CAPÍTULO 22

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*Nota de autora: Este capítulo contiene cierto contenido sexual que puede molestar a algunos lectores.

Recomendación muy importante: Escuchar la canción Formula de Labrinth o High Enough de K.Flay mientras leéis este capítulo;))

LIAM

Ya eran las diez de la noche y April se había ido a surfear lo más lejos posible de mí, la putada era que le tenía unas ganas tremendas, así que, como quería tentarla para que perdiera y acabáramos ya de una puta vez con el juego me dispuse a hacer lo mismo que ella, solo que sin la tabla. Tenía que acercarme lo más posible a ella para así, ponerle lo suficientemente nerviosa.

Me acerqué y cuando iba a subirme a su tabla se intentó alejar de mí, pero le fue inútil.

— ¿A dónde ibas diablilla? ¿Tienes miedo? Crees que si te caes de la tabla no vas a ser capaz de aguantar la ganas de besarme, ¿no es así? —le dije sin dejar de apartar la mirada mientras apoyaba los codos en la tabla de surf, para a su vez, si decidía huir pudiese coger la tabla con rapidez.

— No..., no... Claro que no... ¿No crees que eres tú el que no quiere acercarse a mí porque si no ya sabes que vas a perder? —y esta me contestó en el mismo tono, desafiante.

Tenía que inventarme algo rápido e improvise. Vale, quizá no fue una de mis mejores ideas, pero algo tenía que hacer.

— ¡APRIL, APRIL! —le dije totalmente ido, con pánico en el cuerpo, con la mirada perdida. Dejando mis ojos clavados en un punto.

— ¡¿QUÉ?! ¡¿QUÉ COÑO TE PASA LIAM?! NO ME ASUSTES —esta se fue acercando a mí con la tabla, haciéndome señales para que me subiera a ella.

— ¡TIBURÓN, APRIL JODER, QUE HAY UN PUTO TIBURÓN! —no, claro que no había un tiburón solo que tenía que subirme a la misma tabla donde se encontraba para estar lo suficientemente cerca como para que cayese ella antes. Sabía que si le llamaba por su nombre en lugar de "diablilla" era porque pasaba algo grave, pero por suerte se me daba bastante bien eso de actuar.

Me subí a la tabla, me tumbé sobre su regazo siguiendo mi papel mientras que ella no paraba de mirar a su alrededor hasta que llegó a la conclusión de que no había ningún tiburón.

Agachó la cabeza, me miró a los ojos y joder, estaba que echaba humo, eso era lo que transmitía su mirada al menos. Cuando cruzamos miradas yo ya me estaba descojonando de una manera...Lo siento, no lo podía evitar.

— Te odio capullo.

— ¿Segura? —dejé mis manos a los extremos de la tabla y empecé a tambalearla.

— No, no, no. Liam que te conoz...—y antes de terminar la frase logré darle la vuelta a la tabla consiguiendo que ambos cayéramos al agua.

Y ahí fue cuando sucedió.

La verdad no hubo ganador ni perdedor, simplemente no nos pudimos aguantar más. En cuanto salimos a la superficie no nos pudimos contener. La tensión que había entre nosotros acumulada superaba todas las barreras imaginables y no podíamos contenernos más porque sino me hubiera pasado toda la noche contemplándola. Necesitaba tenerla, necesitaba sentirla, necesitaba acariciar cada parte de su cuerpo haciéndola sentir cosas prohibidas.

APRIL

Así es, fue inevitable que pasase, no fue como nuestro primer beso, este fue diferente, era como si fuera un beso prohibido, pero el deseo de comernos el uno al otro era brutal.

Cuando ocurrió ambos estábamos en el agua, yo supuestamente estaba cabreada, como para no estarlo, pero no voy a negar que su presencia me excitaba y cuanto más se acercaba más iba aumentando. Y en cuanto a Liam, puedo afirmar que estaba en el mismo punto que yo, me estaba devorando con la mirada, observando cada rincón de mi cuerpo.

Me cogió de la cintura mientras que yo le cogí del cuello, sus labios rozaron los míos una y otra vez, besándome como nunca nadie lo había hecho, sin descanso. Paraba para depositarle besos en el cuello. Con cada beso me acercaba más hacia él con la misma intensidad con la que nos besábamos, dejando nuestros cuerpos sin distancia alguna y hechos a medida el uno para el otro.

