Capítulo 38

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Damon

Otra fiesta.

Odio el ruido que causa, pero también odio el silencio constante. Luego de que Scott muriera, siempre me sentí dolorosamente solo, sin importar cuánta gente me rodeara. Las únicas veces que la soledad no estuvo ahí fueron todas las veces que estuve con Blake a mi lado, incluso si habían sido momentos fugaces.

Ahora, la soledad nunca se había sentido peor.

Intento cerrar mis ojos y conciliar el sueño, pero la música retumba por toda la casa y las paredes de mi habitación vibran estruendosamente. Maldita sea Ashton y su adicción a hacer fiestas cuando mis padres no estaban presentes. Parecía que quería asegurarse de que hubiera demasiado ruido como para escuchar mis propios pensamientos, sobre todo cuando seguía subiendo a mi habitación y entrando sin tocar la puerta para asegurarse de que estaba bien, sin importar cuantas veces le repitiera que no pasaba nada. Después de lo que sucedió con Scott, intuía que toda la familia estaba un poco traumada con lo que causaba la depresión en las personas. Lo que Ash no entendía, es que yo ya había aprendido a vivir con la oscuridad y solo quería que me dejaran tranquilo.

—Compré tu cerveza favorita, ¿seguro que no quieres bajar? —insiste por tercera vez.

—No quiero cerveza, Ash —me masajeo la cien—. Quiero dormir.

—¡Son las diez de la noche un viernes!

—¿Cuál es el problema?

—Mira, sé que estás triste por Blake y todo eso, pero no es sano que estés encerrado en tu cuarto todo el día.

—Voy a la escuela y voy a práctica de hockey, ¿qué más quieres que haga? —suelto un suspiro.

—Es solo que... estoy preocupado de que puedas... de que tú...

—¿De qué termine como Scott? —arqueo una ceja hacia él.

—No quería decirlo de esa manera —cambia el peso de su cuerpo a su otra pierna, incómodo y sin mirarme.

—A pesar de lo que creas, ver a tu hermano ahorcado en el sótano te hace asegurarte de que nada como eso vuelva a pasar nunca más, así que deja de preocuparte y déjame tranquilo en mi miseria, ¿sí?

—Damon...

—Eres un dolor en el culo, Ashton. Sé que Blake está abajo y no puedo estar cerca de ella y lo sabes —comienzo a pararme, empujándolo fuera de mi habitación—. No voy a cortarme las venas cuando no me estés mirando y en serio quiero dormir, bájale a la jodida música.

Cuando Ashton finalmente se larga y parece que no va a volver, me siento más intranquilo. No se lo diría en la cara, pero el imbécil era un respiro de aire fresco entre toda la mierda de mi vida.

Si tan solo pudiera estar con Blake, ninguno de mis problemas tendría sentido en primer lugar. A veces pensaba que mi único problema era no estar con ella, pero suponía que Ashton molestándome a cada hora era mejor que nada.

¿Pero qué podía hacer respecto a Blakely? Las cosas iban a ponerse feas. Su padre iba a hacer todo a su alcance para hacerme ver culpable de asesinato, y mientras Evangeline estuviera dispuesta a echarme a los leones y yo no tuviera prueba alguna de que en realidad había sido ella la culpable, no había mucho que hacer. No quería que Blake sufriera más; yo mismo la había hecho sufrir demasiado y parecía feliz ahora que no estaba conmigo preguntándose todo el tiempo si iba a traicionarla o no. Al final del día, solo quería lo mejor para ella, sin importar si me destruía en el camino. Mientras tuviera a Ash, a Fred y a su madre, mi Blake estaría bien, y mis problemas con su padre y Evangeline eran míos para cargar, no de ella.

Como si se pusieran de acuerdo para hostigarme, mamá me llama apenas cinco minutos después de que Ash se ha marchado. Está preocupada por mí, y tampoco puedo culparla después de lo de Scott. Cree que las acusaciones de Brooks son las que me están carcomiendo vivo, pero en realidad eso es lo que menos me importa.

—Estoy bien, mamá —le aseguro—. Puedes estar tranquila.

—Está bien, cariño. No dejes que ese horrible hombre se meta en tu cabeza.

—No lo haré, te lo prometo —suspiro, un poco cansado de todo el drama.

—Tu papá te envía saludos. Y no te preocupes, todo está listo y ya hablamos con el abogado. Nos aseguró que esto no tiene ni pies ni cabeza.

—Está bien, mamá. Gracias.

—Nos vemos, cariño, y ve que Ash no se meta en problemas.

—Claro —ruedo los ojos, solo porque sé que no puede verme—. Nos vemos.

A pesar de que sigo peleando contra mí mismo por un buen rato, finalmente no puedo evitarlo y me acerco a la ventana, ansioso por conseguir aunque fuese solo un vistazo de Blake.

No es difícil de encontrar entre la multitud. Podría encontrarla en cualquier circunstancia, era casi como si algo me aventara hacia ella.

Se veía hermosa con una chaqueta de colores y su cabello ondulado. No me costaba decir que era la chica más hermosa que hubiese visto en mi vida, con la sonrisa más brillante y los ojos más vibrantes. No había nada en Blakely para no gustar. Ella era de lo que estaban hechos los sueños.

Y a veces, las pesadillas.

Stone cold touchDonde viven las historias. Descúbrelo ahora