaba el mismísimo diablo personificado.

Por mucho que me gustara decir lo contrario, Liam no era feo. Debía ser el hecho de que siempre iba peinado, bien vestido y tenía unas facciones bonitas. También tenía unas pestañas frondosas que hacían resaltar mucho el gris apagado de sus ojos.

¿Por qué la actitud de algunas personas no podía ser proporcional a su cara? Diosito te amo, pero eres algo injusto a veces.

—Mónica. —La saludó al llegar a nosotras con una sonrisa—. Lamento interrumpir, ¿te importaría darme unos segundos con mi asistente?

Creo que me acosté con mi jefe.Where stories live. Discover now