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Mercurio se sambulló en la piscina, la oscuridad del gran lugar techado la tentaba, el reflejo del agua contrastaba contra las paredes verdosas y el techo de chapas. El agua casi fría la hizó despertar del ensueño que poco a poco va quedando sumergida. Abrió sus brazos, lentamente, y comenzó a sacudir sus piernas, comenzó a nadar con suma tranquilidad de un lado a otro. Sentía frío, pero realmente eso era lo de menos, porque la paz del lugar la hacia pensar, pensar cosas buenas. Abrió sus ojos bajo el agua, y salió a tomar aire fuera del agua. Así que se sentó al borde de la piscina e hizó tronar sus dedos, uno a uno. 

-Princesa...-Susurró Ashton mientras se sentaba tranquilamente al lado de la chica, esta le sonrió con un rostro triste, no mostró sus dientes, una sonrisa realmente depresiva y sus ojos sin brillo, claramente todas las cosas que estaban pasando la herían y Ashton odiaba ver a Mercurio sufrir, pero tampoco podía hacer demasiadas cosas para hacerla ver que la vida era bonita. 

-Ashton... ¿No te gustaría ser un pequeño pez?-Preguntó Mercurio mientras remojaba sus piernas en el agua, las movía lentamente, produciendo un pequeño oleaje. Ashton apoyó su mano en la rodilla de ella y le dedicó una pequeña sonrisa llena de engaños, mentiras y mucho dolor. 

-Somos peces, en un océano contaminado, con peces más grandes que intentan comernos, nos debemos esconder de todos los deparadores y ocultarnos para no ser destrozados en bocas de desconocidos-Explicó el chico, entonces se metió dentro de la piscina, el agua le llegaba por la cintura y sintió un escalofrío recorrer todo su cuerpo velozmente. Mercurio lo tomó de las manos y lo atrajó hasta el borde de la piscina donde apoyó sus manos en las mejillas y lo besó frenéticamente. 

Ashton la tomó de la cintura y la obligó a adentrarse de nuevo en la piscina, Mercurio se aferró a los brazos del chico y apoyó su cabeza en el hombro derecho. 

-¿Donde pasaremos la noche?-Preguntó Mercurio de pronto, mientras suspiraba. 

-Hay camas libres en el parador nocturno del gobierno. Si llegamos antes de las ocho tenemos unos ricos spaguettis para comer. ¿Te gusta la pasta?-Preguntó Ashton tratando de sonar lo más convencible posible. 

Cuando Mercurio y Ashton llegaron al parador nocturno, notaron una larga ilera de personas esperando por ganarse un lugar para dormir, junto un plato de comida. Habían familias, amigos, desconocidos, todos aguaran-do para poder acceder a una habitación. 

Los dos jóvenes se miraron tristes e intentaron sonreírse. Se colocaron al final de la fila, tomados de la mano, abrazados, con lágrimas en los ojos, y una sonrisa totalmente rota. La fila comenzó a moverse, había un hombre que registraba los nombres de los que ingresaba en un papel. Fue bastante apresurado, así que cuando los dos chicos se enfrentaron al hombre vestido de pastor, este les sonrió.

-Nunca los había visto por acá, tienen suerte de haber llegado temprano. Tienen camas en la habitación 23, una cama para los dos, lo siento, pero no hay tanto lugar para todos.-Dijo el pastor mientras abandonaba la sonrisa y suspiraba. 

-No hay problema, le agradecemos-Respondió Mercurio, Ashton asintió con la cabeza y volteo a ver la mujer embarazada con otro niño en brazos mientras le daba los datos al pastor. 

-Oh, olvide anotar sus datos-Ashton se dio la vuelta y le dicto nombres y apellidos a aquel hombre. Luego continuaron caminando hasta entrar al comedor. Donde las mesas estaban llenas de platos de comida, algunas personas ya habían comenzado a comer, otras simplemente se acomodaban en los asientos, tristes, mientras jugaban con la comida. Los dos chicos se sentaron, apartados de todos, y comenzaron a comer con tranquilidad, tratando de no mirarse para no romper a llorar. 

-Si todos supieran lo que nuestros corazones ocultan.-Dijo Mercurio.

-Si supieran lo que nuestros corazones sienten, seriamos transparentes, sabrían nuestros secretos, prefiero parecer invisible.-Respondió él. 

-Pero si supieran todo el dolor que llevabamos dentro, jamáz nos hubieran encerrado en ese hotel, estaríamos con nuestras familias, tendríamos una vida, una vida de verdad, seríamos libres. Siempre quisé ser libre, poder disfrutar de todo lo que puedo ver-Dijo ella mientras suspiraba. 

-Mercurio, tal vez nosotros tubimos que pasar por toda esa mierda para... conocernos. Volvería a sufrir, por ti.-Dijo Ashton mientras soltaba unas pocas lágrimas. Entonces se tomaron de la mano, y agacharon la cabeza para continuar comiendo. 

Cuando el reloj de la pared marcó a las diez, el pastor entró al comedor y con una gran sonrisa señaló el horario. 

-Buenas noches a todos-Así que todos respondieron y se pusieron de pie. Ashton se aferró a la mano de Mercurio y le sonrió con muchísima tristeza. Caminando hasta la habitación 25, donde las paredes estaban descascaradas, con manchas de humedad y olía a cigarros, así que se sentaron en la cama número 70 y se metieron bajos las sabanas. Había otras tantas camas, donde más personas se recostaron en silencio, sin producir el menor ruido, entonces las luces se apagaron automáticamente y Ashton enviolvió el cuerpo de la chica con sus grandes brazos, donde los dos se fueron quedando dormido velozmente. 

MercurioWhere stories live. Discover now