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—Creo que los problemas personales y de trabajo deberías mantenerlos alejados de aquí, Salinas. —El menor de los Gambino platicaba con el pelinegro a solas mientras le miraba fijamente, con la mirada clavada en el piso, el mexicano solo asentía.

—Las cosas no fueron así-

Antes de que pudiera seguir hablando, el italiano le interrumpió levantando la mano para que dejara de hablar.

—No me importa si las cosas no fueron así, Raúl. —Hablo con firmeza. —Tienes un cargo importante, deja los berrinches de niño y concéntrate en porque estamos haciendo todo esto.

El pelinegro frunció el ceño y apretó los puños, estaba harto de que minimizaran lo que había pasado entre él y Toni ¿Era al único que le parecía una completa locura que el Gambino se relacionara con un humano?
Salinas apretó los puños de sus manos, sintiendo sus emociones encerrarse, recorriendo sus venas como si el flujo de sangre se tratara, las lágrimas salieron al sentir su cuerpo lleno de impotencia. Carlo suspiro al verlo así, se acercó a Salinas y puso una mano en su hombro.

—Tienes que dejarlo ir ya, Salinas. —El pelinegro abrió los ojos y le miro con sorpresa, vio a Carlo mirarlo con leve preocupación y Salinas, detestaba las miradas de lastima.

—Tu no lo entiendes yo n-

Antes de que pudiera seguir hablando Carlo lo interrumpió.
—Fue suficiente, Raúl.

El pelinegro se quedó callado, Carlo paso a su lado y lo dejo solo en aquella habitación, se permitió llorar, se permitió que sus sentimientos fluyeran en aquellas gotas saladas que recorrían sus mejillas, tomo con una de sus manos su pecho al sentir el dolor punzante en el.
¿A esto le llamaban dolor de corazón roto?
Lo odiaba.

Detestaba sentir su corazón romperse cada vez más, sentir como no podía control su propio dolor, las náuseas empezaban a marearlo y su cabeza dolía por el esfuerzo que hacía para llorar, apretó su camisa con fuerza dejándose caer en el piso, su frente tocando la fría losa, dejando salir sus gemidos lastimeros, que parecían lastimarle la garganta cada vez más.

Había aceptado desde hace mucho tiempo su derrota ante ese cabello rubio y esos ojos azules, la había aceptado desde la primera vez que vio a su ex pareja mirar esos ojos azules con tanta dulzura, cuando vio como los ojos de Toni se habían iluminado y ya no parecían sombríos.
Había aceptado aquella derrota silenciosa entre ambos, cuando Toni lo beso, sintiendo sus labios tan lejanos, cuando toco su cuerpo, sintiendo aquellas manos que tanto le encantaban tan extrañas, cuando aquellos ojos ya no le miraban con su brillo característico, ahí lo supo; Desde ese momento el pelinegro supo que había perdido.

¿Entonces por qué el sentimiento de esperanza estaba ahí?

¿Qué quedaba para el en este momento?

Si quiera hubiera importado si él no era el mate de Toni, realmente hubiera importado si ellos dos no eran almas destinadas, por eso ambos no habían funcionado o era solo que no congeniaban y vivía en una fantasía.

—Odio...odio esto.

(...)

—No voy a disculparme.

Toni hablo de manera tajante hacia su hermano, quien suspiro levemente.
Los días habían pasado y la tensión entre toda la mafia, estaba presente, mucho más entre Hai, Raúl y Toni, Toni se negaba a entablar algún tipo de conversación con cualquiera de ellos, si ellos no aceptaban a su mate entonces no entendía porque seguir con aquella amistad.

—Entiendo cómo te sientes, pero me parece una rabieta estúpida de niño pequeño, Toni.
Toni no hablo, pese al tono de Carlo.—Raúl y tú tienen que hablar de ello, tiene que tratar el tema. —Carlo lo miro con el ceño fruncido. —Toni, no estamos para tener peleas entre nosotros, cada día desaparecen más de los rangos menores, separarnos no va a causar nada bueno.

Divoratore      [Gustoni]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora