Noches inocentes 8

3.1K 49 0
                                    

Por la mañana Beto despertó cerca de su tío. Estaban acostumbrados a despertar solo con la sabana encima. Recorrió el pecho de su tío dormido una y otra vez hasta notar que su miembro estaba erecto. No pudo resistirse a masturbarlo y a lanzarse a este par llevarlo a su boca.

—Buenos días —dijo su tío frotando su trasero, dándole una palmada para que dejara lo suficiente estaba haciendo y lo besara —, que manera de despertarme.

—¿Te gusta? —preguntó inocente Beto acariciando el pecho de su tío mientras este seguía frotando su trasero.

—Me encanta —dijo levantándolo para ponerlo encima de él y besarlo. Las manos de su tío ya repasaban su cadera y estuvo a punto de empalarse en su miembro pero una llamada al móvil lo detuvo. Beto sin evidenciarlo sabía de lo que se trataba así que sonrió y besó a su tío.

—Mejor atiende. Nadie llama en sábado por la mañana.

Su tío accedió y estiró la mano para coger su móvil.

—Joder es mi jefe —quitando a Beto de encima suyo y saliendo de la cama, desnudo y con una erección increíble que hizo que Beto por un segundo se sintiera un poco mal de no poder disfrutarla como habían planeado aquella mañana.

—Tengo que irme. Es urgente, perdona —buscando su ropa.

—Oye —lo detuvo un segundo, a pesar de lo que iba a pasar, quería que aquello no acabara de golpe —, que esto no arruine nuestro día —besándolo acercando su cuerpo al suyo para que recordara la noche anterior.

Su tío lo complació, a pesar de que fuera urgente no podía dejar a Beto así sin más. Beto hizo lo mejor y se deshizo en sus manos, con sus besos y mordidas; su tío se quería encargar con cada estocada dejar huella de él en Beto quien no dejaba de gemir satisfecho.

—Quiero repetirlo —dijo su tío antes de salir de Beto.

—Las veces que quieras —besándolo.

—La habitación está pagada hasta media tarde.

—Me ducho y me voy —dijo Beto antes de verlo salir de la habitación.

Una hora después dos hombres llamaron a la puerta. Beto estaba limpio de nuevo, con un cambio de ropa interior igual de sexy que el de la noche anterior que había cubierto con solo una bata, como había pedido el jefe de su tío. Aquel hombre de unos cincuenta años pero con piel firme y manos fuertes lo esperaba en una mejor suite en una planta más alta de la que estaba. Tenía la camisa abierta tres botones; parecía que había dejado de trabajar para darse ese pequeño capricho.

—Venga, quítate la bata y ven aquí —remangando sus mangas y pidiendo a sus hombres que los dejaran solos.

Beto se acercó lentamente a él quitándose la bata lentamente hasta que se sentó en las piernas del hombre quien recorrió sus piernas y jugó con la goma de la braguita de encaje que llevaba. Lo besó mientras recorría su cuerpo, mientras Beto lo desnudaba lentamente y desvelaba el cuerpo trabajado del hombre.

Aquel encuentro solo fue él desahogue de un hombre curioso de acostarse con un chico.

Sus estocadas habían sido un poco forzadas y le había costado mantener una erección y las corridas no habían sido tan satisfactorias para Beto, que lo vio vestirse desde la cama, volvía a ser el hombre formal y respetado de la noche anterior. Beto hizo lo mismo y mientras buscaba en su pequeña maleta la ropa del diario que usaría para salir de ahí el hombre lo sorprendió.

—Espero que no te importe —abrochando su pantalón mientras Beto veía como abrían la puerta los mismos dos hombres que lo habían escoltado un par de horas antes —, pero me gusta dejarle las sobras a mis trabajadores —acomodando su corbata en el espejo antes de acercarse a Beto y darle un último beso. Ambos hombres esperaron a que su jefe dejara la habitación para ir directo al chico que había conseguido solo ponerse una camisa de su tío, que le quedaba un poco grande y larga, que ocultaba la lencería que seguía llevando.

Beto los vio y sintió sus manos despojarlo de la camisa sin prisa alguna. Vio a los dos hombres quitarse la corbata y la americana que llevaban. Uno lo cogió para él de la cintura y lo acercó para recorrer su trasero mientras el otro se quitaba la camisa y se sacaba el cinturón para quedar en calzoncillos negros apretados. No pudo evitar sentir excitación por ese momento que accedió sin pega a aquel encuentro cuando sintió rozar ese miembro contra su trasero, quedando en medio de dos hombres que tendría dentro de él en poco tiempo.

—¿Habías estado antes con dos hombres antes? —dijo el hombre que se había quitado la camisa tirando de su cintura para tenerlo ahora él un momento en sus manos.  Al que no se contuvo de bajarle el calzoncillo y liberar aquel miembro que chocó contra su vientre.

—No —levantando sus talones para besarlo, quien casi a los dos metros, ansioso de saber lo que se sentía aquella propuesta. De pronto sintió otro par de manos recorrer su cintura y una nariz que se pegó a su cuello. Sintió el otro miembro rozar su trasero; grueso, húmedo y caliente, jadeante de atención, reduciendo el espacio entre los tres.

—Pues nos vamos a divertir —dijo el otro hombre masturbando su miembro y tomando a Beto frente a este par metérselo en la boca.

Tres horas después y cientos de llamadas perdidas por parte de su tío, Beto seguía en la cama, con un hombre a cada lado repartiendo besos y ambos miembros dentro de él, con sus manos en su pecho lleno de su líquido de las corridas, que jugueteaban con su miembro mientras le seguían sacando gemidos de placer.

Sueños HúmedosWhere stories live. Discover now