Capítulo III: Existe otro mundo

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Abrí los ojos, todavía algo aturdido, la claridad me molestaba, pero la vista se me fue acostumbrando poco a poco, no reconocía nada del lugar donde estaba, o sea, ¿en dónde estaba? No tenía ni la menor idea, de golpe los recuerdos de aquella fatídica noche llegaron a mi cabeza, por lo que hice un intento desesperado por levantarme de aquella cama en la que me encontraba recostado.

Pero todavía me encontraba mareado y me caí, en ese momento me di cuenta que me encontraba en una habitación extraña y pequeña, con una cama personal, una mesita de noche, un estante para libros a la izquierda y entre la cama y el librero un pequeño escritorio y una silla, bastante desorganizado, lleno de papeles con runas escritas, libros, lápices, en fin un desastre solo comparable con el escritorio de mi padre.

Cuando logré incorporarme, sentí unos pasos acercándose, me asusté y me puse alerta mientras los pasos sonaban cada vez más cerca, agarré lo único que tenía a mano, un búcaro que estaba encima del escritorio lo tomé con mi mano derecha y un libro en la izquierda, al menos me serviría de distracción para correr luego.

Los pasos se detuvieron detrás de la puerta de aquel cuarto y algo se escuchaba, eran unas voces, no entendía que decían pero en ese momento esa era la menor de mis preocupaciones. La puerta se abrió de golpe y mi reacción inmediata fue lanzar el búcaro y correr hacia la puerta para intentar salir, me detuvo un hombre corpulento, con facciones árabes en su cara, piel mulata, pero con una expresión alegre en su rostro que me decía:

- ¡Calma, calma muchacho!

- ¡Seis! ¡Seis, ven rápido, está despierto! ¡Seeiiis!

-¡Voy, ya voy!

No entendía lo que pasaba, pero la expresión de aquel hombre me inspiró confianza, aunque no puedo negar que contra su fuerza y la imagen que imponía su cuerpo no tenía nada que hacer, así que por sí o por no, me calmé. El hombre me indicó que me sentara en la cama, diciéndome que su nombre era ¨Ocho¨, a lo cual accedí.

- Manuel, me llamo Manuel.

- Mucho gusto Manuel, un placer conocerte, pero créeme, hemos escuchado mucho de ti.

Esas palabras me confundieron mucho, ¿Cómo este extraño podía haber escuchado de mí si yo nunca lo había visto en mi vida? De pronto otra figura llega a la puerta del cuarto.

- Ah ¨Seis¨, por fin llegaste.

No lo podía creer, era mi padre, el tal ¨Seis¨ era mi padre, que estaba pasando, no entendía nada, pero de momento mis sentimientos salieron a flote, la cólera y el dolor que sentía no cabían en mi pecho, así que exploté en una furia tal que mis lágrimas salían en cascada, pero mi voz no menguaba, ni vacilaba.

-¡¿Dónde estabas? ¿eh?! Ahora apareces.

- Calma hijo, cálmate.

- ¡Nooo! Calma nada, se llevaron a mamá, lo sabías, y no pude hacer nada, es tu culpa, tenías que estar allí, para protegerla, ¡Te odio!

- Espera Manuel, escúchame.

-¡Sal de mi vista!

- Pero….

- ¨Seis¨ vete, déjalo, yo me encargo, ya entenderá, espera a que se calme.

-Está bien ¨Ocho¨, estaré en la sala común.

El llanto me consumía, lloraba como un chiquillo al que le quitan el dulce, el pecho me dolía, la rabia me consumía, quería estar solo, pero había tantas cosas que no comprendía que la curiosidad le fue ganando poco a poco al llanto, quería saber quién era ¨Ocho¨ y por qué le decía ¨Seis¨ a mi padre, dónde estábamos y otras interrogantes más, así que me decidí a abarrotarlo de preguntas, al principio un poco sollozando inicié la conversación que sería mi introducción a un mundo inimaginablemente maravilloso.

- Esto, ¨Ocho¨ ¿verdad? ¿quién eres?

- Primero sécate las lágrimas y los mocos muchacho, que ya no eres un niño. A ver, ¿qué deseas saber? ¨Ocho¨ no es mi nombre real por supuesto, pero es lo único que puedes y necesitas saber de mi identidad, por precaución, conoces el de ¨Seis¨ porque es tu padre y nada más, así que, a parte de mi nombre, que más deseas conocer. Y un consejo, no le digas tu nombre a más nadie.

