Capítulo 1

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"Con las mentiras se puede llegar muy lejos

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"Con las mentiras se puede llegar muy lejos... pero lo que no se puede, es volver."

Proverbio Judío

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Debería decir que la primera mentira fue la más elaborada de todas, aunque para cualquiera que la viera desde fuera podría haber sido una simple casualidad.

Mi madre solía decirme que las mentiras solo te llevan a nuevas mentiras, porque no se sostienen por sí mismas. Llega un punto en el que te envuelven tanto que ya no sabes distinguir cuál es tu verdadera realidad, cuál es la parte de ti misma que realmente eres, y cuál es la que te has inventado.

Pero hay una gran diferencia entre mentir por beneficio personal y mentir por una buena causa. Mis mentiras son por el amor más puro, y las voy a sostener el tiempo que haga falta, frente a quien sea, porque lo que hay detrás me importa más que todo, incluso que mi propia identidad.

Mirko Ferraresi estaba sentado en el bar al que acababa de entrar, nadie en su familia sabía que frecuentaba ese lugar, porque de ser así, generaría un gran escándalo.

Todo en él emanaba represión, o al menos a mis ojos era obvio, pero a su alrededor todos se movían con cautela, como si en lugar de ocultar su propia personalidad ocultara los más oscuros secretos.

Me senté a su lado y ni siquiera volteó la vista, parecía sumergido en sus propios pensamientos, como si no pudiera dejar de darle vueltas a algo.

Obviamente yo sabía a qué. Él no tenía idea, pero yo conocía todos sus secretos.

—Lo siento, no estoy interesada —respondí con cortesía a una chica que se acercó a hablar conmigo, y fue esa simple interacción la que hizo que el chico por fin se volteara a un lado con curiosidad.

La chica me dio una leve sonrisa aceptando mi negativa, y se alejó nuevamente para darme mi espacio.

Él también estaba solo, con la única compañía de un vaso de whisky al que los hielos ya se le habían derretido. Pensé que estaba triste, y a pesar del ambiente festivo elegía ese lugar para pasar las penas porque era el único en el que no tenía que fingir.

Las luces de neón en la barra hacían lucir tétricos sus ojos verdes, que además de eso se veían muy vidriosos. Tal vez era por el alcohol, o tal vez solo llevaba meses conteniendo las ganas de llorar.

—¿Mala noche? —pregunté en cuanto me trajeron mi trago.

—Mala vida —me corrigió sin demasiada atención.

—Te entiendo —murmuré, como si algo doliera realmente.

—No lo creo —me respondió con arrogancia, mientras pasaba su dedo índice por el borde del vaso.

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