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Estaba sentada en la esquina de mi cama con Ross a mi lado, él me ayudo a subir y ha estado aqui conmigo por casi tres horas.

—Puedes irte si quieres, estoy... bien. —Me aterrorizaba lo rota que sonaba mi voz.

Él se giro hacia mi y me dió una sonrisa calida. —¿Quieres que me vaya? —Su voz era tan suave que me daba paz.

Negué con la cabeza y el asintió.

—¿Quieres?... —Dudo un poco antes de hablar. —¿Hablar conmigo?

El recuerdo de las manos de ese hombre sobre mi, pasaron como un destello en mi cabeza haciendo que mis ojos se llenaran de lagrimas.
Mis manos temblorosas estaban empuñadas en mi regazo y apretaban mi falda con tanta fuerza que mis nudillos eran blancos.

—No.

Las lagrimas seguían en mi ojos pero no les permití salirse, mi cuerpo estaba tan tenso que sentía que tendría un colapso ahí mismo.

Me paralize al instante en el que sentí la mano de Ross sobre la mia, las lagrimas se desvanecieron y levante la mirada para encontrar su rostro con una expresión preocupada.

—Puedes confiar en mi. —La paz y tranquilidad que me transmitia su voz, era inexplicable.

Abrí la boca para hablar pero nada salió de ella, no sabía como decirlo, me avergozaba.

—¿Puedo solo... olvidarlo?

Ross quitó su mano de la mia, me tomó de lo hombros hasta tenerme contra su pecho y me dio un abrazo tan reconfortante que asustaba.
Me permití llorar en su pecho, el se limitaba a acariciarme la espalda y susurrarme que todo iba a estar bien

Nose cuanto tiempo estuvimos así, pero ya no tenía lagrimas, me aleje un poco de su pecho para ver su rostro.

—Dess... —Dijo en un susurro suave. —Nada mas volvera a atormentarte, no mientras yo esté aquí.

Me perdí en su mirada, sus palabras atravesaron mi alma y lucharon con cualquier rastro de angustia que pudo haber habitado mi cuerpo.

Denuevo la distancia entre nosotros era corta, nuestras respiraciones se mezclaron, sentí su aroma varonil atravesando mis fosas nasales y adentrandose en lo más profundo de mí.

Estaba tan perdida en sus ojos y tan concentrada en su aroma que no note su mano acariciando gentilmente mi mejilla, era suave como un trozo de algodón, y tranquilizante como sus abrazos.

No lo puedo decir con seguridad, pero el estaba igual de perdido que yo, el estaba tan centradro en mi como yo lo estaba en el.

Solo existiamos nosotros, solo él y yo.

Y esta vez nadie entró, nadie habló, nadie se interpuso en lo que quise hacer dos veces atras.

Pero no fui yo quien tomo el impulso.

Ross lo hizo.

Con la mano que tenía en mi mejilla acercó mi rostro al suyo, dandome tiempo para alejarlo de mi pero al ver que no lo hice, acortó por completo la distancia entre nosotros.

Me besó.

Sentí sus suaves labios contra los mios, encajando perfectamente, moviendose con sincronía, como dos piezas que por fn estan encajando.

Una corriente atravesó mi cuerpo, erizandome la piel a su paso, sentí mi estómago revolverse y perdí estabilidad, su beso me debilito.

¿Tú tambien sientes esto Ross?

Cortamos el beso por falta de aire, nuestras frentes estaban una contra la otra, sosteniedose mutuamente.

—No dejare que nadie vuelva a hacerte daño. —Su respiración estaba desestabilizada al igual que la mia.

DESTRÚYEME | Jack RossDonde viven las historias. Descúbrelo ahora