Nuestro secreto: Fran 3

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Fran sabía que era imposible cumplir aquella fantasía de sentir el líquido de Diego durante clases, la sola idea de ello lo tenía en las nubes durante las clases. Algo con lo que no contaba era que el deseo de aquella fantasía también rondaba la cabeza de Diego. Tanto que Fran no se contuvo de correr hacia él para besarlo al verlo recargado de forma galante detrás de un edificio durante la hora del recreo.

Era la mejor sorpresa para animar un día regular en la escuela, el novio de su hermana no se contuvo de besarlo mientras nadie los veía. Sin aviso alguno Diego lo guió a la pequeña biblioteca. Todos estaban distraídos, profesores y alumnos no vieron a ese universitario que se había infiltrado.

—Sabes lo qué haces... —le dijo fran viéndolo sacarse la camisa y bajarse el pantalón con su calzoncillo para mostrar orgulloso lo empalmado que ya estaba.

—También tuve mis travesuras cuando venía aquí —abriéndole de un tirón la camisa para exhibir su torso y seguir con el pantalón y ponerlo contra la pared, sin miramiento alguno, con toda la ansiedad de llevar días sin estar dentro de Fran que lo hizo apretar los dientes.

Diego sintió un tremendo alivio al sentir aquella entrada apretada, aquella piel tierna y esos labios jugosos. Lo embistió con prisa, con ansia de actualizar aquellas marcas que indicaban que aquel cuerpo era suyo. Fran no podía sentir mayor placer, aquella forma de follarlo lo derretía sin tener mucho que hacer.

Lo hicieron sobre la mesa, con las piernas de Fran en los hombros de Diego; bombeando, moviéndose rítmicamente, ignorando lo que pasaba fuera. Diego tenía un ojo en el rostro lleno de placer de Fran y otro a la pequeña ventana de la puerta que daba al pasillo, aquella puerta era la única de las dos que la biblioteca tenía que no contaba con pestillo y tenía que estar atento.

Diego lo levantó y lo puso contra la pared para tenerlo empalado en su miembro mientras seguía escuchando aquellos gemidos de placer que Fran desprendía. Mientras lo empalaba y disfrutaba aquel acto cuando abrió los ojos y vio una silueta acercarse, lo peor era que la reconoció fácilmente.

—Carajo —dijo Diego saliendo de Fran y alejándose con el pantalón en los tobillos y un miembro con una corrida atorada del susto de ver a su tío pasar por afuera. Fran intentó seguirlo pero Diego lo detuvo.

—No tienen que verme aquí... —dijo como último recurso para que Fran se quedara desnudo y sudoroso, con una corrida dentro sobre la mesa.

Fran no tuvo tiempo, no sabía qué iba a hacer hasta que vio entrar al profesor de educación física, aquel hombre de mediana edad que tenía buena pinta como lo tenía su sobrino. Los rasgos familiares eran obvios, tanto que pudo idearse una idea para desviar la atención de lo que realmente había estado haciendo ahí.

—Profesor...

—Creí que... —viendo que Fran estaba semidesnudo en mitad de la biblioteca —, ¿qué haces aquí, casi desnudo?

Fran lo miró, estaba atónito de verlo pero aquella desnudez no le fue indiferente del modo en el que el chico pudo sacar un poco de ventaja.

—Siempre lo veo muy tenso... —dijo Fran poniéndose de pie, cubriendo su miembro y acercándose al profesor para sentir el suyo con su mano —, quería ayudarle a relajarse un poco.

Diego se sorprendió, el chamaco no perdía el tiempo. Tuvo una idea y agradeció en silencio que tenía en su bolsillo su móvil. Quería inmortalizar el momento exacto en que su tío caía en las garras seductoras de su nuevo amante. Vio a su tío quedarse paralizado con aquel tacto de su joven alumno, quien comenzó a jugar con este, dejando cada vez más atónico al profesor.

Fran sonrió apenado y se acercó un poco a su profesor para coger una de sus manos y ponerla en su trasero desnudo. Fingiendo timidez levantó los talones y le dejó un beso cerca del labio, todo para tantear su reacción, la cual, inesperadamente para los tres, fue positiva; el profesor lo tomó de la cintura y lo besó, recorriendo su trasero y dejando que Fran comenzara a levantar su playera par quitársela.

