5

641 84 7
                                    

— ¡Gus, ya llegamos!

El departamento estaba silencioso y con las luces apagadas, el de cresta había llegado con el ruso y unas bolsas en mano, había comprado comida rápida para que cenaran los 3, pero al parecer el rubio había salido de casa.

Arrugo la nariz en señal de confusión, saco su celular para mandar un mensaje al rubio, avisando que regresara a casa ya que era noche y no era seguro estar en las calles cuando la noche caía, menos en su posición.

— ¿Dónde está? —Volkov se acercó al de cresta, abrazándolo por la cintura y recargando su mandíbula en su hombro.

—No lo sé. —Suspiro. —Las cosas no son muy seguras para que este en las calles, las personas siguen desapareciendo.

—Horacio, Gustabo sabe defenderse.

Trato de tranquilizar el ruso, sin embargo la vista del de cresta se fijó en la pistola arriba de la mesa, cosa que le alarmo un poco.

Sin esperar tiempo, camino hacia la habitación a paso rápido.

— ¡Gustabo!

Y como era de esperarse, el rubio no daba señales de vida en aquel departamento.

—Volkov, no está y tampoco me aviso a donde iría.

La voz de Horacio comenzaba a alterarse, Vo0lkov se acercó revisando la habitación con el de cresta.

— ¿Trataste de llamarle?

El moreno asintió, enseñándole los mensajes al ruso, los cuales marcaban que ni siquiera le habían llegado al celular del rubio.

—Ni siquiera le llegan. —Frunció el ceño extrañado.

—Estoy muy preocupado, Volkov.

Y era cierto, Gustabo a pesar de que siempre salía por unos minutos, le avisaba a Horacio a donde iba, admitía que se alejaba cuando Volkov estaba cerca; Sin embargo, aun así el rubio siempre avisaba su localización por seguridad, siendo agentes federales era necesario.

¿Se había enojado por no traerle la comida en la tarde?

Quizá se había pasado un poco, al decirle eso Gus tuvo que salir a buscar comida, posiblemente eso le había estresado, más porque era en hora pico, estudiantes y oficinistas salían a comer a esa hora, atiborrando los restaurantes y cafeterías de gente, algo que estresaba al rubio de manera horrible.

—Horacio. —El más alto tomo de las manos al contrario, depositando un beso en estas. —Quizá salió a distraerse un poco, sabes que detesta cuando estoy cerca.

—Pero me hubiera avisado. —Susurro, mientras el ruso lo abrazaba y besaba su frente.

—Seguramente llegara más al rato, mantente tranquilo. —Hablo suave. —Gustabo no es tonto, tampoco es débil, así que no te preocupes tanto.

—Si...eso creo.

—Vamos a que cenes.

El ruso entrelazo su mano con la de Horacio, guiándolo a la cocina.

Aunque el ruso había tenido algunos puntos a favor para tranquilizarlo, el horrible sentimiento de que algo había pasado no le dejaba tranquilo.

El ruso le prometió que si Gustabo no llegaba en dos horas, empezarían a preocuparse, pero cuando ese tiempo transcurriera, le podría pasar cualquier cosa al rubio, no sabía desde cuando no estaba en casa.

Solo le quedaba esperar que Gustabo contestara las mil llamadas que tenía, o al menos un solo mensaje, aunque para cualquier contratiempo, tenían un plan.

Divoratore      [Gustoni]Where stories live. Discover now