Epílogo

286 31 43
                                    

Sentí mis ojos húmedos de nuevo, sensación que aparecía sin pensarlo como en los últimos días

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.

Sentí mis ojos húmedos de nuevo, sensación que aparecía sin pensarlo como en los últimos días. Las lágrimas se me formaban inconscientemente, acompañadas de un nudo en mi garganta.

Debía detenerme, tenía muchas cosas que hacer aparte de llorar. Dejé la pequeña argolla de Leydan en mi mesita de noche y suspiré.

Había muchas cosas de él en mi casa, desde el piercing de su labio, hasta la ropa que me prestaba y que jamás le devolvía, incluso su aroma estaba impregnado por toda mi casa.

No había notado el olor de Leydan hasta ahora, olía a rosas y ropa nueva, olía a cerezas y vino, olía a fragancias frescas y cítricas.

Era inevitable no pensar en él a cada segundo.

Tras el disparo que recibió Leydan, hubo otro más, el cual no escuché por haberme aturdido con el primero. La segunda bala terminó en la cabeza de Alan, se disparó inmediatamente después de que el cuerpo de Leydan se desplomara.

Yo era lo único que tenía Alan, y a pesar de tener miles de sentimientos negativos hacia él, yo era la única que podía hacerse cargo de los gastos funerarios. No es humano dejar a alguien en una fosa común, alguien que en algún momento representó una parte de tu vida. Y no tenía el corazón para simplemente abandonarlo, debía conseguir dinero.

Eso no era precisamente en lo que quería ocupar mi mente en estos momentos.

Lo que quería era un abrazo, uno de Leydan, sentir sus brazos alrededor de mi cuerpo y recargar mi rostro sobre su pecho. Quería que me susurrara que todo estaría bien, que acunara mis mejillas y que me besara. Quería parar de llorar.

De pronto me encontraba haciéndolo de nuevo, me recosté boca arriba en la cama, sintiendo las lágrimas deslizarse por mi cien, hubiera seguido así durante horas. Pero un sonido seco me detuvo.

El de tres golpes sobre la puerta.

Me incorporé en la cama inmediatamente. No esperaba a nadie, Mirella había estado aquí unos minutos atrás, no podía ser ella.

Pensé en Jaden, pues él me había estado insistiendo en que quería hablar conmigo, pero me negué, necesitaba tiempo. No estaba lista para verlo a los ojos y escucharlo atentamente, me rompería antes de que eso pasase. Seguramente no era Jaden.

Entonces pensé en Leydan.

La idea de que fuera él me detuvo el corazón unos segundos, pero alejé aquel pensamiento de mi mente tan rápido como apareció, era una tontería, mi cordura estaba comenzando a desaparecer junto con todas aquellas lágrimas que se evaporaban de donde fuese que cayeran.

Hubo otros dos golpes que me hicieron dar un respingo y volver a la realidad. Me puse de pie y caminé hasta la puerta, pero me detuve antes de tocar la perilla, me estaba intentando convencer de que era un vecino o cualquier otra persona que simplemente no avisó que vendría. Toqué la perilla y sentí un escalofrío por todo el cuerpo.

Le estaba dando demasiado suspenso a mi propia situación. Suspiré relajándome, habían pasado tantas cosas en los últimos días que no podía evitar dudar con cualquier cosa.

Me limpié el resto de las lágrimas que aun yacían en mis mejillas con el dorso de la mano.

Abrí la puerta.

Y me congelé.

Quería frotarme los ojos, o cerrar la puerta y volverla abrir para afirmar que solo estaba alucinando. Pero no podía moverme.

Ahí estaba, de pie frente a mí.

Mis ojos se deslizaron muy lentamente desde los pies de la persona, hasta su rostro.

Y cuando pude capturar cada una de sus facciones, mis ojos se volvieron a cristalizar nuevamente y mi boca se entreabrió.

Podría decir que me sentí similar a cuando Alan apareció por mi puerta luego de desaparecer. Pero no era verdad, no estaba ni cerca de parecerse, lo que estaba sintiendo era mil veces más inimaginable.

Sentí los minutos correr, no supe que decir o cómo reaccionar.

Pude haberme espantado, la gente no regresa a la vida así como así, pero esto no era una historia de terror, esto era un mar oscuro que me ahogaba poco a poco pero que tenía la suerte de tener destellos de luz en el borde llamados esperanza.

Sus ojos me escrutaron y esbozó una ligera sonrisa.

Entonces abrí la boca, y en un hilo de voz logré pronunciar lo que jamás creí volver a decir:

—¿Papá?

Los WinsclerkWhere stories live. Discover now