Liam me cogió de las piernas y la espalda y me llevó fuera del agua, a la arena, frente al mar, nuestro lugar en el mundo. Mientras me llevaba en sus brazos, la tensión que había entre nosotros se hacia cada vez más grande. Yo le besaba el cuello con pasión y le oía suspirar con fuerza.

LIAM

No nos podíamos resistir el uno al otro, el deseo que había entre ambos era superior y las ganas que tenía de hacerla mía eran superiores al dichoso juego.

Cuando le cogí en brazos su cuerpo estaba totalmente pegado al mío, y a pesar de la poca distancia que había entre el mar y la arena se me hizo eterno. Podía sentir toda su piel, y su cuerpo, que aunque mojado, ardía de pasión. Sus músculos estaban agitados, sin duda, ella tenía las mismas ganas que yo de llegar a la arena. Su pasión me excitaba aún más, nuestros cuerpos estaban hechos para unirse.

Quería tenerla, quería que gritara mi nombre una y otra vez, necesitaba oírle susurrar mi nombre en mi oído mientras la hacía sentir amada. Sentir que estábamos hechos el uno para el otro.

No quería, necesitaba que nuestros cuerpos se conectaran después de sentir tanta atracción.

La deposité con sumo cuidado encima de la toalla, que previamente había dejado en la arena, puede que me temiera lo que iba a suceder.

— Capullo, tú sabías que esto iba a pasar, ¿verdad? —me dijo ella con la respiración entrecortada.

— Si quieres lo dejamos aquí, como tú quieras diablilla —le dije en tono juguetón mientras le agarraba con fuerza de la cintura.

Sabía a la perfección que una vez llegados a ese punto ya no había quien que nos frenase.

APRIL

Lo reconozco, en ese momento no pude más, no me importaba la apuesta, los tiburones o mi orgullo. Solo necesitaba besarlo y sentirlo dentro de mí.

Él acariciaba cada rincón de mi cuerpo mientras me quitaba el bikini que tanto había estado observando durante todo el día.

Nuestros cuerpos se quedaron totalmente desnudos, como si fueran dos elementos hechos para unirse. Sus ojos azules se clavaron en mi rostro, ardientes de deseo y mis brazos rodearon su cuello con fuerza, preparada para lo que venía a continuación.

Lo agarré de la espalda con la misma fuerza con la que él me agarraba la cintura. Entre nuestros cuerpos no quedaba espacio, solo un horrible calor que me llegaba de los pies a la cabeza.

— Liam...—jadeé en sus labios, en ese momento ya no tenía autocontrol, sabía que era mi momento de excitarlo a él y gemí en su oreja con el hilo de voz que me quedaba—. Hazme tuya.

Él sin dudarlo ni un momento me cogió las manos, me las subió a su cuello y se deslizó sobre mí, dentro de mí. Mientras él jadeaba con las manos aún entrelazadas a mi cintura. Más cerca que nunca, una sensación de placer recorrió cada parte de mi cuerpo. El roce de nuestros cuerpos conectados aumentaba, intensificando las sensaciones por todo mi ser.

— Eres perfecta diablilla —me dijo mientras respiraba de forma descontrolada.

Me dejé llevar por el momento y por él, no me arrepiento de nada de lo que hicimos después, grité su nombre a la luna y eso a Liam le excitaba lo suficiente como para seguir con nuestros cuerpos conectados.

— Diablilla, no sé qué coño tienes, pero me estás volviendo loco —se incorporó para rozar mis labios y para dejar suaves besos en mi cuello mientras que yo hundía mis dedos en su pelo.

— Capullo... —hice una pausa que se hizo eterna para él, arqueó una ceja, me costaba bastante decir esas dos palabras, tanto que Liam era la única persona a la que se las diría—. Te amo —cuando pronuncié esas dos palabras a mi capullo se le erizó todo el cuerpo.

Ahí fue cuando descubrimos que nuestro vínculo era mucho más grande de lo que creíamos, éramos nosotros dos, siempre seríamos nosotros.

Siempre sería él, mi capullo.

— Diablilla, te quiero, te quiero tanto que joder, haría cualquier cosa por ti ¡TE AMO DIABLILLA! —gritó a la luna llena, jubiloso, alegre, fuera de sí mientras se reía y me besaba desenfrenadamente.

Le abracé y este enterró su cara en mi cuello.

Todo era demasiado bonitoWhere stories live. Discover now