08

130 23 1
                                    

Tiendo a pensar demasiado en lo sucedido y solo me hace sentir más culpable.

─Hola Er, perdón por la insistencia pero no has respondido mis llamadas y quisiera saber si estás bien, no sé si sea prudente visitarte por, bueno, ya sabes así que si necesitas algo o quieres hablar conmigo por favor llámame.

Es el tercer mensaje de mi tío.

No he ido los últimos dos días a trabajar, le envíe un mensaje diciéndole que no me sentía bien y le pedí permiso para ausentarme, aceptó inmediatamente pero está preocupado porque cree que fue su culpa.

Y no es así.

Yo quería seguir, yo quería todo lo que pudiese ofrecerme pero él no está dispuesto a dármelo.

Y me lástima.

Tomo el teléfono dispuesto a contestarle pero el timbre suena y me interrumpe el intento.

Voy a la puerta, abro y como lo esperaba es él, sonríe pero sé que está nervioso.

─Hola Erick.

─Hola, pase ─permito fingiendo una voz lastimada haciéndome a un lado y me hizo caso─ lo siento, me duele demasiado la garganta.

─¿En serio?

─Sí, tuve algo de fiebre, ya estoy mejor pero tengo secuelas ─miento dirigiéndonos a la pequeña sala donde me siento seguido por él─ estaba a punto de responder su mensaje pero casi no puedo ni hablar.

─Comprendo, al menos es eso ─dice aliviado─ Er, de verdad creí que no querrías volver a verme.

─Eso es tonto, a mí me encanta pasar tiempo con usted y lo sabe ─insisto sonriendo─ ¿Cómo van las cosas por allá?

─Todo va bien, pero me haces falta —en serio, que deje de usar esas palabras  ─¿Tomaste algo para el dolor?

─Sí, ya estoy recuperándome solo faltan unas cosas, ¿Necesita algo?

─Saber si estás bien, no me voy a perdonar nunca...

─Deje de decir eso ─interrumpo irritado─ no me hizo daño, no lo hace ahora y jamás lo hará, entienda que no pasó nada, tal vez tenga memorias de más por el alcohol que nunca pasaron y solo es la culpa que lo atormenta pero no hizo nada, puedo asegurarlo, de haberlo hecho ni siquiera hablaría con usted de nuevo.

─¿De verdad?

─En serio, y deje de insistir o me voy a enojar ─advierto poniéndome de pie─ ya basta de esto, no quiero que esté raro cuando vuelva al trabajo porque me sentiré realmente incómodo.

─De acuerdo, ya no insistiré ─asegura levantándose también y me abraza─ gracias Er.

Correspondo el abrazo sintiendo como su alma se libera poco a poco de su atadura, ya no quiero que sufra por esto ni que lo piense más.

No quiero que sienta que me ha hecho daño porque no fue así.

Sus besos me dieron la esperanza de poder tenerlo como hombre.

Sus caricias me llenaron pensando que algo de mis sentimientos podrían ser correspondidos.

Pero solo se quedó en eso.

En besos, caricias y un alma que llené de culpa.

Nos separamos y me sonríe esta vez genuinamente, ha aprendido a reconocerlo por la forma en la que brillan sus ojos.

─Te prepararé un té, he faltado demasiado al trabajo últimamente y un día más no creo que haga mucha diferencia.

Asiento y entra a la cocina para calentar una infusión, vuelvo a sentarme para esperar y enciendo la televisión.

Falta poco para que terminen las vacacione y volveré a mi rutina de siempre.

Ir al colegio, a la oficina, volver a casa y soñar con todo lo imposible que jamás obtendré.

No es en el ámbito laboral, no hay tal puesto como vicepresidente en la empresa ocupado y se supone me vengo preparando para eso desde que inicié.

Sé cómo es Joel y aunque soy su sobrino favorito no me deja el camino fácil, debo mostrar que soy lo suficientemente capaz de manejar un lugar de este calibre.

Obtendré un buen empleo terminando la universidad, ya soy alguien independiente que trabaja por lo suyo y se gana la vida.

Desde la perspectiva de fuera mi vida ya está arreglada y no me hace falta nada.

No me hace falta nada además de lo que verdaderamente quiero.

Que destino tan raro.

Vuelve de la cocina con una taza de té caliente y un panecillo, lo acerca a mí y tomo la bebida dejando el postre a un lado.

Siento el calor del líquido sobrepasar levemente el material de la taza y veo el humo disipase lentamente cuando soplo.

Le doy un sorbo siendo cuidadoso para no quemarme y siento el gusto de la infusión de hierbas resbalar por mi garganta, alzo la vista y noto la mirada de Joel.

Está en conclillas para ver mi rostro intentando encontrar alguna expresión que denote alivio, sonrío y hace lo mismo al darse cuenta que me gustó el té.

Amarle es tan doloroso que siento que no podré soportar tanto tiempo con esta farsa pero haré lo necesario por no dejar salir lo que siento.

Llevo años haciéndolo y me sale bastante bien.

El resto del día se quedó conmigo actuando de enfermero personal, no me dejó mover para nada e hizo lo posible porque estuviera cómodo.

De verdad creyó que estaba enfermo.

Y ahora atiendo las llamadas y respondo los correos igual que siempre, volver a la rutina de siempre fue más fácil de lo que pensé en un inicio.

─Buenas tardes ─saludan y alzo la mirada de mi computadora─ disculpa, debo hablar Joel.

─Ah, ammm, Mónica─nombro incomodo─ un segundo.

─Er déjala entrar ─dice por el interfono antes de que pregunte, debió ver por las paredes de cristal.

─Claro, adelante ─permito empezando a enojarme.

Mi tío presiona el botón que sirve para cubrir las paredes transparentes con las cortinas blancas, deben tener asuntos de que hablar y no quieren que nadie los vea.

A quien engaño.

Es hora de dejar ir lo que siento, tanto dolor va a volverme loco. 

Joerick: ParadiseWhere stories live. Discover now