- ¿Dónde estamos? ¿Cómo llegué aquí? ¿Por qué los nombres como números? ¿Qué eran esas bestias que vi? ¿Mi madre está viva?

- Suave, suave, una pregunta a la vez que me vas a volver loco.

Aunque hablaba bastante bien el español, definitivamente no era de un país de habla hispana, como mi padre, a él también le salía el acento de su tierra, por su pronunciación, yo diría que definitivamente era árabe, o algo de eso. Cuando mis nervios se calmaron, comencé a organizar mis ideas, así que le pedí una explicación de lo más importante, además le dije que fuera a buscar a mi padre, pues él también me debía una buena explicación.

El hombre accedió sin protestar y salió del cuarto por un momento a buscar a ¨¨Seis¨. Me quedé solo por unos minutos en aquel cuarto, pensando, las ideas daban vueltas en mi cabeza, todavía quería pensar que todo esto era un mal sueño y que despertaría en algún momento. ¨Ocho¨ se estaba demorando mucho y la impaciencia me estaba matando, así que, vestido aún con la ropa de dormir, que no sé quién me había puesto.

Salí del cuarto. Me topé con unas escaleras que bajaban en espiral desde lo que parecía ser el segundo piso de una buena casa, hasta el borde de una sala común, allí podía ver a ¨Ocho¨ hablando con mi padre, tratando de convencerlo a que fuera a verme nuevamente, pero se negaba, con su rostro avergonzado y lleno de lágrimas.

Como me sentía un poco mejor, avancé y comencé a descender aquella escalera, que me llevó en un momento hasta el borde de aquella enorme sala.

Ya un poco más recuperado me dirigí hacia los dos sujetos que ocupaban el salón; ¨Ocho¨ me pidió que lo disculpara pero que no había podido convencer a ¨Seis¨. Mi padre me miraba con vergüenza y dolor al mismo tiempo, y yo, aunque todavía resentido, lo único que hice fue sentarme en un enorme sillón que había en medio de la sala y ya con mis ideas más organizadas, dije:

- Lo primero que quiero saber es ¿cómo llegué aquí?, acaso fue mi padre quien me trajo.

- A ver hijo -dijo mi padre- primero debo resaltar que no creí nunca que esto pasaría, ¨Ocho¨ y yo llegamos tarde al lugar, los gritos de tu madre fueron los que hicieron que me apresurara. Al llegar, te vimos en el suelo amenazado por las bestias que se acercaban a ti, pero ¨Ocho¨ me dijo que se encargaba de protegerte, que fuera a por mi amada, y eso hice, pero por muy veloz que fui, el portal se cerró frente a mí, cuando volví, ya ¨Ocho¨ había eliminado a las bestias y te sostenía en sus brazos, sin conciencia. Luego de eso, como ya no teníamos casa, decidimos traerte aquí a nuestro refugio, nuestro cuartel secreto, pero tengo que aclararte algo, no está en nuestro mundo.

- ¿Cómo que no está en nuestro mundo? ¿de qué hablas? ¿dónde estamos?

- Un momento ¨Seis¨ -dijo ¨Ocho¨- es momento de que el muchacho sepa la verdad y conozca nuestra historia, así podrá comprenderlo todo, al fin y al cabo, será él quien continúe tu legado ¿no?

Me quedé sorprendido por todo lo que había dicho ¨Ocho¨, aunque no comprendía a donde quería llegar, pero la curiosidad seguía ganando terreno, así que, sin protestar, me dispuse a escuchar lo que aquel hombre tenía que contarme que, al parecer, prometía ser algo extenso.

- Primero que todo, te cuento que al igual que tu padre, somos caballeros, Caballeros Sagrados de la Orden del Cetro Carmesí, somos los encargados de luchar contra el mal, o los males, que agobian este mundo, pero sobre todo evitar que pueda llegar a parar al nuestro. Los nombres como números son el identificativo de cada uno, que en total somos 10, nos van denominando de menor a mayor según el poder que poseemos, o sea, el 1 el de menor poder y 10 el de mayor, generalmente, ¿vas entendiendo?

- Si, tampoco es que sea bruto.

- Bien, por donde iba, ah ya. Los guerreros son escogidos de diferentes partes de ambos mundos, de acuerdo a  diferentes principios y criterios, que ahora no me voy a detener en ellos.

- Yo, pero si no sé nada de esto, ¿cómo voy ser un elegido?

- Si, lo eres, y en su momento, tu maestro te transmitirá todos sus poderes y adquirirás uno nuevo, o una de las dos opciones.

- ¿Poderes?

Paltros y el Cetro Carmesí Where stories live. Discover now