4. Puro chantaje

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No podía creer lo que estaba viendo en la pantalla de mi computadora.

Ya le había devuelto su camisa a Liam, por lo que ahora llevaba puesto mi pijama. 

El encontró sus pantalones pero no había ni rastro de sus zapatos de sus zapatos, así que lo mejor que se me ocurrió era prestarle mis pantuflas de unicornio porque era lo único que tenia donde cabían sus patas de pie grande.

Creo que habíamos visto el clip de la grabación del momento en que llegamos a mi departamento unas quince veces y aun no entendía nada: primero llegaba Liam con nada más que sus pantalones cargando mi cuerpo inconsciente envuelto en su camisa, pero el se veía tan mareado que cuando llegó a la puerta me dejó a un lado de la entrada echa un ovillo y él se recostó a mi lado.

Ambos estuvimos tirados en mi entrada por varios minutos durmiendo.

Luego, en algún punto yo me desperté, rebusqué por debajo de la alfombra de mi entrada y abrí la puerta con mi llave de emergencia. Después jalé por la pierna a Liam y ese fue el final de la grabación.

—¿No tienes otro ángulo? —cuestionó dando sorbos a su café.

—No, sólo tengo una cámara.

Liam tornó los ojos.

—¿Quién compra sólo una cámara de seguridad?

Me sentí tentada a tirar mi café sobre él. Pero me contuve porque luego tendría que limpiar el sofá, así que no valía la pena.

—Pues estaba en oferta y como puedes ver, sólo soy una pobre paralegal que apenas sobrevive con el salario mínimo.

—Si, si, eres miserable —dijo como para dejar de lado el punto—. Entonces no tenemos mucho, pero por lo menos podemos asumir que ninguno se propasó con el otro.

Si me dejaba llevar por la imágenes que presenciamos, era claro que ninguno de los dos estaba en sus cinco sentidos. 

Y es que considerando que yo batallé muchísimo para abrir una puerta y él fue jalado por una pierna y ni se inmutó, era imposible que alguno de los dos tuviera animo para hacer el encueramiento.

—Si detienes la grabación hasta el momento en que me trajiste cargada se podría malinterpretar.

El se acercó de nuevo a mi laptop para rebobinar el video hasta el punto donde él aparecía nuevamente conmigo en sus brazos.

—Jamás me atrevería a hacerte algo así. —Me miró muy serio—. ¿Desear que te atropelle un camión de payasos? por supuesto, pero nunca abusaría de ti.

Uní las cejas.

—¿Qué tienen que ver los payasos?

Él ahogó una risa.

—No tiene nada que ver, es solo que te relaciono con los payasos así que siempre vienen a mi mente cuando pienso en ti.

Indignada, lo golpee en el codo.

—No sé como tu boca tiene la habilidad de hablar tanto y nunca decir nada que valga la pena.

Me ignoró para darle un último trago a su taza de café.

Esto era surreal. Liam esta aquí, en mi departamento tomando café de una de mis tazas luego de la peor borrachera de mi vida. De no ser por eso que acababa de decir, parecíamos personas decentes que se soportaban.

Mónica no me iba a creer nada de esto cuando se lo contara el lunes.

—Como sea, ya puedes borrar el video y haremos como que esto nunca pasó.

Me volví a él extrañada.

—¿Por qué quieres que lo borre?

Él tomó mi taza ahora vacía también y la llevó junto con la suya al fregadero. Sin decirle nada, empezó a fregar ambas. Eso me tomó por sorpresa.

—Porque los dos sabemos cuanto me detestas y no planeo irme de aquí sabiendo que existe un video vergonzoso mío en tu poder.

Pude haberle hecho caso y el video estaría borrado sin problema alguno, porque convertirlo en un meme no era precisamente una de mis metas en la vida. 

¿Tenerlo a seis metros bajo tierra de distancia mía? claro que si. Pero desperdiciar mi tiempo haciéndolo el hazmerreir, no.

Aún así, una mejor idea llegó a mi cabeza.

—Creo que se me ocurre algo—. Dije con una gran sonrisa en mi cara.

Cuando Liam terminó de limpiar nuestras tazas volteó en mi dirección para decir algo más, pero su semblante cambió completamente al ver mi sonrisa.

—¿Qué tramas Areli?

No podría ni explicar con palabras lo que sentí cuando se me ocurrió la más brillante idea.

—Puede que envíe la parte del video donde me cargas a recursos humanos.

Liam casi se resbala en medio de mi cocina.

—¿Pero que co...?-

—Aun no termino —lo interrumpí con un dedo alzado—. Puedo borrarlo justo ahora, si me entregas algo a cambio.

Liam a este punto estaba tan enojado que sumado con ese mechón blanco en su cabeza parecía villano de Disney. Podía ser la madrastra de una princesa.

—¿Qué diablos quieres?

Y aquí señores es donde les pregunto, ¿Qué hubieran hecho ustedes?

Tenía la oportunidad perfecta para hacerlo perder el juicio, y la aproveché con tan sólo decir una palabra:

—Shangái.

No sonreí más porque me era imposible. Liam por su parte, entrecortó los ojos.

—Eso no es justo, me estas chantajeando.

—Puede que si, puede que no —dije en un tono infantil cruzándome de piernas—. ¿Quién sabe?

Él posó las manos a los lados de su cadera.

—Estoy considerando encerrarte en tu habitación y borrarlo yo mismo desde tu laptop.

Me encogí de hombros.

—Puedes intentarlo, pero sería en vano porque la grabación completa está en mi Icloud.

Liam murmuró un par de maldiciones mientras rebuscaba en los bolsillos de sus pantalones, sacó su celular y lo desbloqueó para después lanzarlo a mi lado en el sofá.

Digo, prácticamente esquivé el teléfono porque casi me golpea en la cara.

—Envía el correo de mi parte al Consultor diciendo que te cedo el viaje. Yo iré a mover mi carro mientras tanto, cuando vuelva quiero que ese video esté eliminado.

—¡Si señor!

Esta es la primera vez en los meses que tenía a su lado en la cual estaba ansiosa por seguir sus ordenes.

Justo empecé a teclear el correo desde su teléfono cuando el salió de mi departamento. 

Creo que esta fue la mejor idea que se me ocurrió en meses. Tendría mi viaje a China, logré sacar a Liam de sus casillas y mi mamá vería que estaba empezando a lograr cosas por mi cuenta. Estaba emocionada por lo que el destino me tenía preparado.

Liam regresó a los cinco minutos con la cara pálida.

—Mi auto no está.

Creo que me acosté con mi jefe.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora