Capítulo X: Una historia impresionante.

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Cuando todos obtuvimos el objeto o arma con la que pelearíamos, regresamos a la sala, dejando atrás aquella armería enorme, nos acomodamos esperando que "Diez" comenzara su historia, aun me dolía no haber quedado emparejado con Lisa, dichoso Telion, y para colmo es bien parecido, en fin, que se iba a hacer y así dio inicio la historia que tanto yo como todos queríamos escuchar.

- Primero que todo - inició Keitlas - deben saber que los humanos pertenecían a este mundo al inicio de los tiempos, pero su existencia y la nuestra fue separada por Paltros por razones necesarias, que constituían o constituyeron la salvación de ambos mundos. Ahora mismo existimos en universos separados, cada cual, en una dimensión diferente, regidos por leyes distintas, pero seguimos conectados por la misma magia o poder que nos separó.

Los humanos viven en un mundo formado por galaxias y sistemas solares, regidos por leyes físicas, de las cuales muchas se aplican aquí, por supuesto, siendo los únicos seres con inteligencia, la única raza superior en su planeta, a diferencia de este mundo, que es conocido como Ultas, este es el nombre del Titán de infinitos brazos, un ser legendario del que toda raza conoce su nombre pero no su imagen, que carga en sus manos los diferentes mundos, o planetas como lo conocen los humanos, que forman todo este vasto universo.

De Ultas, de su sangre, huesos y carne, se formaron unos seres llamados Dustar, más conocidos como Milenarios, cada uno destinado a dar forma y vida a los múltiples mundos, no se sabe el número exacto de ellos, como mismo se desconoce el número de mundos que existen, solo que cada mundo cuenta con al menos uno de ellos.

Estos seres poseen poderes inimaginables, capaces de crear o destruir mundos, de dar y quitar vida, poderes divinos como se conocen comúnmente, de ahí surgió Paltros, uno de los Milenarios.

Cada Dustar crea su mundo a su gusto, con sus características, reglas, seres y lo que desee; Paltros, al igual que todos, se encontró con una inmensa masa negra, llena de oscuridad, donde solo existía el vacío, no había luz, ni sonido, así que comenzó a darle forma, fue creando capa por capa lo que sería este mundo, de su corazón separó dos pedazos, uno lo colocó al norte y otro al sur, y con ellos formó el Zen y el Zott, como el Sol y la Luna, lo que en puntos cardinales diferentes. Luego de crear luz, se dedicó a crear los océanos, montañas, volcanes y cuevas.

Pero se sentía solo y creyó que necesitaba ayuda para terminar la obra que había comenzado; así creó a dos seres semejantes en poder, pero de inferior rango, dos Ilumini: Talira, nacida de su brazo derecho y Seibrom, nacido de su brazo izquierdo. De ambos, la primera nació de los deseos de compañía y el segundo de la necesidad de ayuda, siendo este último con quien compartiría la mayor cantidad de poder.

Los dos compartían la voluntad de Paltros, deseaban darle forma a este mundo, así que, aminorando la carga del Milenario, continuaron con su obra, Talira que era quien menos poder poseía, permanecía la mayor parte del tiempo al lado de Paltros, culminando o embelleciendo lo que este hacía, fue su idea crear los bosques y las praderas y de su creación se sentía orgullosa.

Seibrom por su parte, que había obtenido un poder equiparable casi a su creador, era más detallista y dedicado a su labor, de los océanos creó los mares, juntando montañas creó cordilleras, con venas en la tierra creó los ríos, con su poder creó los minerales preciosos como el oro, el diamante, se esforzaba al máximo por cumplir su labor y Paltros se sentía agradecido.

Pasaron millones de años hasta que este mundo tuvo una forma definida, fue entonces que Paltros decidió que era hora de que hubiera vida, algo que pudiera acompañar, disfrutar y a la vez proteger las maravillas que habían creado. De esa manera comenzaron a aparecer los primeros animales, en forma de lagartos gigantes, lo que los humanos conocen como dinosaurios, de distintos tamaños y colores, que poblaron este mundo por millones de años.

Los animales continuaron surgiendo de la mano de sus creadores, apareciendo así los dragones, una raza superior de lagartos, más fuertes, sabios, capaces de almacenar mucho conocimiento pero incapaces de emplearlo, también fueron capaces de comunicarse a través de su mente con cualquier criatura, empleando un lenguaje propio que hacían comprender desde la primera vez que se comunicaban con quien sea; también aparecieron las Quimeras, feroces cazadoras amantes de habitar en las cuevas, los Flaugrims, lobos gigantescos de dos cabezas.

