Capítulo 28

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Sentía qué hiperventilaba, ¿De verdad? ¿Era posible qué no lo estuviese imaginando? Podría creer que todo ello era producto de una computadora. Todo era, cómo de fantasía.

- No... no estás soñando – Susurró el, acariciando uno de mis labios, con uno de sus perfectos pulgares. La otra mano, hacía girar el anillo de compromiso en mi mano. Encarándome con esa bestial gema que ostentaba. – Ni, es producto de mis poderes.

Cerré los ojos, aspirando su perfume. Un delicioso aroma a menta, madera. Era demasiado recio. Llené nuevamente mi tórax de su aroma, aún con los ojos cerrados. Su pulgar, comenzó a esbozar la trayectoria de su antigua ubicación, pasando por mi cuello, hasta mi hombro izquierdo, haciendo desmayar hasta una de las mangas qué mi traje desplegaba.

Al sentir la desnudez de mi hombro, giré hacía el, viendo cómo este tocaba la piel frente al mismo, en trayectoria hasta mis cordilleras frontales.

Tragué grueso, alzando la vista a él.

Estaba demasiado nerviosa, descomunalmente. ¿Estábamos haciendo lo correcto?

El, aspiró suavemente, llevándome a tientas mientras la cama se encontraba con mis muslos. Bueno, cama. Realmente todo el centro de ese lugar era una especie de catre circular, era inmenso. ¿Pero qué creía qué necesitaríamos tanto espacio para...? Los colores se me subieron al rostro, mientras él decía algo dulce en su idioma natal, acunando mi cuello entre sus manos. Ese acento italiano hacía hundimiento en mi autocontrol.

- Eres, hermosa... ¿Te lo he dicho?

Negué, suavemente.

- A tu lado. Simplemente – Dificulté – Apenas y las demás personas tienen oportunidad...

- No digas eso. – Aprecié cómo mi espalda tocaba los esponjados colchones. Ay mi madre... - ¿Quién es la venezolana aquí? – Alzó una ceja, travieso.

Mis manos querían examinar más, definitivamente más y más.

- No todas nacemos con... eso, a lo que sea qué te refieras.

Él se detuvo un momento. Escudriñándome. Realmente desencajado por mis palabras. ¿Qué pasaba?

- ¿No creerás eso de ti misma, no es así? – Me escrutó aún más profundo con su mirada.

Eso me había descolocado, y enfriado de golpe.

- Yo... - Balbuceé. Se encontró con mi miramiento, infraganti, totalmente avergonzada. Piradísima, ahí venían en frente todas esas cosas qué guardé en un rincón de mi mente bajo llave, por años sin querer hablar de ello. Jamás y menos, precisamente con el chocolate blanco italiano frente a mí. Todos mis temores de fémina, saltaron a la palestra.

Y no le había gustado nada, estaba... enfadado.

- María... - Cerró los ojos, sin despegarse. Y agradecí qué no lo hiciera. Me sentía desnuda, ahí frente a su vista y sí se apartaba, era cómo si considerara la idea a qué podía tocar las partes más vergonzosas de mí, misma. Sí se podía estar aún más desnuda, metafóricamente hablando – Mujer.... ¿Te has visto en un espejo? – Insistió, sin poder darle crédito a mis dudas, alzando una ceja.

Cerré los ojos, sintiendo las lágrimas pujar de retraimiento.

- No... - Añadió, quitando las manos de mi rostro, al intentar evadir su estudio – Mírame. – Ordenó. Y mi cuerpo, le obedeció, al instante. ¿Iba a usar sus poderes contra mí? Pero... qué, sucio. – Muy bien, ahora qué tengo toda tu atención.

Saga Delucios 3: Magnate Atemporal (En Proceso)Where stories live. Discover now