17. Maquina de traumas

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Si, traumar de por vida a un niño es incomodo

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Si, traumar de por vida a un niño es incomodo.

¿Pero saben que es peor?

Un viaje de más de doce horas al lado de Liam.

Esta noche volábamos a Boston, más tarde a Los Ángeles y por último a Shanghái.

Todo esto significaba que perdería la paciencia más de una vez, pero me prometí mi misma que no dejaría que el idiota me arruinara la experiencia.

Ya había llegado al aeropuerto, pasé por el chequeo y revisión de maletas, estaba arrastrando mi equipaje de manos hacia el área de abordaje cuando me di cuenta de que cara-de-anormal ya estaba en uno de los asientos de espera con su equipaje a un lado y su atención puesta en su celular.

Llevaba puestos unos joggers y un abrigo con capucha negros. Ambos demasiado distintos a la vestimenta formal con la cual estaba acostumbrado a verlo todos los días.

Era... distinto.

—Llegas tarde —me dijo a modo de saludo.

¿Cómo reparó en mi presencia sin siquiera despegar la vista de la pantalla?

Pues esas con cosas de gente mala y que es fiel seguidora del maligno que no tienen explicación.

—Llegué justo a tiempo, tu te adelantaste. No es mi problema.

Él negó con la cabeza.

—¿Planeas comportarte así todo el viaje?

—Todo depende de como te comportes tú.

Mi querido jefe, me dedicó una mirada que me decía que se estaba considerando entre despedirme o matarme.

Yo sólo reí por lo bajo y decidí tomar asiento a su lado.

Frente a nosotros, se desplegaba en la explanada abierta un repertorio de luces y el movimiento de todo el personal encargado de hacer que este aeropuerto funcionara.

Momentos como este, me hacían muy feliz. Me hacía volver atrás, recordando los viajes que hacía cuando era más pequeña e iba de visita a la casa de mis abuelos en Nueva York por las navidades.

La tradición aún se mantenía, sólo que ahora ellos decidían venir directamente a mi casa en Santiago de visita.

—Sabes —habló Liam, sacándome de mis pensamientos—. Estuve viendo la agenda del evento y con tantas actividades creo que es posible que no tengamos contacto el uno con el otro si nos organizamos bien.

Teníamos programadas una serie de charlas, seminarios y hasta una pequeña feria de libros. Todo giraba en torno al derecho internacional y relaciones entre distintos países. Eran tan solo diez días, pero tenía intenciones de usarlos al máximo.

—Creo que es la mejor idea que se te ha ocurrido en mucho tiempo.

—Sólo lo propongo con tal de seguir el consejo de Oliver, para evitarte a toda costa.

Fruncí el entrecejo.

—¿Por qué me deberías evitar según él?

—Porque fuiste super rara ayer y ahora está preocupado.

Ay no.

Me ruboricé al recordar lo ocurrido el día anterior.

Ahora resulta que no solo cargo con mis traumas y mierdas personales, sino que también los estoy creando para otras personas.

¡Me convertí en una maquina de traumas!

— No fue mi intención —dije rascando la parte trasera de mi cabeza.

Escuché cuando bloqueó su teléfono celular. Seguí sus movimientos desde cuando lo guardó en el bolsillo de sus pantalones hasta cuando levantó su mirada y cruzó sus ojos con los míos.

Cargaba mil palabras en aquella mirada, y tan solo una sonrisa en los labios.

—Gracias a ti, él empezó a hacer muchas preguntas sobre ese tal Legolas y también las hadas. Una pregunta llevó a que habláramos de Tolkien y, al llegar a casa, vimos El señor de los anillos sin planearlo mucho. Puede sonar como algo simple pero es la primera vez en la cual lo veo emocionado por algo que no tenga que ver con política o personas poderosas. Creo que, por una noche, lo hiciste un niño.

Tragué en seco.

—Liam Rodríguez, ¿acaso me estás agradeciendo por hacer algo bien? Oh. Por. Dios. ¿Sabes qué? no digas nada, yo guardaré esta fecha en mi agenda como el día en que recuperaste la decencia humana por un milisegundo.

Él estuvo a punto de decir algo al respecto, pero justo en ese momento lo interrumpieron.

Una indicación en las bocinas cercanas a nosotros, nos decía que era hora de abordar el primer avión.

—Sabes —dijo reuniendo sus cosas—. Aunque está claro que no somos los mejores amigos en el mundo y nuestra relación laboral es más un chiste que otra cosa a este punto, creo que tenerte como compañera en este viaje fue una buena elección. La mejor opción.

Y se fue.

Ocupando un lugar en la fila para abordar.

Dejándome por mi cuenta con este desorden de emociones en mi cabeza.

Y un 'yo también' que murió en mi lengua.

Creo que me acosté con mi jefe.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora