26. Te perdono.

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Este capítulo contiene escenas +18, si no tienes la edad suficiente para leerlo, queda bajo tu responsabilidad hacerlo.

Leydan estaba fumando un cigarrillo en la entrada del balcón, tenía puestos sus pantalones y una camisa blanca sin abrochar, el viento le ondeaba un poco el cabello y las orillas de su camisa, para mí era una vista magnifica, podría seguirlo obser...

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Leydan estaba fumando un cigarrillo en la entrada del balcón, tenía puestos sus pantalones y una camisa blanca sin abrochar, el viento le ondeaba un poco el cabello y las orillas de su camisa, para mí era una vista magnifica, podría seguirlo observando por horas.

Pero pareció escuchar mis pensamientos, porque giró el rostro hacia mí y sonrió, no pude evitar ponerme roja al instante.

Frunció ambas cejas en respuesta a mi reacción y extendió una mano, invitándome a ir con él. Me incorporé en la cama y me puse mi blusa, debajo de ella solo tenía mis bragas puestas, caminé hasta el balcón con los pies descalzos y tomé su mano.

Con su mano libre presionó mi cuerpo contra el suyo y giró el rostro para esparcir el humo lejos de mi cara, volteó de nuevo a mí y se relamió los labios mirando los míos. Tomé el cuello de su camisa y tiré de él, soltó una risa antes de pegar su boca con la mía.

Su mano me presionó más contra él mientras mi boca degustaba el sabor a cigarrillo y menta.

Sentí una brisa sobre mi brazo y me separé de él, mis ojos recorrieron el cielo gris y los rayos que se divisaban en él.

—¿Podemos salir? —pregunté mordiendo mi labio inferior.

—Pero está lloviendo —frunció ambas cejas.

—Por eso —me separé por completo de él y caminé por el cuarto buscando mi ropa.

—¿Qué haces? —me miró mientras yo iba de un lado al otro.

—Salir —sonreí y terminé de vestirme.

—Dios, espera —rodó los ojos mientras apagaba su cigarrillo y enseguida se comenzó a abrochar la camisa.

Salimos de la habitación mientras él no paraba de quejarse.

Fue un largo camino.

—Te vas a enfermar si sales ahora —soltó la décima queja en el transcurso de su habitación al jardín.

—Shh —lo callé.

Me miró mal.

Crucé la puerta de vidrio que separaba a la casa del patio y salí, olía a tierra húmeda y pasto fresco, inhalé profundamente levantando el rostro hacia el cielo, podía sentir las gotas chocar suavemente contra mis mejillas.

Me sentí libre, como si el peso de todos los problemas que tenía se estuviera disipando con cada profunda bocanada de oxígeno atravesando mis pulmones. Esta vez, la lluvia no agrandó mis problemas... los calmó.

—¿Feliz? —cuestionó Leydan. Al parecer había salido después de haber rezongado.

Suspiré aliviada y con una sonrisa en el rostro.

Los WinsclerkWhere stories live. Discover now