Prólogo

53 18 14
                                    

(...) salimos de aquel trance, aun estábamos sentados de la misma forma, sin habernos movido ni un centímetro, cuando la vista se fue aclarando nos encontramos con la peor escena posible en ese momento, era horrible, nos estaban atacando, habíamos sido rodeados, ¨Diez¨ peleaba prácticamente solo, utilizando sus poderes y copiando los nuestros, mientras los anteriores caballeros lo ayudaban con sus armas, pero con dificultad pues ya no poseían ninguna habilidad, aunque a pesar de eso se notaba que se habían convertido en expertos en combate, rebosan de confianza en el campo de batalla.

Todavía estábamos desconcertados, no entendíamos nada, había cientos de bestias inundando aquel claro en medio del bosque, como las que se habían llevado a mi madre, había otros con forma de lagartos que traían encadenados como si fueran bestias de presa o los montaban como caballos, incluso había algunos que volaban. Para sacarnos del limbo en el que aun estábamos ¨Diez¨ nos gritó:

- ¡Despierten, nos atacan! Es el traidor, ¨Siete¨ y una horda de Hellindraks ¡despierten!

Aún no entendíamos, la cabeza nos daba vueltas y los oídos nos retumbaban, pero todo cambió cuando, frente a nuestros ojos la maestra de ¨Nueve¨ cayó al suelo atravesada por una lanza enorme y el maestro de ¨Uno¨ fue herido en un brazo por una flecha, de golpe comprendimos la situación, estábamos en medio de un ataque sorpresa y estábamos siendo protegidos. A la nueva orden de ¨Diez¨ todos actuamos:

- ¡Ataquen!

Paltros y el Cetro Carmesí Where stories live. Discover now