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Mercurio se sentó en el cordón de la calle y encendió el cigarro. Le costó concentrarse en tratar de prender el encendedor, porque su mano temblaba y había bastante viento corriendo por medio de la ciudad. Ashton simplemente estaba sentado bajo el árbol, mirando a su chica fumar. Este sacó también su caja de tabaco y prendió un cigarro. Cuando sus miradas coincidieron se sonrieron. 

-Todo lo que hay a nuestro alrededor... es tan, aburrido. Si cierro los ojos, podría imaginar cientos de cosas fantásticas y hasta puedo pensar en mil maneras de sobrevivir pero sin embargo... no hay salida.-Dijo Mercurio. Su voz sonaba triste, y sus ojos iban rojos por llorar demasiado. Ashton sintió la culpa matándolo, pero lleno sus pulmones de oxigeno y sonrió. 

-Es lo que hay... ya sabes, no se puede ser feliz. La felicidad es momentánea, y dura casi nada. Los problemas en cambio pueden llegar a ser eternos.-Ashton continuo fumando y ella se levantó con cuidado, estaba mareada. Vivir bajo el cielo estrellado o nublado no era realmente divertido, la comida era asquerosa y escasa. Pero estaban juntos, era lo que importaba. Se abrazaron y el sol de la mañana los iluminó por completo atravez de las hojas del árbol. 

Se pusieron de pie y caminaron hasta el hotel más cercano. El mismo hotel que parecía abandonado, las cerámicas estaban rotas, las paredes descascarándose y los muebles tenían capas de tierra. Le dieron las llaves doradas de la habitación 70. Las escaleras estaban cubiertas de papeles o botellas de plástico y de vidrio. Pusieron la llave en la cerradura, y con un gran esfuerzo lograron abrir la puerta blanca. 

Solo había una mesa redonda, tres sillas. La heladera que funcionaba mal y las canillas que goteaban. Los dos chicos se dieron un cortó beso, apenas entrar, y se sonrieron. Prendieron la vieja radio y esta soltó unas canciones de Imagine Dragons. Así que se fueron deshaciendo de las prendas de ropas sucias, sus cuerpos iban quedando desnudos. La ventana dejaba ver a los dos jóvenes besarse desnudos. Así que se introdujeron dentro del cuarto de baño donde abrieron el grifo de agua caliente. Ashton acariciaba el cabello de Mercurio, esta pasaba los dedos por los labios y clavículas de él. 

El agua caliente lleno la tina y los dos se sentaron dentro. Comenzaron a pasarse el jabón con olor a durazno y ponerse el shampoo de lavanda. La música aun se oía desde la otra habitación. 

-Podría morir ahogada, ahora mismo, dentro de esta bañera, contigo.-Dijo Mercurio y posó su mano en la rodilla de Ashton. 

-No querrías despertar en la oscuridad del mundo de los muertos. Allí no hay nada, nada... y no es una lindo  permanecer siempre despiertos en la oscuridad. 

MercurioWhere stories live. Discover now