Divoratore [Gustoni]

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—Es que te lo juro ¿¡Cómo se te ocurre darle una puta pirula José!? —Carlo sostenía a Gustabo contra su pecho como un hermano protector, sus ojos estaban llenos de irritación. — ¿Sabes cómo va a reaccionar mi hermano cuando se entere de esto?

El moreno se veía nervioso, la cosa es que estaba a punto de salir a vender algunas pirulas, el negocio tenía que seguir funcionando a pesar de todos los problemas, pero antes de salir Gustabo se cruzó con José, hablaron, Gustabo le pidió una pirulo y como no, el moreno se la dio sin problema, sin avisarle que esa mierda pegaba fuerte.

—Yo creí que podía aguantarla...

Hablo en tono preocupado, mirando a Gustabo completamente drogado en la esquina de la casa, coqueteando con una foto donde estaba Toni. El menor de los Gambino solo suspiro y miro a José de manera seria. —Solo vete a trabajar, yo me encargo de esto.

Claramente el moreno no iba a protestar, solo agradeció y salió corriendo a vender la droga, el de ojos celestes miro a su yerno, suspiro y camino hacia él, pero antes de decir algo escucho pasos detrás de él, solo maldijo en voz baja.

—Mejor no pregunto. —Toni hablo en tono cansado, camino hacia su pareja tomándolo suavemente de las mejillas, revisándolo, el rubio balbuceaba sin ningún tipo de sentido, suspiro de nuevo. — ¿Cuántas se tomó? —Pregunto con tono tranquilo, sin dejar de inspeccionar a Gustabo, pasando sus dedos por la piel tersa de sus mejillas.

—Solo una.

Asintió ante la respuesta de su hermano, con facilidad lo cargo y empezó a caminar hacia el dormitorio. —Hay una reunión en dos horas, atraparon a uno de los trabajadores de ese alfa tocapelotas.

Informo a su hermano menos, quien sintió una oleada de intriga por ello, miro la espalda de su hermano mayor mientras se alejaban, se quedó en silencio procesando la información y sonrió para sus adentros, decidió no preguntar nada...por ahora.

Mientras tanto, el mayor de los Gambino llego a la habitación con el rubio aferrado a su cuello, con suavidad al acercarse lo dejo caer en la cama, trato de arroparlo pero su pareja lo jalo del cuello, abrazándolo con fuerza.

—Piccola...—Dijo entre dientes, aunque el rubio se aferró a él sin razón y lo sentía temblar debajo, suspiro, Toni sabía bien los síntomas de las pirulas, claro que se sentía de puta madre para él, pero no para todos era lo mismo y la abstinencia de Gustabo de las drogas desde hace tanto tiempo, solo había sido un paso atrás.

El mafioso sabía bien de la adicción a los sedantes o drogas tranquilizantes que Gustabo usaba antes de conocerlo, no era difícil saberlo, su sangre estaba jodidamente contaminada de ese olor cuando lo conoció, decidió no decirle nada, no mencionar aquello porque suponía que era un tema delicado y vamos, Gustabo no era la persona más abierta a sus emociones.

Él no iba a obligarlo a que se abriera a contar algo que el ya conocía, no necesitaba que el de ojos azules le explicara cómo se sentía con ese tema porque podía oler la desesperación al estar drogado. Prefería hacer algo a solo hablar.

—Está bien, estoy aquí. —Susurro suavemente, envolviendo a su pareja en sus brazos, se recostó con él para que Gustabo quedará acurrucado en sus fuertes brazos. Quería brindarle seguridad, no quería hostigarlo y que se sintiera obligado a que le contara algo, solo quería estar ahí para él.

—Toni...—La voz entrecortada y llena de sollozos llego a los agudos oídos del rubio, quien como respuesta solo apretó más el abrazo. Sentir ese olor a tristeza irradiando de el de nuevo hizo que su corazón punzara levemente, ese dolor agudo de no poder evitar que se sintiera así.

Y fue aun peor cuando escuchó lo que dijo.

—No me dejes...

Sabía que no eran las drogas hablando, sabía que no eran solo los efectos, no, Gustabo solo podía sincerarse cuando estaba intoxicado y hasta la frente de pastillas. Toni lo sabía, maldita sea, él lo sabía.