CAPÍTULO 20

140 23 18
                                    

APRIL

Hoy era el aniversario de cuando nos conocimos en los cursillos y quería pasar este día junto con mi Liam, a solas. Como le encantaba molestarme, esta vez era mi turno. Me dispuse a coger un cubo y a llenarlo de agua, algo bastante básico en las novatadas de instituto, pero nuestra relación era así, llena de tonteo, de piques y de juegos absurdos que nos unían aún más.

Digamos que el agua estaba bastante fría, pero quería ver su rostro enfurecido que tanto me ponía.
Él se encontraba tumbado en la orilla, limpiando la tabla de surf que previamente había usado. Fui sigilosamente tras él sin que se percatase de mi presencia claro. ¿Que se iba a cabrear? Sí. ¿Que me importaba bien poco? También. A él le encantaba joderme y picarme para ver cómo reaccionaba, pero a decir verdad no podía estar de mal humor junto a él por mucho tiempo.

Mi capullo siempre sabía cómo hacerme reír aunque, a veces, eso no fuera tarea fácil. Él sabía lo que necesitaba en cada momento, y amaba esa parte de él.

Me abrazaba por detrás, dejando sus brazos en mi cintura, me daba la vuelta para que le mirase, me cogía de las caderas y me alzaba, para después cargarme en sus hombros, seguidamente se aseguraba de que estuviese bien y me agarraba de las piernas con fuerza para después, salir corriendo hasta el mar (el pequeño detalle que se le olvidaba al correr, era que yo estaba encima suyo, pero qué más daba ¿no? Si él se descojonaba al escuchar mis estridentes gritos). Después de gritar innumerables veces para que me bajase, finalmente, accedía cuando estaba satisfecho o más bien cuando veía que me había sacado una sonrisa. Dejaba durante unos segundos su mirada fijada en la mía, me besaba en la frente y después bajaba a mis labios, cumpliéndose así su propósito de hacerme sentirme bien, segura, como en casa, feliz. O incluso a veces simplemente se sentaba a mi lado, me pasaba su brazo por mi hombro y esperaba hasta que estuviese preparada para contarle que me pasaba o cómo me sentía. Eso era lo que siempre necesité y hasta que lo encontré no lo supe. Una persona que me comprendiese y que tan solo con mirarme me hiciera la mujer más feliz del planeta.

Después de recorrerme toda la playa cargada con el cubo me abalancé sobre él, le abracé por la espalda, le dejé un cálido beso en el cuello y antes de que tuviera tiempo de girarse le arrojé el cubo de agua que tanto me había costado cargar.

— Diablilla, más te vale correr —y no, no se equivocaba.

Acto seguido de arrojarle el agua congelada corrí en dirección opuesta a él, aunque sabía a la perfección que antes de que pudiera alejarme lo más posible de Liam ya me habría pillado. Pero solo por verle la cara de enfurecido que tenía merecía la pena. En cada facción de su rostro se percibía lo cabreado que estaba. Su mirada profunda, su mandíbula marcada que tanto me gustaba y su torso mojado por el agua lo único que hacían eran ponerme más nerviosa.

Mal April. Mal.

Y cuando pensé que me había alejado lo suficiente noté su aliento detrás de mi oreja. Lo tenía justo detrás, su pecho pegado a mi espalda y su boca extremadamente cerca de mi cuello.

— Te pillé —me giré bruscamente y me miró con esos ojos azules claros, del color del océano, que tanto anhelaba—. Así que, con estas estamos diablilla... Bueno, visto lo visto, oficialmente, acabas de declarar la guerra, y yo haré lo mismo, no me pienso quedar atrás —respiraba agitado dado a que estaba totalmente calado y mientras me hablaba solo podía contemplarlo, observar que con cada palabra dicha se iba acercando más y que gotas de su pelo totalmente mojado caían quedándose en su torso.

Joder por qué tenía que estar tan bueno.

— ¿Ah, sí? ¿Como qué? Eres demasiado bueno como para comenzar una guerra, además es obvio que a cualquier cosa te ganaría, a cual-quie-ra —y cuando lo iba a besar en el cuello se apartó.

Capullo.

— ¿Tú crees? Pues bien, hoy es nuestro aniversario de cuando nos conocimos, así que, te propongo un reto... —se acercó a mí aún más y me susurró al oído—. Nos pondremos a prueba para saber quién es capaz de estar durante más tiempo sin besar al otro.

— Quien pierda se meterá a la celda de tiburones que organizan todos los viernes en esta playa. Tú has declarado la guerra y no pienso perderla ¿aceptas diablilla? —me dijo recorriéndome el cuerpo entero con la mirada, mierda, no iba a poder aguantar, pero April jamás perdía, me negaba rotundamente, pero estaba tan bueno...

Joder.

Todo era demasiado bonitoKde žijí příběhy. Začni objevovat