Capítulo 22

2.3K 212 13
                                    


La pelea había comenzado casi diez minutos atrás, y ya solo podían verse pequeños borrones, algunas manchas de sangres en la tela y en lo personal, estaba totalmente horrorizada. Las chicas gritaban, y Lucía aspiraba aire cuando Nick salía contra algún elemento contundente, evidentemente preocupada. Luego fue Fabrizio quien volando por el aire, cayó un par de metros entre la multitud volviendo al centro.

Definitivamente, no estaba segura de algún día poder estar acostumbrada a la situación como las dos a mi lado quienes hacían porras, yo me sentía el guisante más chiquitito de un puñado de granos de maíz.

- ¡Con la curva, amor! – gritaba Lucía golpeando el vidrio y saltando de alegría, notando el efecto positivo del gancho en mi prometido.

Al verlo sangrar con el brazo tajado en dos, sentí que los colores se me caían de la cabeza a los pies como una prenda que desteñía. Sentí nauseas y me sujeté de la baranda del ventanal – vanamente -. Al ver como iba en picada, las chicas corrieron a sujetarme, a partir de allí todo fue absolutamente rápido.

Solo oí un par de gritos entre la multitud de Delucios, mi nombre, un golpe más seguido con un silencio y aplausos y en cuestión de borrón y medio, mi Fabrizio golpeaba la compuerta corriendo por mí, atajándome justo antes de tocar mi cabeza el suelo.

- ¡Santo cielos! – Exclamó la pelirroja ayudando a su amiga a sentarme.

- ¿De verdad no estás en cinta? ¿No es así? – Me miraba como un papel Amelia, parecía muy preocupada.

Negué aún mareada.

- Cariño. – Su voz, la de mi delucio, totalmente impregnada de preocupación, débil. Era un contraste raro con sus fueres brazos sujetándome mientras me volvía en pie. - ¿Qué sucedió? – me examinaba rigurosamente.

- No es nada... solo. – Mi estomago se apretó con imaginármelo de nuevo contra el piso todo lleno de cortadas, el era mi hombre grandote, jamás lo vi débil.

- ¿Cariño...?

Toqué sus brazos, y donde había una cortada bestial, ahora solo tenía manchas de sangre en su camiseta. Solo eso podía encontrar, no tenía rastros de heridas, ni cicatrices. Respiré profundo cobrando el aliento, perpleja, sanaban rápido, pero esto ridículamente estúpido.

- Oh... estás bien... - cerré los ojos concentrándome en no marearme.

Sonrió con un poco de ternura y beso mi frente.

- Claro que lo estoy, debes estar cansada y la escena no era agradable, no volverás a verme practicar.

Mi estomago se hizo un nudo y automáticamente mi mano se apretó a su brazo. El lo notó, y mirándola volvió entonces la vista a mí. No, era ilógico pedirle no peleara, era parte de su mundo, esto era parte de quien era el.

Me cargo con excesivo cuidado, envolviéndome en sus brazos dando un beso suave en mi frente, acunándome en su hombro mientras caminaba entre la multitud sorprendida con la imagen, de las puertas salía un Nick limpiando su nariz con un pañuelo lleno de sangre y un Raúl, observador, envolviendo a su mujer al verla asustada, cubriéndola con su brazo.

- ¿Sientes mucho mareo? – Asentí. El respiro profundo, al parecer sonriendo. – Y pensar que aún no encargamos bebés, ¿eh?

No podía evitarlo, este hombre sabía como arrancarme sonrisas aún en los momentos más ilógicos. Respiré profundo y en un par de acompasados pasos, ya estábamos frente al cerrojo que cedía ante su dueño, el cual me depositaba con una extrema suavidad sobre los acolchados color crema, bien mullidos, haciéndome sentir en las nubes. Me observaba, fijamente, vigilante.

Saga Delucios 3: Magnate Atemporal (En Proceso)Место, где живут истории. Откройте их для себя