Capítulo 29

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 Miraba las fotografías, una y otra vez.

En realidad, las. Eran al menos, unas seis.

Caminé unos segundos, bajó la mirada calmada de Fabrizio.

- ¿Qué dice el artículo? – Giré hacía él.

Ladeó el rostro, sonriendo.

- Pues, básicamente qué ya no es secreto qué Ignazio se quedará con la compañía y qué, ya el castillo Vittore tiene dueña, por así decirlo.

Lo observé fijamente, asintiendo, dejando salir el aire.

Me estudió, alzando el rostro hacía él.

- ¿Quieres hablar del elefante en la habitación? – Solicitó, al percibir el largo silencio posterior a la revelación. - ¿Cómo te sientes al respecto? – Acarició mi mejilla con el pulgar, sosteniendo la mirada. Pasible, calmado y me reconfortó que así fuera.

- Bueno. – Traté de buscar las palabras. – No me molesta, me vean contigo. Es sólo qué... Jamás pensé que me tocaría vivir esto a mí. ¿Comprendes?

El asintió, respetando mi opinión.

- Comprendo bien. – Colocó un mechón de cabello tras mi oreja. Guardando sus manos en los bolsillos del pantalón de algodón. – De cualquier forma, hablaré con mis representantes y abogados. Haré qué tus fotos sean privadas, sí alguien vuelve a tocar nuestra privacidad, tendrán el deber a pagar una multa qué les hará considerar seriamente si vale la pena el intento.

Le estudié, largos segundos. Y comprendí qué lo decía muy seriamente. Aunque su expresión era tranquila.

Me acerqué a él, quedando a centímetros de su rostro, tomando su rostro entre mis manos y llegando a sus labios lenta y suavemente. Acariciándole con ellos los suyos, saboreándole. En un beso, dulce.

- Mi héroe... - Susurré en ellos, sin bajarle la mirada. Eso le sacó una sonrisa inmensa, atrayéndome a sus brazos. Apresándome entre ellos.

- Haría, lo que me pidieras. Sólo, pídemelo, y hasta mi fortuna la lanzo a tus pies mujer...

Acaricié su rostro. Enternecida

- Sólo te quiero a ti... - Enfaticé. – Sólo a ti...

Me besó, profundamente. Para luego esconderme entre sus brazos, como si fuese un tesoro preciado. Amaba ese momento, amaba tenerlo cerca y cómo me hacía sentir.

- ¿Te haces una idea de cuánto he esperado por oírte decir lo que acabas de confesar...? – Sentí su pecho, palpitar fuerte y despacio. Estaba, feliz.

¿A propósito, de verdad tenía latidos? Pensaba, que no. Por ser inmortal. Qué extraño. Debía de dejar los libros de fantasías.

- ¿Te haces una idea, de cuanto te he esperado en mi vida? – Alcé la vista a él, usando su propia metodología.

Sonrió suave. Me alzó en peso y me cargó entre brazos. Mi corazón, empezaba a palpitar, desquiciado.

- Shh... - Susurró, entre besos pequeños. – Tranquila. – Me depositó en la cama, entrando conmigo, a un costado, besándome aún mientras me hablaba. – No haremos nada... - Otro beso. – Sólo quiero, marcar esos labios totalmente, qué lleven el sello Vittore – Sonrió, hermosamente - . Pasaremos toda la tarde en ello. Te dije, qué conoceré cada parte de ti... Por ahora no quiero faltar a mi palabra, pero tu boca, tus besos... desde ahora son míos.

No quería reprochar, no quería cambiar los planes. Aunque me parecía difícil de creer pasaríamos realmente toda la tarde en ello, realmente, lo hicimos. Para cuándo ojeé el reloj de la mesa de noche, marcaba las cinco de la tarde.

Saga Delucios 3: Magnate Atemporal (En Proceso)Where stories live. Discover now