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Dos hombres de chaquetas azules con el logo del FBI llegan a la ciudad de Marbella, dispuestos a resolver las desapariciones de los habitantes de aquella ciudad.

—Fue un largo viaje. —La voz adormilada y fastidiada de uno de ellos, le saco una pequeña risa al más alto.

—Vamos bebe, llegaremos al hotel y podremos descansar. —Se acercó al más bajo rodeándolo con sus brazos, apretándolo contra su pecho.

—Para trabajar sin descanso, durante todo el tiempo que estemos aquí.—Bufo fastidiado.

—No estés tan gruñón, Gus. —Le acaricio sus rubios cabellos causando un sonrojo en el más bajo.—A mí me alegra mucho volver a trabajar contigo, como en los viejos tiempos.

—Nunca dije que me molestara trabajar contigo, mi niño. —Miro hacia otro lado tratando de ocultar su rostro sonrojado. —Solo que ya de por si trabajar tanto me cansa demasiado...

El de ojos azules volteo hacia el de cresta, dándole una pequeña sonrisa, la cual correspondió al instante el más alto.

Subieron al taxi que les llevaría al hotel, Gustabo se quedó dormido en el hombro de Horacio durante todo el camino, al llegar el de cresta no tuvo el corazón de despertarlo, así que con cuidado lo llevo en brazos hasta la habitación de hotel, recostándolo y arropándolo con cuidado de no despertarlo.

Se quedó mirándolo con una tierna sonrisa, acariciando sus mejillas, admirando el rostro de la persona a la que tanto aprecio le tenía, sinceramente le había extrañado todo el tiempo que pasaron separados, Gustabo se había aislado por algunos meses, lo entendía, el rubio siempre había sido de las personas que se guardaba todo para el mismo y aunque estuviese en la misma mierda, se mostraría completamente normal frente a ti. Le jodía un poco que se guardara todo para él, no se quería ni imaginar la carga que llevaba en su mente, aunque no se lo dijese trataba de hacerlo sentir tranquilo y querido, Gustabo era importante para él.

—Espero descanses bien, Gus. Te extrañe bastante y ahora que vuelves junto a mi, voy a tratar que tus días estén llenos de felicidad y cariño. —Susurro para seguidamente acercarse y darle un pequeño beso en la frente. —Te quiero.

El de cresta tomo el cambio de ropa y se metió a la ducha para poder despejarse un rato.

—Tambien te quiero, mi niño. —Susurro con los ojos cerrados para caer nuevamente en un profundo sueño.

Esa misma noche cerca de aquel hotel, en un callejón poco iluminado podían escucharse en la madrugada los gritos de un hombre, que no duraron más de 10 minutos, se apreciaban las siluetas de dos entes que poco a poco se encorvaban para volver a su forma humana.
Podían escucharse los crujidos de los huesos volviendo a su lugar y los pequeños jadeos de ambos hombres por el pequeño dolor fugaz que sentían.

—Este imbécil huele horrible. —Arrugo la nariz en señal de asco.

—Debimos olerlo antes de siquiera pensar en matarlo, que asco tío. —pudo escucharse una pequeña risa nasal.

—Supongo que tenemos que desechar el cuerpo, no voy a comerme esta mierda.

—Ya...-Miro el cuerpo con desagrado. —Te doy la razón en eso, hermano.

Sin esperar más el que era un poco más alto que el otro, cargo el cuerpo sin ninguna complicación, caminando a lo profundo del callejón perdiéndose entre la oscuridad del mismo y al voltear ambos, solo se podían apreciar ojos brillantes carmesí que al poco tiempo se desvanecieron.

(...)

Escucho un ruido lejano, frunciendo el ceño estiro su mano para alcanzar su celular y apagar la molesta alarma, antes de alcanzarla alguien la apago primero.

Divoratore      [Gustoni]Where stories live. Discover now