Capítulo I: Manuel

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Mi nombre es Manuel Shneider Santamaría. Si, ya sé que suena extraño, pero mi primer apellido se lo debo a mi padre, alemán de raza pura, de raza aria, Pavel Shneider, y el segundo, a mi bella madre, Ana Esperanza Santamaría, una mexicana de esas que llevan su tierra en la sangre, el Manuel me salió por mi abuelo, el Gran Manolo como él mismo se titulaba.

Mis padres se conocieron aquí en México, hace ya 23 años de eso, mi padre estaba de gira, visitando las ferias del libro de diferentes países, porque es escritor, y famoso por cierto, bueno por donde iba, le tocó el turno de México y según él mismo relata, el segundo día de la feria, le habían asignado una carpita para que firmara autógrafos de sus libros, muy concentrado en su tarea como siempre, hasta que no muy lejos de él pasó una mexicana, una mujer como no había visto, morena, alta, con unas curvas que te mareaban, como dirían aquí en México, ¡una buena hembra! de inmediato detuvo su sección de autógrafos, le dijo a su agente que le consiguiera un auto y salió en busca de ese ángel en la tierra que había visto, en fin, para resumir un poco, la buscó, la encontró, la conquistó y aquí está todavía, pero no crean que se la puso muy fácil, pues mi padre se mantuvo viajando constantemente a México durante 2 meses antes de conquistarla, ¿dura mi mamita no?

Luego de la conquista, de conocer a la familia de la novia y de una gran boda a la mexicana, los dos se fueron a vivir para Alemania, en la misma capital, Berlín, en una residencia de lujo con sirvientes y todo. Allí nací yo 5 años más tarde, el 10 de mayo del 2000. Como nací en Alemania y con la ayuda de mi madre, dominé rápidamente ambos idiomas, a tal punto que ya a los 8 años los hablaba fluidamente.

Mi madre seguía sin acostumbrarse mucho al idioma, a pesar de los años que llevaba viviendo allí, así que en marzo del 2014 mi padre compró una casa acomodada en México DF, pero a causa de su trabajo pues necesitaba tranquilidad e inspiración para su nueva novela, The Lake o El Lago, siempre ponía los nombres de sus novelas en inglés para facilitar su salida al mercado, en fin, compró una lujosa casa junto a un lago en las afueras de Guanajuato, bastante alejada de la ciudad, pero como teníamos transporte a casi nadie le molestó, excepto a mí por supuesto, acostumbrado al fin a los lujos y la tecnología, mudarme a un confín donde no había ni wifi ni señal para teléfono móvil siquiera, era una tortura, pero bueno, igual nos mudamos.

Ya conocen quienes somos y cómo llegamos a nuestra actual residencia, pero prepárense porque la verdadera aventura comienza aquí.

Paltros y el Cetro Carmesí Where stories live. Discover now