02. Que comience el plan

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Mirella vino esta mañana a dejarme un poco de frutas, la verdad es que me ayuda demasiado, más de lo que me gustaría

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Mirella vino esta mañana a dejarme un poco de frutas, la verdad es que me ayuda demasiado, más de lo que me gustaría. Me siento mal por no poder regresarle los favores que me hace, es tan linda conmigo, pero yo no tengo nada que ofrecerle.

He convivido tanto con ella al punto de que me conoce demasiado bien. Y justo cuando llegó, yo estaba pensando en cómo conseguir dinero, claro que ella notó algo raro en mí.

—Katy, cariño, ¿estás bien? —murmuró en voz baja, sacándome de mis pensamientos.

Mirella tiene una voz suave y delicada, como la de una madre cariñosa. Su cabello es castaño, repleto de canas, le llega poco abajo de las orejas, su piel es pálida y llena de leves arrugas formadas por su edad. Sus ojos azules tienen un leve destello café en el centro, el cual se extiende en finas líneas hasta el borde del iris, sus ojos siempre le brillan cuando está preocupada.

Sacudí la cabeza un poco —como si así pudiera repeler mis pensamientos— y giré hacia ella, tratando de comprender lo que me había dicho.

—Sí, sí, solo... —me quedé en silencio por un momento antes de continuar—, ni siquiera sé que estaba pensando, solo estaba un poco distraída, es todo —mentí descaradamente.

Ella me miró fijamente y lo pensó unos segundos, intentando descifrarme.

—Sabes que si quieres hablar con alguien me puedes decir a mí, ¿Verdad? —me preguntó casi con tono de reprimenda.

Yo solo me conformé con sonreír y mover la cabeza de arriba hacia abajo levemente.

Lo sabía perfectamente, podía pedirle lo que fuera y ella haría lo posible por ayudarme, pero no esta vez, ella no estaría de acuerdo con la idea que revoloteaba en mi cabeza estos últimos días. No podía pedirle ayuda con esto.

Al final, logré convencerla de que no ocurría nada y que no debía preocuparse.

—Bueno Katy, te dejo, debo hacer unos pendientes en mi casa —me sonrió amablemente al tiempo que se ponía de pie.

Hice el mismo gesto que ella y la acompañé hasta la puerta. Mirella se dirigió a su casa y yo pude poner en marcha mi plan, no es que ponga mucho de mi parte en esto, me refiero a que ahora pude buscar el vestido y el antifaz que ya tenía guardados.

Tenía un poco de dinero guardado, apenas suficiente para un taxi de ida, tendría que resolver como regresar

Me dirigí a la tienda de Mat, estuve varias horas ayudándolo en el negocio y al final me dio un poco de dinero.

Si mi plan no fallaba, a las 07:00 de la noche saldría a tomar un taxi, estaría un par de horas en la mansión de los Winsclerk y antes de que amanezca estaría de regreso. Mirella ni siquiera se tiene que enterar, me aseguraré de eso.

Me fui a dormir con mi plan en mente, pensamiento tras pensamiento divagando entre los recuerdos de mi cabeza. No quería pensar de más, tocar mis recuerdos me formaba un nudo en la garganta. Las razones por las que hacía esto iban más allá de robar comida, y también de lo que puedo explicar. Está claro que necesitamos respuestas, pero tus preguntas y las mías son distintas, aun así, espero que todas se aclaren pronto.

El día siguiente iba a ser difícil, eso era seguro, pero al menos buscaría respuestas, porque me cansé de esperar que alguien me las dé mágicamente, así que las encontraré yo misma.

El día siguiente iba a ser difícil, eso era seguro, pero al menos buscaría respuestas, porque me cansé de esperar que alguien me las dé mágicamente, así que las encontraré yo misma

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◃•◈•▸

Mirella vino a dejarme un poco de comida como de costumbre, no hay día que no venga a verme, yo estaba ansiosa y preocupada, pero me mantuve al margen y no hice notar mis emociones, ella no me formuló ninguna pregunta al respecto, lo cual me alivió demasiado.

Hice lo que haría cualquier día, fui a la tienda de Mat, estuve allí un par de horas y regresé a mi casa, cuando el reloj marcó las 06:30 pm, me aseguré de que las calles del barrio se entraran vacías. De todas formas, no saldría con el vestido puesto, me lo pondría antes de entrar a la mansión, pero que alguien me viera dirigirme a no sé dónde a altas horas de la noche no estaba dentro de mis planes.

Es un barrio pequeño, se entera una sola persona y al final hasta las moscas lo saben.

Una vez que salí con el vestido y el antifaz amontonado en una bolsa negra de manera que no se viera, me dirigí con rapidez hacia la parada de autobús, donde encontraría un taxi.

No esperé mucho tiempo, a los pocos minutos encontré vehículo, le pedí amablemente al conductor que me llevara a la mansión de los Winsclerk, no hace falta tener la dirección, cualquier persona de la ciudad sabe dónde queda, aunque debo decir que el chófer lo dudó un poco después de repasarme con la mirada. Y no lo culpo, sé que no pinto nada ahí.

Pero al final aceptó, a decir verdad, era un sujeto muy amable, también un tanto mayor, durante el trayecto me preguntó la razón por la que me dirigía a dicha residencia, mi respuesta no fue amplia, tampoco expresé la verdad, me aseguré de cambiar el tema y no soltar mi lengua de más.

Le dije que se detuviera varias calles lejos de la mansión, yo caminaría el resto.

Hecho eso, me bajé del taxi y comencé a caminar, me detuve a la mitad del camino para ponerme el vestido, puse mi ropa en la misma bolsa y la escondí detrás de un arbusto, intentando recordar todos los detalles de esa calle para no olvidarla después.
Continué mi trayecto hasta detenerme en la entrada de la residencia, tenía un patio enorme antes de llegar a la entrada principal, había un sinnúmero de gente en todos lados, todos vestían ropa de carnaval bastante elegante, vestidos de todos los colores, algunos tenían antifaces y otros solo sombreros con plumas en ellos. Por suerte, cada quien estaba en lo suyo y no se detuvieron a mirarme.

Observé la entrada un par de segundos mientras me mordía el labio inferior, estaba dudando, mis dedos temblaban y tenía la respiración un poco irregular, pero ya estaba aquí y aún tenía que resolver cómo iba a regresar a mi casa.
Solo un par de horas en esta mansión y me largaba, suspiré una y otra vez mientras mis piernas se movían por sí solas hacia la entrada, de pronto me detuve de golpe.

Oh no...

***

Nota de la autora:

Este cap está corto en comparación a los que normalmente subo, pero quería dejarles el suspenso y no soy fan de meter relleno (a menos que sea la descripción del cielo o de algún vestido).

—Ariel R. Zales

Dato curioso que seguro no les importa: no me apellido Zales.

Dato curioso que seguro no les importa: no me apellido Zales

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Los WinsclerkDonde viven las historias. Descúbrelo ahora