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Corríeron lejos de ese lugar, corrieron tanto que sus piernas no daban más. Mercurio había rasguñado los brazos de Ashton en medio del medio, nerviosismo y la rápida corrida fuera de aquel horrendo lugar. Sus respiraciones estaban agitadas, así que se detuvieron en una calle cualquiera a descansar y recuperar el aliento. Al mirarse, los dos sonrieron y se acercaron para darse un violento beso. 

-¿Somos libres? ¿No más dolor?-Preguntó Mercurio mientras jadeaba, Ashton río en voz alta y miró al cielo, a la noche, sonrió, se sintió vivo. 

-!Somos invencibles!-Gritó con todas las pocas fuerzas que le quedaban y comenzó a reírse de él mismo. 

-Ashton, estoy tan feliz-Dijo Mercurio y comenzó a dar pequeños saltos, a correr en redondel mientras reía. 

-Somos el planeta Mercurio. Somos estrellas, grandes masas solidas.-Comenzó a delirar Ashton mientras hacía gestos con sus manos y giraba sobre su eje. Mercurio saltó a su espalda y este se aferró de sus piernas para que no cayera, comenzaron a correr en el mismo lugar, mientras sus voces resonaban en las calles vacías. 

-Necesito cigarrillos-Dijo la chica mientras suspiraba con una sonrisa dibujada en su bello rostro. Ashton sacó dos cigarros, uno lo puso en la boca de la chica y el otro en la suya, la pequeña llama del chispero anaranjado, encendió los cigarros. Volvieron a sonreír... volvieron a sentir la adrenalina de vivir, y querer morir. 

-¿Soy un asesino?-Preguntó Ashton recordando todo lo que había sucedido. Se puso serio y la miró preocupado. 

-No, eres un ángel. Ahora somos mariposas... antes no eramos nada.-Continuo diciendo Mercurio. Los dos se unieron en un cortó beso y se tomaron de la mano, para seguir corriendo... sin rumbo fijo, solo para disfrutar de la noche de las luciérnagas. 

MercurioWhere stories live. Discover now