06

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Ya era domingo, pasaron dos días desde que mi discusión con Ross. En los últimos dos días había pasado la mayor parte del tiempo en su piso, molestandolo, comiendo y viendo reallities entre todos.

Cada que volvíamos a nuestra residencia Naya me interrogada acerca de porque Ross no es un idiota conmigo. —No era para nada un idiota, de hecho era divertido— pero Naya no parecía comprender.

De hecho, en esos dos días empezó a ser rara y un poco distante cuando Ross estaba presente, pero cuando no estaba dejaba de serlo.

Ahora estamos en nuestra habitación comiendo galletas.

—Dessi ahora que lo recuerdo. —Dijo Naya mientras masticaba una galleta. —¿Cuando exactamente cumples años?

Trozos de galleta se le salieron de su boca y yo reí.

—El 8 de noviembre rubia. —Llevaba estos días diciéndole rubia y pensaba seguirlo haciendo.

—Eso quiere decir que tendremos que esperar al próximo año para—

Toc toc.

Alguien toco la puerta haciendo que Naya no pudiera terminar de hablar.

—Iré a ver quien es. —Dije y me levante a abrir la puerta, Naya siguió comiendo galletas.

Cuando abrí la puerta me sorprendió un poco ver a Ross parado ahí.

—¿Que haces aquí? —Pregunte mirándolo.

—¿Donde esta Naya?

Solo los idiotas responden a una pregunta con otra pregunta.

Exacto linda conciencia.

Lo mire y estiré el cuello —¡Rubia! —Grité.

—¿Rubia? —Pregunto Ross con el seño fruncido.

—Es rubia, genio

—Si, es muy obvio, genia. —Que insoportable era a veces.

Antes de que el pudiera decir algo más, Naya llego a la puerta.

—Ross, ¿que haces aquí? —Dijo Naya mirándolo. —No venías desde que...

Naya se corto a si misma por la mirada que le clavó Ross.

—Will esta cansado de traerte y me envió a mi. —Dijo él tan amable como siempre.

Naya le puso mala cara y fue corriendo a arreglarse.

—¿Quieres entrar? —Le pregunté tratando de ser amable.

—No.

Imbécil.

Si es.

Estuvimos un rato en silencio y fui a agarrar mi frasco de galletas.

—¿Porque no estas corriendo de un lado a otro como Naya? —Se apoyó en el marco de la puerta.

—¿Porque lo haría? —Me metí una galleta a la boca.

Solo los idio... mejor no gasto mi tiempo en recordartelo, tonta Desireé.

—¿Iras descalza? —Deje la galleta que iba a comerme a medio camino y lo mire.

—Que yo recuerde no iré a ningún lado. —Respondí.

—Que yo recuerde me mandaron aquí por ustedes.

—Que yo recuerde mencionaste haber venido aquí por Naya.

—Que yo recuerde Naya y tu pasan pegadas como chicle.

—Eres un imbécil.

El me miro con mala cara y yo seguí comiendo.

DESTRÚYEME | Jack RossWhere stories live. Discover now