Capítulo 5

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"Toda debilidad contiene en sí misma, una fuerza

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"Toda debilidad contiene en sí misma, una fuerza."

Shüsaku Endó

***

Todas las habitaciones estaban en el mismo pasillo, la primera era la de Mirko, justo enfrente de la de Mar, luego dos habitaciones de las que desconocía su contenido, aunque podía suponer que una le había pertenecido a Vlad; casi al final estaba la habitación de invitados en la que dormía Jean, y la última puerta le pertenecía a Alek.

En cuanto la abrí me encontré con mucha oscuridad, las persianas estaban bajas y la luz apagada, así que acaricié la pared hasta encontrar la llave y en cuanto todo se iluminó me asusté por la figura de la enorme perra durmiendo sobre la cama.

Me quedé quieta esperando su reacción, después de todo estaba invadiendo su territorio y era lógico que se pusiera alerta, pero ella solo me movió la cola amistosamente y volvió a dormir.

La habitación daba una sensación extraña al entrar, le faltaba luz natural y aire fresco, estaba un poco desordenada pero no llegaba a ser caótica. El mayor caos se encontraba sobre su escritorio, así que me acerqué a curiosear.

Había muchos libros, cuadernos y apuntes, resaltadores de distintos colores, fotocopias esparcidas de forma desordenada, era un caos bastante bello que me hubiese encantado tener en mi vida si mi realidad fuera otra.

No era seguro revisar más allá de lo visible porque él llegaría en cualquier momento, así que solo me dediqué a estructurar muy bien en mi mente cómo debía comportarme.

Sabía que ante todo tenía que mostrarme vulnerable, pero sentía que al mismo tiempo debía equilibrarlo para no lucir como una víctima. Tenía que despertar su empatía, que naciera de él el deseo de cuidar de mí sin llegar a ser una carga más, y para eso necesitaba conexión.

Me senté en su cama y la perra abrió los ojos, acerqué mi mano hacia ella con cuidado, pidiendo permiso para tocarla. Ella movió un poco su cola así que me atreví a acariciar sus orejas y la parte de arriba de su cabeza. Nos hicimos amigas de inmediato.

Alek llegó solo unos segundos después, y un atisbo de sonrisa cruzó su rostro en cuanto observó la situación.

De inmediato volvió a ponerse serio, se sentó en la silla del escritorio y extendió hacia mí una bolsa de gel congelado de color azul.

—Ponla en tu cara —indicó manteniendo la distancia.

—Gracias —murmuré, acomodando mi postura.

—Necesito que me expliques. —Su actitud era distante, y eso no era lo que yo estaba buscando.

Tenía claro que Alek sabía la verdad sobre la muerte de Vlad, la conversación que tuvo con Mirko en la cocina lo dejó en evidencia. Eso hizo que bajará bastantes puestos en mi lista de sospechosos, pero obviamente no iba a borrarlo de allí por tan poco.

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