**Primer libro de la trilogía "Secretos"**
El amor puede presentarse en formas y momentos distintos para cada persona.
A Leydan se le presentó a los trece años, él... Bueno, él la empujó a un charco de lodo.
Y por otro lado, a Katherine se le prese...
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A pesar del mal humor de Leydan, su arrogancia, su falta de optimismo, su dolorosa y cruel sinceridad y más cosas que por el momento no recuerdo, algo que tengo que reconocer es que no mintió acerca de pedirme media comida, él lo hizo realmente.
—Creí que no querías comer —habló Jaden haciendo una mueca un poco extraña.
Después de comer, Jaden, Reyth y yo nos fuimos a una pequeña sala, no estábamos haciendo nada en específico, Reyth tenía entre sus manos un celular, con su mirada puesta en este. Jaden estaba recostado sobre el sofá con la vista puesta en la nada como si simplemente estuviera pensando, y yo, pues yo solo estaba intentando no perder mi poca cordura después de los últimos acontecimientos. Sentía que el tiempo pasaba demasiado lento en lo que esperaba que terminara la tormenta.
—Leydan me convenció —le di una sonrisa de boca cerrada, sin darme cuenta me encontraba jugando nerviosamente con mis dedos, el ambiente en esta casa definitivamente no es de mi agrado.
Hubo unos segundos de silencio incómodo, luego Reyth lo rompió.
—Leydan puede llegar a ser muy persuasivo, incluso amable, claro, solo cuando quiere, cuando no, parece odiar al mundo entero —bufó y continuó haciendo quién sabe qué en su celular.
—Que usualmente es siempre —Jaden murmuró refiriéndose a lo último que dijo su hermano.
Reyth se encogió de hombros dando a entender que le daba igual.
—¿Por qué? —cuestioné sin pensar, me arrepentí casi al instante en el que ambos me miraron confundidos, yo no expliqué el trasfondo de mi pregunta, lo más obvio era que me respondieran:
—¿Por qué qué? —preguntó Reyth mirándome, ahora su celular estaba apagado encima de su regazo.
Vacilé un poco al responder, no estaba segura lo que había querido preguntar en un principio, así que intenté encontrar las palabras correctas para reformular mi pregunta.
—¿Por qué Leydan es así? —opté, creyendo que la pregunta era más clara. No lo era, no para ellos.
—Así de... Asocial? —interrogó Jaden.
—¿Así de... Grosero —preguntó Reyth.
—¿Así de mandón?
—¿Así de irritante? —y así continuaron, turnándose al preguntar.
—¿Así de sarcástico?
—¿Así de arrogante?
—¿Así de mal humorado?
—¿Así de aterrador?
—¿Así de altanero?
—¿Así de...
Interrumpí a Reyth antes de que siguieran formulando más preguntas.
—Bien, ya quedó claro, ¿por qué Leydan es todas esas cosas en general?
