Capítulo 10 - Biblioteca y flores.

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Lan SiZhui, junto a sus compañeros, se reunieron alrededor de Manzanita con un canasto grande de manzanas rojas que compraron en el camino. El burro rebuznó con gozo y, aprovechando que los chicos estaban hablando entre ellos, agachó la cabeza para agarrar otra manzana, la cual devoró sin premura.

Lan JingYi miró los ojos extasiados y brillantes del burro—. ¡Definitivamente cada cosa se parece a su dueño! —repitió las palabras dichas tiempo atrás.

Los muchachos se rieron. El regodeo reflejado en el animal se asemejó demasiado al de Mo XuanYu cuando se sentaba a zamparse todos los platillos picantes que solía ordenar. De hecho, voltearon a verlo y otro coro de risitas se escuchó; Mo XuanYu, sentado bajo la sombra de un árbol, se estaba comiendo un bollo caliente con la misma emoción que Manzanita sus manzanas.

Lan WangJi bajó la mirada. Se vio en la necesidad de halar aire para controlar el azoramiento que le llenó el corazón cuando Wei WuXian le regresó la mirada y le dio una sonrisa de labios cerrados.

—Lan Zhan.

—Mn.

—Tus discípulos son buenos chicos.

Asintió.

—Es bueno que no se vean alterados por la guerra —siguió, con un tono bajo, algo apenado.

Lan WangJi miró al grupo de los juniors, todavía entretenidos junto al burro. En definitiva, los jóvenes eran afortunado sin verse obligados a cultivar como locos para sobrevivir.

Wei WuXian se levantó, limpió su ropa y se estiró hasta que sus huesos tronaron. Caminó al grupo de chicos para bromear y cotorrear como lo estuvo haciendo en las cortas cacerías nocturnas de esos días; también para burlarse y quizás asustarlos un poco para su propia diversión. Sin despegar la mirada de ellos Lan WangJi regresó al pensamiento que tuvo cinco días atrás, antes de llegar al Jardín de la Damisela del Anual Florecer: la convivencia entre Wei WuXian y los juniors.

Se sentía bien, se sentía demasiado bien verlo feliz y relajado. Y, que en esta vida estuviera rodeado de jóvenes que lo apreciaban y no cadáveres o espíritus invocados.

Recordó una ocasión en la que algo así sucedió.



Dos meses después de la cacería organizada en la Montaña Baifeng, Lan WangJi viajó a Yunmeng.

Tras la Campaña para Derribar al Sol varios cultivadores fueron y vinieron, mostrando sus habilidades, para impresionar a las sectas y convertirse en miembros. El mundo de la cultivación estaba en su punto más calmo, y por lo anterior en todos lugares se podían encontrar a nuevos cultivadores, sobre todo donde estaban ubicadas las grandes sectas. Así que quizá no le sería difícil pasar desapercibido o que su presencia en el lugar resultara extraña.

Antes de entrar a la avenida principal de Yunmeng, Lan WangJi se detuvo al final de la calle. Ahí, dudó y se cuestionó si era adecuado seguir. Sin embargo, en ese tiempo no pudo dejar de pensar y preocuparse por Wei WuXian y cómo la energía resentida con la que estaba cultivando podía dañar su cuerpo y corazón.

Escuchó cómo el cuchicheo que segundos atrás se elevaba, alto y sin descanso, bajó hasta leves susurros. Lan WangJi sintió las miradas de cada uno de los transeúntes. Avanzó y a cada paso los cuchicheos aumentaron con comentarios referentes a su persona, a su atractivo y a sus excelsas aptitudes. Aquellos cultivadores más valientes se acercaron a saludarle.

—Hanguang-Jun.

Lan WangJi asintió levemente a cada saludo. No cesó en sus pasos y continuó buscando de forma discreta a Wei WuXian. Recordó que, en una de las muchas ocasiones en las que convivieron en el Receso de las Nubes, Wei WuXian le contó que gustaba pasar el tiempo por ahí, comprando algunos ricos bocadillos o pasando el rato con algunos amigos.

Escucha los latidos de un corazón ámbar | Lan MeiLing | C A N C E L A D ADonde viven las historias. Descúbrelo ahora