CAPÍTULO 40

80 7 0
                                    

APRIL

Silencio.

Vacío.

Nada.

Dentro de mí no había nada.

Pero aun así, no me creía sus palabras.

O no quieres creerlas, dijo la vocecita interna de mi mente.

— April..., deberías... Deberías irte a casa. Y-yo..., yo te acompaño hasta allí. Vamos chavala, tienes que levantarte.

Arrodillada, con mis piernas dobladas sobre la arena, con mis manos sobre mi abdomen, presionándolo con fuerza. Ya no lloraba. No me quedaban lágrimas. Estaba sumida en un estado de..., cómo llamarlo. Solo sentía un punzante y desolador vacío, que a pesar de que ya no hubiese nada dentro de mí, dolía como si cien agujas estuviesen perforando mi alma.

— Oye, tienes que levantarte de ahí, sé que ahora mismo diga lo que diga va a ser en vano, no disminuirá tu dolor. Lo sé April. Pero recuerda, recuérdate a ti misma. Recuerda ese April independiente, aventurera, valiente... Según he escuchado, tú sabías valerte por ti misma a la perfección, sin necesitar de nadie a tu lado. Recuerda esa April. Solo tienes que buscarla, estará enterrada bajo capas y capas de ciego amor, pero tienes que buscarla y quedarte con ella. Tienes que hacerlo. —dijo el castaño. Y al ver que no tenía pensado moverme, se acuclilló y se sentó a mi lado sobre la fría y húmeda arena.

— No —fue lo único que fui capaz de decir.

— ¿Por qué April? No puedes ser emocionalmente dependiente de una persona por el resto de tu vida...

— ¡¿Por qué?! Yo nunca he sido una persona independiente, ni de lejos Ben. Una cosa es que yo creyese que lo era, y otra muy diferente, que de verdad lo fuera —y acompañando de aquellas palabras ardientes punzadas en el pecho llegaron a mí, unas tras otras. Ben notó cómo me estremecía ante aquel dolor.

— Ya está chavala, tienes que calmarte, él... —percibí que tragó con fuerza y finalmente dijo aquellas palabras que carecían de sentido— Él no te merecía.

Siseé y la rabia comenzó a brotar por mis venas. Ojalá aquello se hubiese resumido en ese sentimiento.

Pero luego llegaron las dudas.

Inseguridades.

Malestar conmigo misma.

El odio hacia mi cuerpo.

¿Por qué Liam lo había hecho? Porque yo era inferior a la otra chica. Porque ella me superaría con creces en comparación a mi exterior. Y aquello sí que me dolió, porque Liam sabía lo mucho que me afectaba todo lo relacionado con mi cuerpo y mi aspecto en general.

Porque ella estaría mucho más delgada que yo, con una figura mucho más curvilínea que la mía.

Porque ella tendría un abdomen mucho más definido y marcado.

Porque ella cumpliría los condenados estándares de belleza.

Porque ella le ofrecería todo cuanto yo no tenía ni tendría jamás.

Porque por mucho que me forzase en cambiar mi cuerpo, nunca conseguiría verme de la misma manera en la que lo hacían los ojos de Liam.

Porque él era quien me recordaba cada día lo bien que me veía, y aunque nunca me creyese sus palabras del todo, en cierto modo aquellas me aliviaban, me hacían sentirme algo mejor conmigo misma.

Porque él era quien me decía que ojalá me pudiese ver desde sus ojos, porque este siempre decía que estaba guapísima. Casi diariamente, o cuando se percataba de que algo no iba bien en cuanto a mi cuerpo, me recordaba que el peso no importaba, que no me preocupase por ello, que no merecía la pena. Que él siempre querría a su April Smith fuera como fuese, a pesar de todos los impedimentos que nos pusiera la vida, él seguiría queriéndome.

Todo era demasiado bonitoWhere stories live. Discover now