No dijo mucho, solo quedó fascinado por aquel cuerpo, en donde repasó su pecho y apretó un poco las tetillas del hombre antes de comenzar a besarlas lentamente y recorrer con su cuerpo hasta llegar al pantalón de chandal el cual bajó lentamente para ver el calzoncillo apretado que tenía preso aquel miembro. Fran besó aquel bulto, lo mordisqueó un poco para escuchar gemir a su profesor, para sentir su mano sobre su cabeza.

Se dejó llevar y sacó aquel menudeo y lo jugó en su mano un largo rato; lo trató como una paleta, lamiendo la punta en círculos, algo que hizo temblar a su profesor. Fran lo hizo sentarse en una silla y tímidamente se acercó.

—¿Puedo sentarme? —no quiero tenerlo en su boca, quería pasar a lo importante porque sabía que el tiempo estaba en su contra.

El profesor lo tiró de la cintura y lo llevó hasta su regazo, ahí Fran se colgó de su cuello par besarlo mientras sentía la mano grande y firme de su profesor en su cuerpo. Fran se fue moviendo, sin despegar sus labios de su profesor para empalarse en su miembro lentamente, lo más lento para escuchar los gemidos de su profesor y sentir aquellas manos que tiraron de su cintura para caer de un sentón en su miembro.

Fran sintió el fervor en cada estocada de aquel hombre que se dejó llevar; sintió sus labios por su cuello, la ansia por llenarlo plasmado en lo clavados que estaba sus dedos en su cintura. Era increíble, era la primera vez que estaba con un hombre de verdad, mayor, que sabía bien cómo moverse para darle placer prolongado. Sus manos recorrían su cuerpo, sus labios besaban su tetillas todo mientras seguía subiendo y bajando, disfrutando del miembro de su profesor.

Diego miraba fascinado, ya había comenzado a masturbarse sin dejar de grabar aquel acto, era mejor que ver películas prohibidas. Se sorprendió de ver el tipo de fuera en que su tío se convertía cuando se trataba de sexo, tanto que incluso tomó como referencia algunos de sus movimientos para futuros encuentros con Fran.

El profesor se corrió de un momento a otro con una estocada profunda que hizo a Fran soltar un gemido de placer. Sintió como el hombre rodeaba su vientre y lo hacía sentarse en su miembro esta vez sin preocuparse por los ruidos que Fran pudiera generarle cerca de su oído. Fran se dejó caer para escuchar uno de su profesor.

—Estaba muy lleno profesor... —pegando su espalda a su pecho, siendo ahora él quien se movía despacio para sacar el resto de líquido blanco y disfrutarlo dentro de él.

El profesor sujetaba su cuerpo y recorría su pecho mientras lo besaba sin decir nada, quería guardarlo en su mente, disfrutar el mejor sexo de su vida en un momento tan inesperado y el cual si alguien se enterara se metería en muchos problemas. Pero quería centrarse en que había sacado sus ganas de correrse dentro de alguien, de sentir una piel joven, de salir de la rutina.

—Puede llamarme cuando quiera desahogarse... —colgándose de su cuello para besarlo y sentir las manos de su profesor en su cintura —, o unos besos... estaré para lo que quiera.

Fran se puso de pie y vio como el hombre se volvía a vestir, resistiendo la tentación de buscar con la mirada a Diego, viendo fascinado al hombre que lo había follado en la biblioteca de la escuela. Disfrutando de ver su cuerpo agitado que no se contuvo para acercarse y besarlo por un largo periodo antes de verlo salir por completo solo para poner una silla y correr a buscar a su amante.

Fran caminó hasta el escondite de Diego, donde usaba el video que había grabado para masturbarse. Lo vio ahí, desnudo, con su miembro en la mano y un chorro de líquido blanco caer sobre los libros de la estantería. Lo vio volver a respirar aliviado viendo que también Fran estaba desnudo y con rastros de líquido blanco en su cuerpo.

Diego acomodó su pelo y tiró de la cabeza a Fran para besarlo y pegar sus cuerpos sudorosos. Recorrió su trasero, embarrando el líquido blanco por todo su cuerpo.

—Eres un travieso —besándolo —, y eso me encanta —levantándolo para empalarlo en su miembro y hacerlo chocar contra la pared —. Ahora me debes una corrida...

Sueños HúmedosWhere stories live. Discover now