Preludio |19|

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Camila acompañó a sus mellizos hasta el alambrado de acceso al club donde, dos veces por semana y todos los sábados, jugaban al fútbol en un equipo mixto. Se quedó de pie, apretando las solapas de su pesado abrigo, atenta hasta que entraron al edificio que albergaba el vestuario y el bar. Esperó y aguzó la mirada, los ojos fijos en la puerta de acceso a las canchas que ya estaban llenas de niños. Generalmente ella seguía las instancias de su entrenamiento en las gradas, junto al resto de los padres, que ese día no eran muchos, pero ella no estaba de ánimo para sociales.

Todavía estaba en carne viva por la conversación de ese mediodía y la que siguió con Dalia. Saludó con una mano a sus mellizos y se devolvió a la camioneta, a esperar en la calidez del vehículo. Ya había oscurecido y hacía frío, aunque por suerte no llovía ni había viento, lo cual era una ventaja para los niños.

Sentada de nuevo frente al volante, revisó los mensajes en su teléfono. Antes de salir había enviado un audio a sus amigas, poniéndolas al tanto de las últimas novedades, y al final se había quebrado. Estaba siendo demasiado para ella, sostener la máscara de la mujer perfecta y súper poderosa se le estaba haciendo cuesta arriba. Después del audio, las respuestas no se hicieron esperar.

#Ally# ¿Estás bien?

#Paige# ¿Hay algo que podamos hacer por ti?

#Normani# ¿Dónde estás?

#Camila# Ya en el club de fútbol de los niños. Tengo una hora para derrumbarme mientras los espero y la pienso aprovechar

#Ally# Podríamos reunirnos.

#Camila# No es necesario. Estoy bien. Solo quería que supieran.

No terminó de teclear el mensaje de respuesta porque las luces de dos automóviles, deteniéndose a ambos lados de su camioneta, la distrajeron de la acción. Miró a ambos lados, desconcertada, guardó el teléfono en uno de los bolsillos y abrió la puerta para salir de nuevo a la noche.

—¿Qué hacen aquí? —Ally bajó del automóvil de Paige y Normani del suyo, con cuatro vasos altos de cartón que humeaban por el pequeño orificio de la tapa. Ally la abrazó con fuerza mientras Paige daba las explicaciones del caso.

—Si la montaña no va a Mahoma...

—No me hagas reír.

—Es día de baile y Parkour —Los niños restantes de la familia, sin Dalia, que ya no entraba en esa categoría, asistían a la misma academia, y dos veces por semana Lizzy, Emma, Richard, Adam y Jane, coincidían en el mismo edificio, aunque diferentes aulas, y sus madres solían aprovechar esa hora y media para reunirse. Camila solía ser de la partida cuando Dalia asistía, pero entre el abandono de una y los mellizos entrenando en ese mismo horario, su participación fue más esporádica.

—¿Y tú? —le preguntó a Ally, que a veces estaba muy cansada para viajar hasta Londres, y John se encargaba de buscar a Jane cuando Normani no podía llevarla de regreso a casa.

—Tuve que ir al médico y me quedé por la zona, esperando a que se hiciera la hora de buscar a Jane y volver con John.

—¿Todo está bien? —preguntó Camila, un poco preocupada y otro poco no capaz de sobrellevar más eventos médicos en lo inmediato.

—Por supuesto. Solo rutina. Pero yo no soy el tema aquí.

—Odio ser el tema aquí —Se apoyaron en el capo de la camioneta mientras sorbían el primer bienvenido trago de café caliente. La luz sobre ellas parpadeó tres veces y se encendió. Era una luz automática, estaba segura de ello, con un sensor de oscuridad para evitar el derroche de energía, pero siempre sucedía algún evento "así", que ella elegía tomar como señal de que no estaban solas. Levantó los ojos a la luz y susurró: Todo se está haciendo real.

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⏰ Última actualización: Sep 02, 2021 ⏰

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