Luego de muchos milenios, Paltros decidió crear unos seres con una inteligencia superior, capaces de crear por sí mismos, una especie que protegiera y disfrutara a conciencia este mundo y que los reconociera como dioses; así surgen los Vernidan, seres hermosos, de facciones finas, pelo rojo y blanco en su mayoría, predominando más el último, ágiles, inteligentes, de gran estatura, amantes de los animales y las plantas, por lo que se asentaron en los bosques y cerca de ríos o lagos, nacidos con la gracia de los dioses, fueron capaces de convivir en armonía con todos los animales, estableciendo un especial vínculo con los dragones, quienes les transmitieron sus conocimientos de la naturaleza y de las otras criaturas, eran bien devotos a Paltros y hacían ofrendas cada día.

Toda la vida la había sido creada exclusivamente por la deidad suprema sin ayuda, hasta ese momento ninguno de los Ilumini había creado nada parecido, Talira porque se deleitaba con los animales y las plantas, las últimas principalmente pues eran su mayor creación y con ello se sentía bien, Seibrom porque era incapaz de crearlos, no por falta de poder, era su mente la que no los concebía.

Por miles de años continuaron siendo los Vernidan las únicas criaturas inteligentes; empleando a fondo todo lo que la naturaleza les ofrecía, se hicieron maestros de la artesanía, costura, joyería, aunque gustaban poco de adentrarse en las cuevas para hacer minería. Su territorio se extendió por cientos de kilómetros, crearon su propio lenguaje, el Veril, el cual compartieron con los dragones.

Nombraron su territorio Nidalien, su linaje se extendió con el pasar de los años y se dividieron en dos grandes pueblos, Ninf, formada por aquellos que gustaban de vivir en los bosques, los artesanos, cazadores; y la ciudad de Erni, donde se asentaron aquellos que gustan de vivir cerca de ríos y cuevas, dedicados a la minería y la joyería como actividad fundamental.

Luego de muchos años, Talira quiso crear una especie inteligente, una que no se conformara con vivir en  una sola parte del mundo, sin no que lo recorriera en busca de maravillas, que también amaran la naturaleza y los animales, así, con el consentimiento de Paltros, surgen los Céfirem, un pueblo nómada, de mediana estatura, de pies peludos y cuernos en sus cabezas, ágiles en las montañas, de ojos sagaces en la oscuridad, dedicados a la caza y la recolección en su mayoría, pues su vida, recorriendo el mundo, no les permitía dedicarse a un oficio específico, aunque fueron ellos quienes mejor se especializaron en la herrería, los que lo hacían dejaban de viajar y se asentaban junto a su familia por años, hasta que tenían un descendiente al que le enseñaban el oficio, luego salían al mundo de viaje en busca de su raza y así sucesivamente, por eso eran pocas las familias que se especializaban en eso.

Su lenguaje es el mismo que el de los Vernidan, así como el de todos los que habitan este mundo, pues así fue establecido por Paltros y fue enseñado por la propia Talira a todas las criaturas parlantes luego de que fuera creado, incluso ustedes, humanos, aunque no lo perciben, se están comunicando en Veril, o cómo creen que una Inglesa, dos que hablan español y un Hindú se comprenden tan bien y a la vez comprenden a sus otros compañeros - todos nos sorprendimos cuando "Diez" dijo eso -, el lenguaje fue implantado en ustedes directamente en sus mentes por sus maestros, en fin, continúo. Los Céfirem no tienen territorio fijo, adoran las praderas y aún más que a Paltros, veneran a Talira, su creadora.

Al mismo tiempo que los Céfirem nacieron los Bolgrats, criaturas enormes de cuatro brazos que amaban el océano, tanto así, que luego de aprender el lenguaje común y aprender tanto de los Céfirem como de los Vérnidan de joyería, herrería y cacería, se especializaron en la carpintería y en la pesca, con los años crearon embarcaciones y cruzaron el océano hasta asentarse en diferentes islas adyacentes, conformando un solo gran territorio llamado Okealtía; prácticamente no se les ve pues solo salen de su isla cuando les interesa comerciar con las demás razas.

Paltros y el Cetro Carmesí Where stories live. Discover now