Capítulo 24

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  Fabrizio bajo a las gemelas recién paso el pasillo directo a la sala de estar que se compartía con la cocina-comedor. Sonreí mirando enternecida aquella imagen, era como para recordar, las nenas corriendo a las butacas del mesón, mientras el iba por tazones para todos y una cuchara de helados. Para ambas los tazones rosa transparentes estilo cristalera, para mi Fabrizio azul y el mío transparente.

- Así que, ¿eres la princesa de tío Fabrizio? – pregunto la más alta, que por alguna razón, intuí era la mayor y la líder, su hermana se veía más, retraída pero igual interesada.

Observé a Fabrizio, y el negó chupándose un dedo colocando una toalla en su hombro mientras servía de sabores en cada tazón.

- No es mi turno, te toca a ti la primera ronda de preguntas. – Evadió con una sonrisilla al helado que servía. Ojeándome de poco rato. Respiré profundo, sonrojada, tratando de no reírme.

- Creo, que hasta donde sé, lo soy chicas. ¿Eso les agrada? – Miré a mi rubio terminando de colocar los trozos de galletas y siropes en las tinas, y extendiéndosela a cada una.

- El tío Fabrizio, siempre estaba solo. Y parece un príncipe, ya sabia que tendría una princesa, ¿vivirán en un castillo?

Fabrizio me miro, y asintió a ellas.

- Tendremos un castillo gigantesco, con cientos de ponys, para que ustedes nos visiten seguido, Anya.

Las chicas chillaron con absurda alegría y por los juguetes regados, entendí que a falta de unicornios, estas nenas amaban los ponys. Mi hermoso italiano luego de reírse vio como la más pequeña me daba ojeadas, y miraba callada a su helado, yo también lo noté, pero el negó tratando de no preocuparme, me extendió el helado mientras iba por algo a las bolsas.

- ¿Quién dijo películas de Princesas?

Ambas niñas – literalmente – sus ojos brillaron cual lucero, saltaron de la alta banqueta roja cada una tomando con cuidado del mesón su propio helado corriendo a los muebles para ponerse frente al plasma.

- ¿Le he caído mal? – le pregunté con suavidad, evitando oyeran mientras nos acercábamos y el apagaba las luces de la cocina.

- No creo cariño. Anyka es muy reservada, quizás que cosa pasará por esa cabecita, no te preocupes. Les encantas, sino créeme no estarías acá desde hace diez minutos, es la razón por la que no tienen niñeras los rusos. Ellas hacen huir a todas. – Sonrió besando mi frente instándome a acercarme al sofá- relájate, estamos juntos... ¿Bien?

- Bien. – Asentí, colándome por una esquina del sofá mientras el iba a colocar el disco y volver a mi lado. Cada melliza estaba en un Puff rosa, uno de pony y la otra de figuras y letras, específicamente, Anyka. Me pareció, que los comentarios de Fabrizio eran demasiado acertados, quizás ella tenía su propia personalidad bastante reservada.

La película, era de las clásicas princesas, La Cenicienta. Aunque era vieja, si, creo que los clásicos jamás pasaban de moda, y lo más lindo del caso era ver la paciencia de mi hermoso italiano, controlador del tiempo y muy masculino, cediendo el poder del control remoto a las chicas disfrutando con ellas de la película sin prisa alguna. Porque, vamos, otros dirían "pon futbol mujer".

De vez en cuando sonreía a mi, cuando el príncipe baila con ella, sentí como si alguien estuviera observándome, al girar a Fabrizio el sonreía, apenas, muy suave, y me atrajo a su hombro para recostar la cabeza en el, colgando su brazo de mi hombro.

Terminé medio lloriqueando, porqué, en el fondo una parte de mi se sentía Cenicienta, no por ser de clases distintas y encontrarme a un príncipe que me diera otra vida – aunque literalmente eso ultimo me pasaba -, me sentía así porque, viendo a ese hermoso rubio, un hombre de tanto recorrido, de haber visto tanto mundo, de tantas formas de analizar y haber conocido tanta belleza, y además de ello tener un ojo exquisito, había quedado prendado de mi, más allá de que solo conmigo pudiera romper la maldición que le atormentaba. ¿Qué clase de milagro maravilloso era ese?

Saga Delucios 3: Magnate Atemporal (En Proceso)Where stories live. Discover now