Capítulo XVII

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Se asomaban los primeros rayos del sol por el este cuando mi cuarto fue invadido, entraron de improviso mis padres y mis invitados, dándome el de pie entre felicitaciones y buenos días. Ya a esa hora habían comenzado los preparativos para la fiesta, aunque no era costumbre celebrar por lo alto ningún cumpleaños, mi padre le había insistido a mi madre, diciéndole que lo merecía por los buenos resultados obtenidos en mis estudios, aunque era otra cosa lo que lo hacía sentir feliz y orgulloso, pero no se lo podía decir. La fiesta comenzaría después del mediodía y se extendería hasta pasada la medianoche según quisiéramos.

En las afueras de la casa, en el terreno que la separaba del lago se colocaron mesas, sillas, lámparas; en el centro se ubicó una gran mesa bufet que tendría de todo un poco, se organizaron juegos y competencias con premios y la música, corrió por parte de los más jóvenes, al final era mi cumpleaños, pero no hubo quien le quitara del medio a mi madre, el grupo de mariachis que me cantaría par de canciones cuando se hiciera el brindis que ella había planeado.

La fiesta inició tal como se esperaba, mis amistades de la preparatoria fueron llegando, entregando los regalos, los que se acordaron de traer, claro, y fueron uniéndose a la celebración, no faltaba la bebida, ni la comida y las chicas se sobraban, pero mis queridos invitados, Kumal y Damián, seguían sentados en su mesa junto a Lisa, no fue hasta entrada la noche, cuando salieron al ataque, algo envalentonados por la bebida.

Damián fue el primero en pararse y sacar a Kumal con él, el español era flaco, pero alto, no era tan bien parecido, pero como era más suelto, se unió rápido a un grupo de chicas, el indi seguía algo tímido, pero al ser fornido, moreno y bien parecido, no faltó la muchacha que le echara el ojo, pero el lenguaje le impedía acercársele, así que Damián de vez en cuando le echaba una mano y le traducía, según lo que le decía mentalmente; en poco tiempo, las palabras sobraron y estuvieron bailando y bebiendo cada uno con una chica.

Ese era el chance que llevaba rato esperando, porque habían dejado sola a Lisa, pues ella no quiso acompañarlos cuando la invitaron. Me acerqué a su mesa, sin muchos tragos arriba, o casi ninguno, porque no soy bebedor de alcohol, y la invité a bailar.

- Vamos, venga, disfruta que esto es una fiesta, baila conmigo.

- No, perdón, pero es que no me gusta bailar.

- Entonces ¿qué prefieres?

- La tranquilidad, conversar, no sé, algo así.

- Y si entonces nos alejamos un rato de la fiesta y caminamos alrededor del lago, es bastante tranquilo y lindo de noche. - sugerí.

- Eso te lo acepto, pero con una condición, no traigas nada de bebida.

- Por mí no hay problema.

Nos alejamos del bullicio hasta llegar a la parte sur del lago, por donde yo acostumbro sentarme a leer, allí, cerca de la orilla, nos sentamos, ella se quedó fija mirando las estrellas que se reflejaban en la superficie del agua, mientras yo la miraba a ella, este era el momento, no podía dejar pasar la oportunidad.

- Aquí suelo pasar mi tiempo libre, leyendo todo tipo de libros - ella continuó observando la superficie del lago, sin responder a mi pobre intento de iniciar una conversación, fallé, pero no me iba a rendir, ese fue el round 1.

- Me gusta mucho la lectura, ¿a ti qué te gusta?

- Ah, perdona, seguía concentrada en el reflejo de las estrellas, se ven tan bellas. Me decías que te gusta ¿qué?

- Me gustas tú - respondí ahora venciendo mi pena.

- Ah, eso, espera un momento, ya sé por dónde vas, pero no quiero herirte diciéndote que no.

Paltros y el Cetro Carmesí Where stories live. Discover now