13. Ano en llamas

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—Monica, necesitamos hablar —irrumpí en la oficina de la morena rizada, asegurándome primero de haber cerrado la puerta con llave para evitar ser interrumpidas.

Pero mi mencionada amiga, ni se inmuto en levantar la vista del monitor ya que traía unos AirPods pegados en sus orejas y no me había escuchado. Por el reflejo del cristal de sus anteojos pude ver que en su pantalla estaban pasando una secuencia de colores a una increíble velocidad...

¿Que diablos?

—¡Monica! —dije ahora más fuerte, haciéndola saltar en su asiento por la sorpresa. —No es posible que estés viendo anime en el trabajo.

Y lo peor de todo, es que ni lo disimulaba demasiado ya que había estirado las piernas sobre el escritorio.

—Eliza, querida —me dijo en un tono pacifico, que denotaba las ganas que tenía de clavar sus uñas en mis ojos—. ¿Se supone que tienes algo que decirme o viniste a cuestionar la forma en la que decido sobrellevar el estrés laboral?

Técnicamente, su punto no era válido porque apenas empezaba el día. Así que dudo que estuviera tan estresada a esta hora de la mañana.

—Quiero hablar sobre algunas cosas que pasaron en mi consulta de ayer.

Ella se dignó a poner su ordenador en pausa y asintió en mi dirección.

—Cierto, no estabas acá ayer, creo que lo olvidé. —se excusó—. ¿Qué tal tu diarrea?

Fruncí el ceño.

—¿Como que diarrea?

—Le pregunté a Liam sobre tu ausencia y me dijo que habías faltado por esa razón. —frunció los labios al terminar la oración—. Aunque a juzgar por tu cara, me parece que no es así.

Claro. Un día libre de él y don idiota de alguna forma logró fastidiarme sin siquiera tener contacto conmigo.

—Ignoremos a Liam por un momento. Lo que quería decir es un tanto serio.

—Soy toda oídos.

Me mordí el labio inferior antes de continuar.

—Dijiste que fuiste a una psicóloga una vez, así que me preguntaba ¿cómo fue la experiencia?

Ella miró hacia arriba por unos segundos, como tratando de alcanzar los destellos de un recuerdo que flotaban por encima de ella.

—Fue hace mucho tiempo. Yo era muy joven, mis padres se divorciaron y pues tan solo recuerdo que estaba esta señora haciendo preguntas sobre mis rutinas diarias, sobre si extrañaba a mi padre en casa y hasta me preguntó por el nombre de mi oso de felpa preferido. —sonrió ante la idea—. Creo que trataba de mostrarse amigable y hacer su trabajo a la vez, pero supongo que funcionó porque tengo una relación decente con ambos de mis padres.

Eso sonaba... demasiado fácil.

Supuse que eso debió haber sido hace tanto que no me era de utilidad. No estaba muy segura de cómo esas cosas funcionaban aún, pero creo que la experiencia de una niña no sería para nada parecida a la de una adulta.

—¿A qué viene la pregunta?

Monica me tomó por sorpresa, porque me había perdido demasiado en mis pensamientos y no le había respondido nada luego de su explicación.

—Lo que pasa es que ayer estuve en una revisión de rutina con la ginecóloga.

—Oh, así que tú ano no estaba en llamas después de todo.

Creo que me acosté con mi jefe.Where stories live. Discover now