Capítulo 3 - Fuego propio.

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"...Los invisibles átomos del aire

en derredor palpitan y se inflaman

el cielo se deshace en rayos de oro

la tierra se estremece alborozada.

Oigo flotando en olas de armonía

rumor de besos y batir de alas,

mis párpados se cierran... ¿Qué sucede?

Dime... ¡Silencio...! ¡Es el amor que pasa!"

―Rima X, Gustavo Adolfo Bécquer.


Se mecen, de un lado hacia el otro, las ramas de los árboles que Lan WangJi está observando. En el suelo, el mismo reflejo de la arboleda se extiende al igual que su sombra y en el cielo, los colores azulados van cambiando de intensidad conforme los minutos están pasando. La noche va abriendo camino al día y el sol va derramando luz y calor en cada rincón de Gusu.

En el Receso de las Nubes, sentado en el zaguán del Jingshi, con el corazón bombeando a un ritmo apaciguado, los dedos expertos de un hombre se mueven con infinita maestría sobre las cuerdas de un guqin que, al rasgarse, repercuten con la más significativa melodía.

WangXian ha estado sonando desde que cinco campanadas fueron dadas como el aviso de un nuevo día.

El Segundo Jade de Gusu Lan pone las manos sobre las cuerdas y mientras mira el cielo y voltea un momento hacia el interior del Jingshi, cae en cuenta que había dejado de apreciar muchas cosas. Por ejemplo, el bonito cántico de los pajarillos, el rico olor a tierra mojada que se levanta por las mañanas a causa de la brisa, el vivo color de las plantas que se humedecieron con el rocío y el simple placer de respirar el aire limpio y puro.

Muchas cosas se habían escondido para él y ahora podía decir que jamás sintió un amanecer más hermoso como el que acababa de presenciar, ni una mañana tan significativa como esa en la que estuvo tocando la canción que compuso para el amor de su vida mientras este último descansaba plácido en su hogar.

Un poco más tarde, después de beber una taza de té y asegurarse de que Wei WuXian estuviera cómodo, se dio la encomienda de regresar al Jingshi antes de las nueve de la mañana con un buen tazón de comida. Sabía de los particulares horarios de sueños que tenía así que no le dejaría la comida ahí para que se enfriara y perdiera sus nutrientes.

La tarde anterior había acordado con su tío realizar el ritual de invocación para descubrir quién era la persona a la que pertenecía el brazo encontrado en la Villa Mo. Cuando iba de camino al Mingshi, lugar en el que se realizaban los rituales, se encontró con los juniors, quienes lucían entre molesto y apenados.

—Hanguang-Jun, el burro... —Lan SiZhui se rascó la parte trasera de la oreja—, no ha dejado de rebuznar y no sabemos cómo silenciarlo.

Habían intentado hacer de todo, desde alimentarlo, asearlo, hablarle bonito y hasta se les había venido la idea de usar el hechizo silenciador pero, por obvias razones, desistieron y terminaron por ir a buscar ayuda.

Lan WangJi los miró y pudo escuchar a lo lejos un rebuzno lamentable.

—Nosotros podemos ir por el joven amo Mo —se ofreció Lan JingYi.

Lan WangJi negó—. Háganlo más tarde.

Y sin más se retiró, dejando a los juniors con el problema inicial pero habiendo ganado un poco más de dos horas de sueño para que Wei WuXian recobrara energías.

Escucha los latidos de un corazón ámbar | Lan MeiLing | C A N C E L A D ADonde viven las historias. Descúbrelo ahora