Capítulo 21

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Bostece, estirándome un poco en lo que me dejaba Fabrizio pegado a mí dentro del avión personal. Negué ante esa vista, tan hermoso, tan “inocente”. Me giré un poco entre sus brazos, observándole dormir, perdida en su respirar pausado y tranquilo. Parecía soñar algo, porque me estrecho más hacía sí mismo inconsciente de mi escrutinio.

  Retire un mechón de cabello de su rostro suavemente evitando despertarle, sonriendo en sus pequeñas pausas. Cerré los ojos de nuevo, para entonces el me besaba la frente. Abrí de inmediato los ojos aunque de forma lenta, y el estaba ahí medio ido pero despierto.

-      ¿Te he dicho cuan dulce te ves cuidándome, como si yo dejará de vigilarte alguna vez?

Rodé los ojos escondiéndome más en su regazo, y él complacido me recibió aún más dentro de ellos.

-      Eres un obsesivo cuando se trata de protegerme, me sobreproteges. Nada va a pasarme…

-      De eso estoy muy seguro.

Alcé el rostro observándole tranquilo. Era sorprendente como eso sonó tan amenazante viéndole con tanta paz.

-      Hemos llegado, sujétate a mí, siempre te dan nauseas el descenso. – Beso mis cabeza apretándome a él, si que tenía razón, solía sentir cierto vértigo.

Luego de que el avión se apagara por completo, tome mi bolso de mano y mi abrigo, bostezando. Pero al descender, antes que Fabrizio, iba quedándome pasmada al ver la pista de aterrizaje, creí estaríamos en un aeropuerto, esto era más una pista de aterrizaje dentro de un órgano militar. Mi delucio se acerco a mi espalda, instándome a caminar colocando su mano en la curva de mi espalda infundiéndome ánimos.

-      Bienvenida a mi mundo, mí bella moglie.

No pude evitar se me escapara una tonta risa al oírle su delicioso italiano. Haría temblar hasta a una militar. En el mismo instante un hombre – impresionantemente guapo levantaba una mano lejos del área de aterrizaje, y Fabrizio hizo lo mismo. ¿Sería el tal Nick?

No parecía realmente un ruso, pero estaba bastante bien, comenzaba a preguntarme si todos los Delucios estaban así de bien, como el mío y este.

Y ese, mío. Se oía bastante bien.

-      Es bueno verte Fabrizio. – dijo el hombre con aquella voz tan profunda.

-      También a ti Raúl, ser papa te va bien, y eso que no tienes poderes, es un logro verte de píe.

-      Si. – sonrió encantado con las manos en los bolsillos. – ese pequeño es mi mejor entrenamiento. – Dirigió la vista a mi, y la cercanía a el, asintió hacia su dirección con una gran complicidad, estirando la mano a mí. – es un placer conocerte al fin, María.

-      Es un placer igual. – admití estrechando su mano brevemente, sorprendida. - ¿le han hablado de mí?

El negó con tranquilidad.

-      No necesariamente, este hombre para hablar necesita que su vida dependa de ello, y aun así. Creo que si cada una de sus palabras hace su fortuna, ahora sabemos porque es un magnate, es un ahorrador de primera.

Saga Delucios 3: Magnate Atemporal (En Proceso)Where stories live. Discover now