8. ¡Que viva Haití!

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—¡Bounjour Chris! —saludé muy animada. —Comman ou we?

Christophe quién hasta ese momento estaba absorto a la pantalla de su teléfono celular, levantó la vista y la sorpresa genuina brilló en sus ojos marrones.

Y no era para menos, no todos los días ves a una de tus compañeras de trabajo entrar a tu oficina con una gran sonrisa y una bolsa de papel con comida en su interior.

Estaba confundido, y yo amé cada segundo de ello.

—No sabía que hablaras Creole —alzó una ceja.

—La verdad es que no, eso es lo único que sé decir. Lo que pasa es que mi profesor de francés del colegio era haitiano y siempre decía eso al entrar al salón de clase. —Me encogí de hombros. —Aunque ahora que lo recuerdo, creo que nos enseñó algunas malas palabras por igual.

Chris por igual era haitiano, pero según lo escuché el primer día se había mudado a esta parte de la isla junto a sus padres a los cuatro años o algo así. Sin embargo, y a pesar de gozar de los beneficios de su doble nacionalidad, el siempre se había mostrado más inclinado a la parte Haitiana que corría en sus venas y se delataba en su piel.

La evidencia de ello, era el broche con el escudo de Haití que siempre traía prendido en sus chaquetas y las grandes imágenes que habían colgadas en su oficina. En estas, se apreciaban las playas paradisíacas rebozadas con agua cristalina, barcos pesqueros que parecían diminutos puntos coloridos a la distancia y por último unas fotografías de un par de niños jugando fútbol que intuí serían los hijos de Chris.

Por alguna razón, esta oficina me hacía sentir más a gusto que las otras.

—¿Eso que traes contigo es para mí?

—Si, te hornee pan haitiano para que lo acompañes con tu café. Busqué la receta en youtube y todo.

La masa del pan era muy densa para mi gusto, pero acompañado de mermelada y una buena taza de cafe espumoso era un excelente desayuno.

Él soltó un largo suspiró y me indicó que tomará asiento en la silla frente a su escritorio.

—Areli, a menos de que esto sea una señal de que por fin mis esfuerzos dieron frutos y los jóvenes como tú entienden la importancia de aprender Creole, sé que tramas algo.

Llevé de manera exagerada una mano a mi pecho para fingir que me hacía la ofendida.

—Tal vez haya decidido simpatizar con mis vecinos haitianos y dejar de lado mis prejuicios-

—Si, claro. —el río por lo bajo. —Por más increíble que suene, las chicas de tu edad prefieren aprender coreano a estas alturas.

Fruncí mis labios. Diablos, Chris era bueno en estas cosas. No me saldría con la mía tan fácil.

—¿Te refieres a Mónica?

Él tornó los ojos al cielo.

—Si. La invité a cenar a mi casa hace dos semanas y ahora mi esposa es fan del kpop.

Su comentario me causó gracia.

—A mi me recomendó ver un drama una vez. —entrelacé mis dedos sobre la mesa y eché mi cuerpo al frente para fingir seriedad—. Desde entonces, no ha habido vuelta atrás.

Chris soltó una carcajada.

—¿Ahora me dirás que es lo que quieres de mí?

Me enderecé en mi lugar.

—Pues... quería saber si recuerdas algo de la fiesta del otro viernes, en la que celebramos el viaje de Liam.

Unió las cejas y estuvo a punto de decir algo, pero creo que mi cara delató lo mal que me sentía ya que él se detuvo.

—¿Acaso no recuerdas? —cuestionó en un susurro.

Los recuerdos de sentirme como una fracasada vinieron de regreso a mí. Otra vez era una niña inmadura que no podía cuidar de sí misma, una preocupación más para mí madre.

Era asfixiante.

—No —musité.

—¡Santo Dios Areli, pudieron hacerte daño! —exclamó preocupado. —Por fortuna, recuerdo que Liam se ofreció a llevarte a casa luego del karaoke. Estoy seguro que él cuidó de ti.

Me eché hacia atrás para cruzarme de brazos.

Si Liam se ofreció a llevarme, ¿Por qué su auto no se movió del estacionamiento del trabajo en todo el fin de semana?

Obviamente, no lo delataría a él sin su consentimiento. Así que me guarde la pregunta.

—¿Sabes cómo llegamos al Karaoke?

Él asintió. Me respondió luego de trotar un trozo del pan que le había traído y ahora estaba en medio de nosotros en su escritorio.

—Caminamos unas cuadras a pie saliendo del bar. —esbozó una sonrisa, como recordando algo en medio de la conversación—. Sabes, tú y Liam fueron muy graciosos durante esa caminata. Jamás lo había visto tan animado y se me ocurre que fue por ti. Gracias por eso, hiciste divertido al señor aburrido por una noche.

Creo que me sonrojé.

Nunca nadie me había agradecido por causar un impactó positivo en alguien más.

Me temo que eso fue producto de lo que consumimos esa noche, pero no le dije nada a Chris para no matar sus esperanzas.

—Gracias a ti por ayudarme —cambié el tema con sutileza—. Por favor no lo compartas con nadie más.

El hizo una seña de cerrar sus labios como si de un cierre se tratara.

—Si necesitas ayuda para la demanda, aquí estaré. No necesitas chantajearme con comida para que te haga un favor, pero consideralo pagado con este delicioso pan.

Me paralice por un segundo.

—¿Qué demanda? —cuestione con la cabeza de lado.

Él recostó la cabeza en su asiento.

—Pues parece que alguien adulteró tu bebida esa noche. Lo que me lleva a pensar que estuviste expuesta al peligro y por ende es responsabilidad del bar. No te presionaré, pero piensa al respecto. Creo que podrías salvar a más chicas como tú de que pasen por lo mismo si los demandas.

Sus palabras despertaron los pelos de mi nuca. No había considerado lo que podía pasar, es más, no había considerado que pudo haber pasado algo.

Mientras más investigaba sobre esa noche, me sentía más perdida.

Algo en el fondo me decía, que aún faltaba lo peor.

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N.A.

Holi, soy lo peor lo sé XD. Este mes estuve mudandome y empezando un nuevo trabajo, todo a la vez. Sumado a los cambios, no tenía internet y todo era un caos. Aun sigo adaptandome y me temo que no me regularé con las actualizacones por un tiempo pero haré lo que pueda. 

Gracias por leer!

Creo que me acosté con mi jefe.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora