Capítulo XXVII: El fin de una era.

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Habían pasado ya 6 horas desde que partimos y no habíamos sentido nada que indicara la presencia de ningún enemigo, ni siquiera Fernir y Winmar, que surcaban los cielos en su forma de halcones, pudieron distinguir nada. La preocupación de "Diez" se notó inmediatamente, esto era un mal presagio, nos dijo que probablemente nuestros planes fueron descubiertos y el enemigo está preparado, reuniendo sus fuerzas para resistir cualquier ataque, que, por tanto, la batalla por venir sería aún más difícil de los que esperábamos.

Luego de casi dos días enteros de arduo caminar, sin apenas descansar, llegamos al lugar indicado, sin toparnos casi con ninguna criatura, trampa o emboscada. Todo el camino se sintió como si no hubiera vida, los animales que nos topamos fueron pocos y huían al menor sonido, era la calma antes de la tormenta.

Pero no era momento de pensar en eso, de igual manera debíamos apegarnos al plan, no había más alternativa, si nos habían descubierto y se habían retirado para reagruparse, gracias a eso evitamos batallas innecesarias y logramos conservar nuestras fuerzas.

- Es hora de convocar a todos - dijo Keitlas - no podemos demorarnos más.

Sacando una pequeña esfera de cristal, idéntica a la que se me había entregado a los líderes de cada pueblo, comenzó a convocarlos.

- Es tiempo de acabar con la maldad - pronunció - partan ahora, esta será la más grande y definitiva alianza de todas las razas para destruir a Seibrom, debemos hacerlo o nuestro mundo estará acabado, no demoren su partida, la mañana después de su llegada dará inicio el ataque.

Así dio inicio la marcha de los ejércitos, sin demora, todos se movilizaron para la que se convertiría en la batalla más sangrienta de los últimos 400 años y en la que la vida nos pondría en una situación en la que tendríamos que tomar difíciles decisiones.
No había nada más que planificar, ya todo estaba dicho, solo restaba que todos se reunieran.

Anochecía, en la fortaleza enemiga, que se podía ver claramente desde donde nos encontrábamos escondidos, se notaba el movimiento de las antorchas en los muros, Brogs alados con sus jinetes sobrevolaban el cielo; se acercaba la hora decisiva, y más que nervios, lo que sentíamos era un deseo incontrolable por atacar, la sangre hervía en nuestras venas, no había dudas en nuestra mente, estábamos decididos a vencer o morir en el intento.

Luego de tres días de espera, los ejércitos ya habían arribado en su totalidad, ya faltaban pocas horas antes de amanecer, la batalla estaba por comenzar. "Diez" dio la orden para que cada cual se dirigiera al grupo que le correspondía y dieran las indicaciones necesarias. De esa forma, Damián, Celina y los dragones esperarían en la retaguardia, los demás fueron hacía el ejército que le correspondía asistir, mientras Keitlas, Rogtan y yo nos preparamos para transportarnos hacia a fortaleza.

No podíamos transportarnos dentro porque no conocíamos el lugar y podíamos aparecer rodeados de enemigos, o incluso peor, frente al propio Seibrom y esas eran situaciones que queríamos evitar a toda costa; por esa razón debíamos tratar de aparecer en algún lateral desprotegido del castillo y utilizar el poder de "Siete" para atravesar los muros, pero para lograr que haya algún punto ciego, debíamos llamar su atención, por eso decidimos esperar a que diera inicio el ataque y los Hellindrak dirigieran su atención hacia sus enemigos, principalmente los jinetes de Brogs alados, que eran los que más terreno cubrían desde el aire.

La mañana llegaba tenue, opaca, el Zen aparecía lentamente por el norte, asomando una luz rojiza que profetizaba un día lleno de muerte y desesperación, los primeros rayos del sol iluminaban los estandartes de guerra desplegados, listos para el combate. "Diez" dio la señal y sin dilación, el ejército Vérnidan se movilizó con Telion y Lisa al frente junto al rey. Al mismo tiempo, en la fortaleza, comenzaban a moverse, las puertas se abrieron y una horda enorme de criaturas comenzaron a salir del interior para enfrentar al ejército que los desafiaba.

Paltros y el Cetro Carmesí Место, где живут истории. Откройте их для себя