20. Necesito un trago

31 5 0
                                    

Llegó el primer día del congreso de Derecho Administrativo, y las cosas iban de maravilla.

Logramos atender a muchas conferencias, conocimos a personas que habían asistido de todo el mundo y también conseguimos comprar algunos libros.

—Esto está increíble —dije emocionada a Liam—. Por fin siento que valió la pena soportar ver tu cara todos los días.

Me gané una mirada desaprobatoria de su parte.

—Veo que se divierten —dijo un joven acercándose a nosotros.

Lo identifique por la charla de hace unos minutos a la que asistimos ya que él fue quien presentó a las personas que participaron. 

Según la tarjeta de identificación que todos llevábamos colgadas, era Ecuatoriano. Su piel era trigueña y su cabello oscuro que esta peinado a un lado, tenía una sonrisa hermosa y un acento bastante encantador.

—Si, estoy emocionada por esta experiencia —respondí con una sonrisa para parecer cortes—. Desde que estaba en mi primer año de la universidad no me sentía así de entusiasmada por estos temas.

El chico asintió.

—Mi nombre es Eduardo, pero puedes llamarme Eddie —me estrechó la mano—. Noté que estabas encantada en la charla que acabo de presentar, aunque no sé si puedo decir lo mismo de tu pareja.

Liam alzó una ceja.

—Prefiero guardarme mis impresiones para mí mismo —escupió en mal tono.

Ahí estaba, volvía a ser tan apático como siempre.

—No somos pareja —intervine antes de que esto se pusiera incómodo—. Somos compañeros del trabajo.

Los labios de Eddie se ampliaron una sonrisa.

—Eso es un alivio porque me permite atreverme a invitar a esta hermosa dominicana a la fiesta de esta noche en la disco del hotel. Es un encuentro social para hispano hablantes que asisten al congreso.

—Suena increíble, pero me temo que debo de asistir con Liam —señalé en su dirección—. Mi chino es pésimo, y me pierdo con facilidad.

El entusiasmo de nuestro amigo Eddie disminuyó considerablemente.

—Claro, pueden venir ambos. No hay problema alguno.

—Supongo que nos vemos en la noche. Hasta entonces.

Así de abrupta como sonó mi despedida, fue como se sintió ya que sin darle tiempo de respuesta tomé a Liam por el brazo y lo arrastré conmigo al área donde tenían los bocadillos.

Cuando estuvimos lo suficientemente lejos, Liam habló.

—¿Qué rayos fue eso?

—Pues nos invitaron a una fiesta esta noche —dije obvia.

—Si, pero al final te alejaste de ese tipo de manera no muy sutil.

Me encogí de hombros antes de servirme la décima taza de café del día para combatir el jet lag.

—Pues es obvio que estaba coqueteando conmigo, prácticamente tuve que meterte a la conversación porque de lo contrario parecía que iba a babear sobre mí en cualquier momento.

—¿Cómo sabes que estaba coqueteando contigo? —preguntó confundido.

A veces olvidaba lo estereotipadamente idiota que es Liam la mayor parte del tiempo.

—Solo lo sé.

El asintió, no muy convencido de mi respuesta.

—Debí haber esperado que levantarías la atención con ese conjunto que llevas puesto.

Creo que me acosté con mi jefe.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora